En medio de una nueva campaña de los medios, la derecha y el gobierno kirchnerista de Scioli, para fortalecer el poder de las fuerzas represivas, el lunes 9 la madre de Damián Rosende, víctima del gatillo fácil del prefecto Bernardino Luque, se enteró que el asesino de su hijo se había fugado. Tras años de lucha, Luque había sido condenado el 8 de septiembre de 2009 por el TOC 8 de Lomas de Zamora a 14 años de prisión por el homicidio de Damián, ocurrido el 11 de abril de 2003. Si bien salió esposado de la sala de juicios, 80 días después la justicia decidió dejarlo en libertad hasta tanto la sentencia quedara firme. Luque tuvo el privilegio que tienen todos los asesinos de uniforme y los genocidas, de esperar a que se le confirme la pena en su domicilio. Recordemos que lo mismo se está haciendo con el policía que me disparó, José Salmo.

EL 15 de junio se confirmó la pena de prisión efectiva, pero ya no hay a quién enviar a prisión ya que Bernardino Luque no se encuentra en su domicilio. Una vez más la justicia abre la puerta a la impunidad, esta vez no en forma directa sino dando tiempo para que el asesino se escape.

Damián tenía 18 años, era ex alumno del Normal de Quilmes y estaba en el CBC de Ciencias Políticas. Justamente cuando Luque le disparó iba en colectivo a la facultad. Era un pibe sensible, tenía una banda de rock e, incluso, había llegado a venir a la primera marcha que hicimos para pedir justicia por mi caso. Como bien decía Damián en una de las letras de sus canciones, refiriéndose a los asesinos de la dictadura y que es perfectamente aplicable a los asesinos de gatillo fácil: “… los asesinos caminan entre nosotros, en el mismo lugar que vos...”.

El año pasado demostramos que con la movilización pudimos meter preso a Luque. Tenemos que retomar ese camino para que no triunfe la impunidad.

Carla Lacorte, víctima del gatillo fácil e integrante del CeProDH