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Un espectro amenaza a Europa

El premio Nobel de economía y columnista de The New York Times, Paul Krugman vaticinó la “salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes”. En caso de cumplirse este pronóstico tanto Krugman como los periódicos Financial Times y Der Spiegel, sostienen que el pánico se extendería al resto de la eurozona y que el próximo paso sería una corrida bancaria en España e Italia

Paula Bach

17 de mayo 2012

El premio Nobel de economía y columnista de The New York Times, Paul Krugman vaticinó la “salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes”. En caso de cumplirse este pronóstico tanto Krugman como los periódicos Financial Times y Der Spiegel, sostienen que el pánico se extendería al resto de la eurozona y que el próximo paso sería una corrida bancaria en España e Italia que podrían llevar ya sea a eventuales “corralitos”, a una inyección de crédito del Banco Central Europeo con posteriores políticas “más flexibles” o de lo contrario, directamente al fin del euro.

Recesión: los límites de los rescates financieros

A fines del año pasado, frente al inminente riesgo de quiebra de algún banco que desencadenara una nueva situación al estilo “Lehman”, el BCE decidió ampliar a 3 años la provisión ilimitada de liquidez a los bancos a un interés fijo del 1% anual. Como señalamos en aquel momento “esa inyección masiva de liquidez, lejos estuvo de convertirse en nuevos créditos que actúen como estímulo a la economía de la Eurozona” logrando, sólo temporalmente “contener un estallido pero de ningún modo actuar sobre las tendencias recesivas que se instalan con fuerza en Europa”1. Apenas unos meses más tarde la denominada troika negociaba un nuevo plan de “ayuda” para Grecia y la reestructuración de su deuda que como también señalamos “evita la quiebra desordenada de Grecia y su salida del euro a corto plazo, pero no resuelve sino que agrava brutalmente los problemas del país, dejando a la vez importantes incertidumbres sobre el futuro de la UE.”2

Si las políticas europeas de salvatajes financieros, contuvieron las tendencias a un estallido al estilo “Lehman”, los violentos ajustes de clásico corte neoliberal, aceleraron los elementos recesivos no sólo en los países más débiles sino en el conjunto de los miembros de la Eurozona que creció 0% durante el primer trimestre del año. La economía italiana se contrajo 0,8% registrando 3 trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PBI, España se contrajo 0,3%, registrando 2 trimestres consecutivos de caída, Grecia se contrajo nuevamente 6,2%, Francia registró un crecimiento nulo y Alemania, con un famélico crecimiento del 0,5%, representa la economía más vigorosa de la zona. La ironía es que esta situación predominantemente recesiva acabaría provocando por un lado fuertes crisis políticas como la que actualmente se desarrolla en Grecia y por el otro, condiciones de insolvencia bancaria como en España, que revivieron, por otra vía, las tendencias al estallido financiero.

España: recesión y nacionalizaciones bancarias

A las políticas de ajuste fiscal y recortes sociales implementadas en España durante los últimos años, se suma el plan de ajuste y reforma laboral (que abarata y facilita los despidos) lanzados por el gobierno conservador de Rajoy para cumplir con las exigencias de Bruselas y Berlín. Estas medidas no han hecho más que profundizar la recesión, alcanzando la tasa de desocupación un valor cercano al 25% con lo que el número total de desocupados tocó un máximo histórico de más de cinco millones y medio de personas. La continuada recesión en España provoca una caída persistente del valor de la propiedad que hace que gran parte de las personas que contrataron una hipoteca en los últimos años, deban actualmente más de lo que valen sus casas. Es el producto de que bajo la política de desapalancamiento y saneamiento de los balances bancarios y liquidación de su stock inmobiliario, se traslada a los compradores el riesgo bancario. Si relacionamos esta situación con los recortes de beneficios sociales y el incremento de la desocupación, es comprensible que el eslabón débil de la economía española se encuentre en sus bancos fuertemente comprometidos en el negocio de la especulación inmobiliaria. Bankia, la cuarta entidad bancaria de España debió ser nacionalizada hace pocos días a la vez que el gobierno lanzó un paquete de medidas que incluye un fuerte aumento de las provisiones a los bancos. Sin embargo estas medidas incrementaron la desconfianza en el sector bancario que lideró las caídas bursátiles y no lograron frenar la fuga de capitales, cuestión que llevó al ministro de economía a solicitar a al BCE un mayor respaldo en la compra de deuda española. El BBVA (segundo banco de España) plantea en su informe a la SEC que las tensiones financieras en Europa son actualmente peores que aquellas que siguieron a la quiebra de Lehman en septiembre de 2008.

Frente único neokeynesiano

La apremiante situación económica y financiera de España debe entenderse como parte de un contexto europeo en el que reinan fuertes tensiones sociales y políticas. A la caída de 16 gobiernos en Europa hay que agregar los recientes resultados electorales3. Un complejo contexto político en el que destacan elementos de polarización a derecha e izquierda, en el marco de las tendencias recesivas reinantes, genera en amplios sectores dirigentes de la burguesía no sólo la “sospecha” de que las medidas financieras implementadas hasta ahora podrían resultar insuficientes sino un profundo temor a que las políticas de Berlín y Bruselas, consigan finalmente que la situación se salga de control. Es en este contexto y, más allá de lo apremiante de la situación financiera y económica, en el que hay que comprender las predicciones de Paul Krugman, Nouriel Roubini, y los periódicos The New York Times, Financial Times y Der Spiegel. Se está gestando una suerte de frente único neokeynesiano encabezado por el propio Krugman pero que podría incluir hasta personajes como Hollande o el dirigente de la coalición de izquierda reformista Syriza, dispuesto a evitar un desplome del euro pero presionando tanto como sea posible para que el establishment alemán y Bruselas “bajen un cambio”. Esto podría significar distintas medidas tales como una intervención más decidida del Banco Central Europeo, no ya prestando a los bancos y aceptando títulos de deuda como garantía, sino comprando directamente títulos de las deudas de los distintos Estados, la aceptación de algún tipo de plan de eurobonos para alivianar la carga de la deuda, que el BCE autorice un cierto nivel de inflación que les permita a las economías del sur de Europa recobrar competitividad a costa de la conocida “ilusión monetaria” keynesiana4, como la imposición de algún tipo de punción sobre el sector financiero. Es decir políticas semejantes a las tibias medidas de Obama en Estados Unidos. Pero recordemos que ni siquiera una política reformista cualitativamente más audaz como la implementada por el gobierno Roosevelt en Estados Unidos a partir del año 1933, logró que la economía norteamericana recuperara su nivel previo a la crisis de 1929. Recién la preparación para la segunda guerra, con el montaje del aparato militar-industrial parasitando una demanda garantizada por el Estado, señaló el inicio de la verdadera recuperación de la economía norteamericana.

Pero ¿Saldrá Grecia finalmente de la zona? Distintos analistas sostienen que el mercado se viene preparando para una tal situación y que las medidas ya implementadas por el BCE y por el último “rescate” y reestructuración de deuda griega, habrían delineado un panorama de relativa contención por lo cual no necesariamente la salida de Grecia implicaría la desintegración de la zona. Aunque no puede descartarse esta hipótesis hay que tener en cuenta que la crisis política y la agudización de la situación en España y también en Italia, minan los alcances de dicha contención. ¿Se verá la debilitada Merkel, obligada a implementar algún tipo de flexibilización de su política? No podemos saberlo, lo que es seguro es que, como bien plantea Krugman en su último libro, la situación actual se está pareciendo a la manera en la que John Maynard Keynes describió la década del 30: “estado crónico de actividad inferior a la normal durante un período de tiempo considerable, sin tendencia marcada ni hacia la recuperación ni hacia el hundimiento completo”5. Si ese estado crónico afecta principalmente a Europa, también afecta a la débil economía norteamericana y amenaza a la ya no tan pujante economía china. No hay salidas tranquilizadoras para la peor crisis de la historia después de los años 30 en la que empiezan a despuntar elementos de polarización política y en la que cualquier estrategia diseñada por la burguesía va a estar orientada a descargar la crisis de manera más o menos evidente sobre las espaldas de los trabajadores, preparando nuevas y peores catástrofes.

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