logo PTS

Debates

¿Que fue el 19 y 20 de diciembre de 2001?

La rebelión popular hoy

21 de diciembre 2006

En Página12 del 20/12/06 una serie de intelectuales brindan su visión sobre la rebelión popular que expulsó a De la Rua del poder. Un común denominador acompaña la reflexión: el 20 de diciembre del 2001 es el sustrato que explica el nuevo ciclo político y social del país. El politólogo Edgardo Mocca afirma que “Las salidas pacíficas y graduales de las crisis, como fue nuestro caso, tienen el problema de que arrastran la mochila del viejo régimen. (...) Tienen, en cambio, una ventaja (...): la de impedir el derramamiento de sangre, proteger las instituciones de la libertad y conservar la trama de la comunidad política”. Para este analista la vigencia del viejo régimen es una ventaja ya que se han conservado en pie las instituciones y la política patronal que actúa en ellas. Pero la restauración de la normalidad burguesa es una ventaja para quienes se sentían amenazados por la emergencia de la rebelión popular: los políticos patronales, los burócratas de toda laya, los punteros, la clase capitalista. Mocca continúa: “Nadie soñó este país –con su recuperación y su vasta agenda pendiente– en las calles dramáticas de aquel 19 de diciembre. Pero este país es, aunque sea en parte, tributario de aquellos episodios”. Es decir que el kirchnerismo gobernando para el beneficio de un puñado de grandes empresarios y rescatando a los políticos peronistas y radicales repudiados y sin legitimidad, silenciando la desaparición de López para convivir sin crisis con la impunidad estatal, son un tributo al pueblo sublevado que pedía que se vayan todos, precisamente contra éstos que en lugar de irse se quedaron. En la misma sintonía el director de la Biblioteca Nacional Horacio González afirma que “llamamos política a la continuidad afortunada (...) de las rebeldías que se subliman luego en una mayor calidad de la imaginación colectiva y democrática”. Pero las rebeldías que alimentaban la imaginación colectiva y democrática, el movimiento de lucha que despertó el diciembre argentino, no son las que constituyeron la nueva política, sino que fueron las fuerzas conservadoras del viejo régimen las que con Kirchner, travestidas de setentistas y corrompiendo a un sector de la dirigencia social, las que impusieron su propia continuidad.
Lo hicieron merced a la debilidad del propio movimiento de lucha que no contaba con la fuerza y la dirección estratégica de la clase obrera, condición necesaria para derrotar a la barrera de contención que significaba el peronismo en el poder que subió luego de la caída de De la Rua.
Sin embargo, es cierto que un nuevo ciclo de lucha de clases se ha abierto en la Argentina y que en las luchas reivindicativas actuales han puesto en movimiento a la clase trabajadora, que inicia así su experiencia, donde se notan elementos que fueron germinados por la rebelión del 2001: la tendencia a la acción directa, la democracia de base, la búsqueda de la unidad en la lucha y de la solidaridad activa. Pero también es cierto que la clase obrera y el pueblo pobre tienen aún expectativas en el gobierno de Kirchner y la relativa bonanza económica.

Democracia y acción directa
Tres fueron los sectores avanzados del movimiento de diciembre que destacaron experiencias de democracia directa y acción colectiva. En estos sectores se expresaron también las distintas alternativas políticas que se propusieron a la vanguardia.
Las asambleas populares que surgen como producto de la crisis de representación política y la lucha contra el estado de sitio. Estas fueron una manifestación democrática y autoorganizada de los barrios de la Capital, en ciertos barrios del Gran Buenos Aires y ciudades del interior del país. En un principio se generalizaron (llego a haber 250 sólo en Capital y GBA) y fueron al encuentro del movimiento piquetero bajo el lema “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, pero con el correr del proceso, se transformaron en organizaciones de un sector de la vanguardia. La ocupación de predios y edificios donde sesionaban las asambleas, los escraches a la banca, las empresas privatizadas y a los políticos patronales, la solidaridad con las fábricas recuperadas eran parte de su acerbo. Una de sus debilidades era la representación individual, ya que las asambleas no incorporaban a los trabajadores y sus representaciones por empresa y unidad de trabajo. En su interior hubo varios debates que las recorrieron donde se consolidó una tendencia autonomista que renegaba de la lucha política y predicaba el barrialismo.
El segundo movimiento que se desarrolló fue el de los trabajadores desocupados. La crisis de hegemonía burguesa y la fragilidad de la situación social, obligaron a Duhalde –que se había adueñado del poder– a tener que otorgar casi dos millones de Planes Jefes y Jefas de Hogar. En este marco, los movimientos piqueteros del Gran Buenos Aires crecieron organizando el reparto de los planes del Estado, que buscaba contener la explosividad social y reforzar el poder del Estado estableciendo un mecanismo clientelar a través de estos planes. Durante el 2002 el movimiento se dividió en dos grandes tendencias: una conciliadora con el gobierno –y mayoritaria– encabezada por D’Elia (FTV) y Alderete (CCC) y otra opositora que organizó la ANT donde primaba un acuerdo entre el PO (Polo Obrero), el PC (MTL) y Raúl Castells (MIJD).
El tercer sector fueron las fábricas ocupadas, cuyos símbolos fueron Brukman y Zanon. La clase obrera ocupada estuvo ausente de conjunto atenazada entre una burocracia sindical conservadora y el terror económico. En este escenario, Zanon y Brukman mostraron una salida estratégica al cierre de fábricas y al flagelo de la desocupación: el camino del control y la gestión obrera y la lucha por la estatización y control de los trabajadores. Además levantaron la bandera de la coordinación de todos los sectores en lucha bajo el método de la democracia obrera, opuesto al consenso por arriba de la ANT. Fueron el componente cualitativo del movimiento de diciembre ya que encarnaron la experiencia anticapitalista más avanzada.
En este sentido, a contracorriente del resto de la izquierda, el PTS fue el único partido que se orientó durante todo el 2002 hacia el apoyo de las fábricas ocupadas y señaló en estas experiencias un camino para lograr la unidad de clase entre ocupados y desocupados mediante, como sostenían los obreros de Zanon y las obreras de Brukman, la formación de una coordinadora nacional y coordinadoras regionales de asambleas populares, fábricas recuperadas y movimientos piqueteros combativos, basada en la democracia obrera. En virtud de esta política sostuvimos que había que organizar un movimiento único de desocupados basado en la libertad de tendencias, que retomara la lucha por el trabajo genuino para todos, como forma de combatir la influencia divisionista del clientelismo estatal.
Para los socialistas revolucionarios rememorar las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre tiene como finalidad extraer lecciones para preparar un partido de combate de la vanguardia obrera y socialista que prepare los nuevos embates revolucionarios contra el capitalismo argentino.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: