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Libertades Democráticas

1976 - 2010 : A 34 AÑOS DEL GOLPE

“Un golpe contra el proceso revolucionario”

Entrevistamos a Ruth Werner y Facundo Aguirre, autores de “Insurgencia Obrera en la Argentina, 1969-1976” con motivo de cumplirse 34 años del golpe genocida el 24 de marzo de 1976.

PTS

11 de marzo 2010

¿Cuál fue el motivo que condujo al golpe del 24 de marzo?

RW: -Desde el 29 de mayo de 1969 Argentina vivía un proceso revolucionario protagonizado por la clase obrera. El estallido del Cordobazo puso fin a la dictadura de Onganía y al ciclo de los gobiernos herederos de la revolución “fusiladora” de 1955. A partir de entonces las condiciones planteadas en el país estaban dadas por la crisis de los de arriba. Las clases dominantes se hallaban profundamente divididas y disputando el control del Estado. Y por la insurgencia obrera que, pese al desvío iniciado por la vuelta de Perón, recorrerá todo el periodo.

La victoria del peronismo en 1973 no pudo detener la espiral ascendente de la lucha de clases, ni impedir la crisis. A partir de 1975 la economía entrará en una profunda recesión producto del agravamiento de la crisis económica internacional, que acelerará el desenlace de la situación. El gobierno de Isabel y López Rega, cabeza de una camarilla fascistoide que ejercía el terrorismo “para estatal” con la Triple A, intentará aplicar un plan de ajuste brutal, el “Rodrigazo”, lo que provocó la movilización y la huelga general de la clase obrera en las jornadas revolucionarias de junio y julio de 1975.

El agravamiento de la crisis, la extrema debilidad en que quedó el gobierno de Isabel, y el enfrentamiento, esta vez contra el peronismo, de la insurgencia obrera le planteó a las patronales la necesidad, urgente, de quebrar decisivamente a los trabajadores. El 24 de marzo de 1976 la burguesía argentina, en la figura de la Junta Militar, llevará a cabo una auténtica contrarrevolución.

FA- Cuando se habla del golpe existen distintas explicaciones de acuerdo a los intereses de clase que se quiera sustentar. Los militares siguen repitiendo, como se ve ahora en los juicios, como el de Campo de Mayo, o el de la causa ESMA, el discurso de que ganaron una guerra contra la “subversión apátrida”, que terminaron con el “caos” derrotando a las fuerzas guerrilleras. La realidad es que la guerrilla, centralmente Montoneros y PRT-ERP, por nombrar a las más importantes, no constituían una amenaza en ese momento ya que sus fuerzas estaban diezmadas. El Operativo Independencia había prácticamente liquidado a la compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez y, por otro lado, los asaltos de Montoneros al cuartel de Formosa en octubre de 1975 y del ERP en Monte Chingolo, en diciembre de ese mismo año, habían resultado un absoluto fracaso y una carnicería en su contra.

Lo que decidió a la clase capitalista y al imperialismo norteamericano a promover el golpe no fue la actividad de las organizaciones armadas sino el proceso de insubordinación obrera generalizado que en un período de 7 años obligó a Onganía, Levingston, Lanusse, Cámpora, Lastiri, Perón e Isabel a lidiar con él en múltiples “azos” posteriores a la insurrección cordobesa, en el Sitrac-Sitram que dio origen al Clasismo, en la resistencia fabril al Pacto Social y en el enfrentamiento a la burocracia sindical, en las gestas obreras de los metalúrgicos de Villa Constitución, en la huelgas y movilizaciones contra el Rodrigazo. A partir de este momento los sectores más avanzados de la clase obrera formarán las Coordinadoras Interfabriles que agruparon a más de 130 comisiones internas de las grandes fábricas del conurbano bonaerense, la Capital Federal y Córdoba. Eran una auténtica amenaza a la hegemonía sindical peronista pero también un doble poder al nivel de la producción que ponía límites intolerables para las codiciosas patronales argentinas. Por eso nosotros decimos que fue un “golpe de clase”, contra la clase trabajadora. Casi el 70% de los compañeros desaparecidos eran militantes obreros, delegados y activistas.

¿Quiénes promovieron el golpe?

FA: En primer lugar la gran patronal y el imperialismo. Un sector de los capitalistas “nacionales” va a integrar durante la dictadura el pelotón de los nacientes grandes grupos económicos concentrados que dominan hoy la economía argentina.

El 16 de febrero de 1976 la Asociación Permanente de Entidades Gremiales Empresarias declara un lockout para debilitar aún más al gobierno de Isabel y ratificar el apoyo a los militares. La APEGE estaba integrada por el Consejo Empresario Argentino (CEA), el antecesor de la actual AEA (Asociación de Empresarios Argentinos), donde se reúne lo más granado de la patronal nacional y extranjera, la Sociedad Rural, la Cámara Argentina de la Construcción, la Confederaciones Rurales Argentinas, la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario y la Copal (alimentación), entre otras. Esa huelga general empresaria es considerada como el inicio de la cuenta regresiva del golpe que derrocó a María Estela Martínez. La entidad nace en agosto de 1975 con el objetivo directo de promover el golpe y la derrota física de la vanguardia obrera militante y sus organizaciones fabriles.

