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ELECCIONES 2011

¿Votar a CFK es un “mal menor”?

La reciente victoria de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires alienta la idea de que es necesario apoyar al kirchnerismo -como mal menor- frente al fantasma del crecimiento de una derecha reaccionaria.

Facundo Aguirre

14 de julio 2011

La reciente victoria de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires alienta la idea de que es necesario apoyar al kirchnerismo -como mal menor- frente al fantasma del crecimiento de una derecha reaccionaria. Incluso compañeros, y hasta intelectuales, que simpatizan con la izquierda, a su vez, acompañan una lógica semejante. El operativo “mal menor” será utilizado nuevamente para las primarias del 14 de agosto.
La idea del “mal menor” parte de un principio equivocado que desplaza las definiciones políticas de clase para reconocer en el kirchnerismo una fuerza que se opone a la derecha reaccionaria, aunque comparta con ella métodos e intereses. Considera que el gobierno kirchnerista ha enfrentado en algún punto a las corporaciones y que apela a las organizaciones sociales en su apoyo. Son expectativas que ocultan el papel fundamental del kirchnerismo en la recomposición del régimen político y de la fuerza del Estado capitalista. Ya en 2007 vimos que Cristina, cuando el kirchnerismo abandonaba su debilidad de origen y obtenía una abrumadora victoria electoral -poco antes de la disputa con las patronales agrarias- ordenaba la represión contra los obreros de Mafissa y los trabajadores del Casino Flotante que enfrentaban al capitalista amigo del gobierno, Cristóbal López.

Históricamente, la oposición política a un gobierno de derecha reaccionario es encarnada por la movilización popular. La cooptación política del kirchnerismo de una parte de los movimientos sociales y de derechos humanos ha resultado en su corrupción y esterilización como organizaciones de lucha democrática y del pueblo pobre. El objetivo político del kirchnerismo fue domesticar y desviar la movilización popular. Esto permitió el crecimiento de los planteos reaccionarios de la derecha.
Los que abandonan una lectura de clase en favor de la lógica del “mal menor “chocan con la realidad de que el cristinismo, como “fase superadora” del kirchnerismo, busca desprenderse de la alianza con los movimientos sociales y los sindicatos y se propone una fase más institucional y de restauración del orden público. Por eso no es de extrañar que la agenda de orden y seguridad de la derecha reaccionaria haya colonizado al kirchnerismo de la Capital, que con el operativo Cinturón Sur, lleva adelante el programa de responder con militarización a la pobreza. Esto ya había comenzado en la provincia de Buenos Aires con el operativo Centinela. Mientras, con la represión a los docentes y petroleros de Santa Cruz se lleva adelante el objetivo de limpiar las rutas y calles de movilizaciones y piquetes, tal como piden los capitalistas.

Votar al “mal menor” es llamar a fortalecer una especie de bonapartismo del Ejecutivo Nacional para combatir la amenaza de una derecha reaccionaria. Es apoyar una política para fortalecer la fuerza del Estado capitalista. La resultante inevitable es un cercenamiento de las libertades democráticas que ya, con las primarias de agosto, busca proscribir a la izquierda revolucionaria que representa la lucha y organización independiente de la clase obrera, la juventud y el pueblo pobre.

El mérito del Frente de Izquierda se basa en su programa de independencia política de los explotados, que denuncia el contenido de clase de las políticas patronales en disputa. En que es la expresión de la vanguardia militante de los trabajadores y la juventud para enfrentar cualquier intento de ataque de la patronal, el gobierno o la derecha.

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