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Red Internacional

Nota De Tapa. “Yo sabía, a Ismael lo mató la policía”

“No voy a parar hasta que se haga justicia”, dijo la madre de Ismael Sosa, el joven que apareció muerto tras el recital de La Renga en Córdoba. Todos apuntan a la policía. En Córdoba y Buenos Aires marcharon por justicia. La policía del gatillo fácil y la tortura, así como las mafias de los servicios, confirma la podredumbre del Estado y sus aparatos represivos.

Martes 3 de febrero de 2015

“Hay testigos que vieron como se llevaban a mi hijo, entre cuatro policías, con los brazos para atrás. Los policías le gritaban “a este porteño de mierda hay que hacerlo mierda”. Hay gente que no se anima a hablar. Mi hijo no se ahogó, a mi hijo lo mataron, y ellos tienen que ser bajados del poder donde están. Yo no voy a parar jamás hasta que se haga justicia”. Las palabras son de Nancy Sosa, la madre de Ismael.

Ismael Sosa había ido a ver, con su grupo de amigos, el recital de La Renga en Córdoba. El cuerpo del joven, de solo 24 años, apareció flotando en el Embalse de Río Tercero tras 4 días de estar desaparecido. Amigos y testigos habían visto cómo la policía lo golpeaba en los controles de ingreso al recital. Sus familiares y amigos denunciaron, desde un primer momento, la actitud de la policía y el total abandono por parte de las autoridades provinciales.

Hoy el caso conmociona a miles de jóvenes en Córdoba y en Buenos Aires, de donde Ismael había salido para ver a su banda preferida. Su muerte trae enseguida a la mente el caso de Walter Bulacio, Rubén Carballo y tantos otros pibes que fueron asesinados por la policía solamente por querer disfrutar de un recital de rock.

Reclamo de justicia

Mientras todavía Ismael estaba desaparecido, y un grupo de amigos y familiares lo buscaba en Córdoba, en la Ciudad de Buenos Aires otros amigos del barrio realizaban la primera manifestación. El jueves 29 cortaban la Avenida 9 de Julio. A poco de comenzar, llegaba la peor noticia desde Córdoba: había aparecido el cuerpo de Ismael ahogado a orillas del lago. Los jóvenes, llenos de bronca, cortaban también la avenida Corrientes, y marchaban luego hacia la Casa de Córdoba. En Córdoba, los integrantes de la Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil enseguida se ponían a disposición de la familia. El día que se abrieron las sesiones legislativas, se realizó un corte en el centro de la ciudad de Córdoba, exigiendo al gobernador De la Sota explicaciones por el accionar policial en el recital de La Renga.

El reclamo tomó más fuerza este lunes 1 de febrero. En la ciudad de Córdoba, volvieron a convocarse jóvenes, organizaciones estudiantiles, políticas y de derechos humanos, muchos de los que vienen participando en las “Marchas de la gorra”, para denunciar la responsabilidad de la policía y exigir explicaciones al gobierno nacional. Como dijo la diputada del PTS-Frente de Izquierda, Laura Vilches, “es indispensable la movilización independiente para poder lograr el juicio y castigo de los asesinos de Ismael Sosa, es imprescindible ligar esta pelea a la anulación del Código de Faltas que le da un enorme poder de fuego a la policía, la cual lo utiliza contra la juventud y los trabajadores”.

En la Ciudad de Buenos Aires, a la misma hora, los familiares de Ismael y sus amigos del barrio, con un inmenso dolor pero también con un fuerte grito de justicia, se reunieron en el Obelisco. Lo mismo que en Córdoba, había muchos jóvenes, organizaciones políticas y de derechos humanos. Acompañaban a la madre de Ismael, a sus amigos, para que el reclamo de justicia llegue mucho más lejos. Allí Nancy dijo las palabras que reflejábamos al principio, y denunciaba que “acá están ocultando, no quieren decir la verdad. Vieron cuando lo llevaron a mi hijo, como lo pateaban. Los policías, y un comisario que decía “a este lo llevás”. Mi hijo saltó el paredón pidiendo ayuda. Pero lo volvieron a entregar a la policía. No confío en la fiscal, porque dijo que mi hijo si se ahogó, sin la autopsia final. Siempre le dije que reclame sus derechos, que no se deje pisotear, pero sin pisotear a nadie”. La madre apuntó a las responsabilidades del gobierno de Juan Manuel De la Sota por la impunidad que reina en esa provincia.