RW: -El golpe también contó con el apoyo de la Iglesia Católica, los políticos de la burguesía y hasta de algunos dirigentes sindicales peronistas. Cabe destacar el papel de la Unión Cívica Radical que en boca de su veterano dirigente Ricardo Balbín llamaba a aplastar meses antes a la “guerrilla fabril”. Por su parte, la Iglesia, en boca de Monseñor Bonamin, declaraba días antes “Dios le está pidiendo algo al ejército”. Dirigentes sindicales como Casildo Herreras y Victorio Calabró, hombre de la UOM Vicente López y en ese momento gobernador de la provincia de Buenos Aires, conspiraban en secreto con los militares. Otros partidos como el Socialista Democrático de (Norte) Américo Ghioldi también pusieron embajadores e intendentes. Hay que destacar que el Partido Comunista que venía desde 1975 promoviendo la convergencia cívico-militar, apoyó públicamente al gobierno de Videla a quien caracterizaban como una “paloma” frente a una supuesta ala de “halcones” pinochetistas. Una de las razones de este apoyo hay que buscarla en el papel de la Unión Soviética como comprador de granos de la Argentina, en momentos en que EE.UU. le había declarado un embargo cerealero. Incluso el peronismo que fue destituido del poder por el golpe colaboró con 192 intendentes a la dictadura.

¿Hubo oposición al golpe?

RW: Ya dijimos que la burguesía y sus partidos fueron promotores del golpe. Las clases medias que mayoritariamente habían votado “por izquierda” en 1973 en 1976 serán la base social que legitimará el golpe militar. Las clases medias habían sido golpeadas en su nivel de vida por la crisis de 1975 y azuzadas por el lockout patronal de febrero y el desabastecimiento, y por eso terminaron sumándose a una salida de “orden”.

En esta situación la única oposición provino de la clase obrera, sobre todo de sus sectores avanzados, organizados en las coordinadoras y los partidos de izquierda que en ellas participaban. El 24 de marzo más de 100 fábricas pertenecientes a las distintas regionales de las coordinadoras hicieron un paro. Sin embargo, el movimiento obrero de conjunto no pudo dar una respuesta ya que la burocracia sindical dirigida por Casildo Herreras y Lorenzo Miguel no ofreció ninguna resistencia y permitió que los militares se alzaran con el poder. En el caso de Herreras, son célebres sus palabras, “yo me borré”, dijo desde Uruguay cuando era interrogado por los periodistas una semana antes del 24. Hubo dirigentes que fueron colaboradores del genocidio, como el fallecido José Rodríguez del SMATA que entregó a toda la comisión interna de la Mercedes Benz de González Catán. En 1976 el sindicato Luz y Fuerza realiza la primera huelga por la cesantía de 200 compañeros. Antes había habido paros a nivel de fábrica como en la General Motors o la misma Mercedes Benz, por despidos o por los compañeros desaparecidos. La otra veta de la oposición a la dictadura, más conocida, provino de parte de las Madres de Plaza de Mayo.

FA: -Hay que tener en claro que la clase trabajadora fue derrotada por responsabilidad de sus direcciones políticas. Perón volvió a la Argentina en 1973 para cumplir el papel asignado por la burguesía de desviar el proceso revolucionario y no para encabezar un movimiento de liberación como proclamaban los Montoneros y los activistas peronistas. Perón optó por las Tres A y la burocracia sindical para ponerle un freno a la insurgencia obrera que la sobrepasaba; Perón apostó al Pacto Social para recomponer la ganancia capitalista y disciplinar a los trabajadores, y la burocracia sindical fue el principal sostén de esta política. Cuando el gobierno de Isabel estuvo contra las cuerdas en junio-julio de 1975 Lorenzo Miguel la sostuvo contra la voluntad mayoritaria expresada en las calles. La política guerrillerista de los Montoneros que aislaba a la vanguardia del conjunto de las masas y que confiaba en recomponer la alianza con la burguesía nacional fue un factor adicional que colaboró con la derrota. Un balance similar le cabe al PRT-ERP.

En el proceso revolucionario de 1969-1976 faltó el instrumento fundamental para la victoria, un gran partido revolucionario de la clase obrera.

Hay una conclusión muy importante, sobre todo cuando el gobierno peronista de los Kirchner habla de representar al “campo popular” contra una “derecha destituyente”: es necesario romper con las prédicas de colaboración de clases con la burguesía nacional y levantar una política independiente de la clase trabajadora, no sólo para evitar las derrotas a manos de la reacción, sino también para obtener la victoria.

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