La marcha se dirigió a la Casa de la Provincia de Córdoba, en el microcentro porteño. Muchos cantaban “Yo sabía, yo sabía / que a Ismael lo mató la policía”, retomando aquel himno de una juventud que en las calles y recitales rechaza con todo su odio la represión policial que le quiere privar el derecho a la cultura, al entretenimiento, a andar por la ciudad sin ser señalado y detenido. Algunos de los jóvenes recordaban cuando fueron a ver a La Renga en el ciclo “Recitales sin policías en fábrica sin patrones”, que organizaron los obreros de Zanón en Neuquén y salió impecable.

La izquierda, siempre presente en las denuncias contra la represión y la impunidad del Estado, fue parte importante de la movilización. Entrevistado por el diario Página 12, el legislador elector del PTS-FIT contó que estaba allí porque "reclamamos justicia por Ismael. La legisladora Laura Vilches (PTS-FIT) pedirá una interpelación al jefe del operativo, porque varios vieron cómo lo molían a golpes mientras se lo llevaban. Estamos pidiendo que se arme una comisión investigadora independiente, porque estos casos de abuso son reiterados y nos parece que la única manera de que se haga justicia es saber qué fue realmente lo que pasó".

Al cierre de la jornada hablaron los padres de otras víctimas. Asesinadas por ser jóvenes, por seguir una banda, por ser pobres, inmigrantes, por negarse a robar para “la brigada” o por rebelarse ante la prepotencia policial. Esos padres, esas madres y amigos, lejos del desánimo, en sus palabras transmitían la fuerza para organizarse y pelear por justicia, sin confiar en quienes son responsables o encubridores de esas muertes. Como dijo uno de ellos, “no confiamos ni en el gobierno ni en la justicia”.

Párrafo aparte merece la participación en esta y otras manifestaciones de organizaciones afines al kirchnerismo, que quieren aprovechar que la denuncia de este nuevo caso de crimen del Estado contra la juventud apunta contra dirigentes opositores, como De la Sota. Pero desaparecen de las calles y los reclamos de justicia cuando el gatillo fácil y las torturas las aplican los gobernadores oficialistas o las fuerzas represivas nacionales.

Es toda la institución

El caso de Ismael tiñe de dolor y de bronca el comienzo del año. Pero no es el único. El Operativo Sol del candidato Scioli y el sheriff Granados ya se cobró la vida del joven Thomás Pérez en otro caso de gatillo fácil. Justo unos días antes de cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición de Luciano Arruga en la comisaría de Lomas del Mirador. El 4 de enero la narcopolicía santafesina, donde gobierna el socialismo de Binner, mató a Jonathan Herrera, de 22 años. El 16 de enero Leonardo Rodríguez, de 20 años, murió en una comisaría de Mendoza tras ser detenido por “averiguación de antecedentes”. Todas las policías, todas las fuerzas políticas que gobiernan, involucradas en la criminalización y la represión de la juventud.

Desde diciembre de 1983, según la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), fueron asesinados por las fuerzas represivas del Estado 4.321 personas, y más de doscientos están desaparecidos. Más de la mitad de ellos no había cumplido 25 años. Como Ismael, como Luciano, como Walter. Todos hijos del pueblo trabajador.

Este nuevo caso de violencia policial se inscribe en la descomposición de las fuerzas armadas o de seguridad del Estado (como estamos viendo con los servicios de inteligencia) que son los verdaderos organizadores del la “industria” del gran delito, como la trata de personas o el narcotráfico. En el caso de la policía de Córdoba, cuestiones más que demostradas con la reciente la caída de parte de su cúpula. De la Sota reclama “justicia” por la muerte del fiscal Nisman que está cruzada por la interna de los servicios que hasta ayer nomás respondían al gobierno; el kirchnerismo acusa el gobernador y dice que pelea por “justicia”, por el caso de Ismael. Ninguno se hace cargo de la responsabilidad que tienen sobre sus policías o sus servicios de inteligencia.

El caso de Ismael no debe quedar impune, estas movilizaciones deben ser el primer paso para terminar con la represión e impunidad policial.


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