SE TERMINÓ. El balance deja sensaciones contradictorias. En un mundial de bajo vuelo donde primaron planteos conservadores (por eso cuesta encontrar la figura del mundial o el “gran” equipo), Argentina demostró no ser menos que ninguno de los que definen el torneo. Sin embargo, salvo en el histórico 6 a 0, da la impresión que podría haber dado algo más. ¿Papel digno o fracaso? Polémica condimentada con tristeza por lo que pudo haber sido y no fue.
Viernes. Los trabajadores contratados del Gobierno de la Ciudad, envalentonados por la exitosa marcha de mil personas del día previo, bajo la consigna “Gobierno de la Ciudad: Campeón Mundial del trabajo precario”, querían seguir de festejo en el bar con el partido. Los penales les deparaban otro destino.
Queda la idea de que si Argentina era más contundente, Alemania no empataba. Si bien tuvo dominio de balón y en eso fue superior al local, le faltó audacia. Retomamos una crítica estratégica: el exceso de dependencia de Riquelme ¿qué pasa cuando no funciona? El error de Pekerman fue no incluir a otro que lo acompañe en la creación, a los de José le faltaron variantes en el armado de juego.

Martes. De nuevo en el bar y con la bronca más digerida. “Lo bueno es que recuperamos la identidad, no como con Passarella que no se sabía a qué jugaba y mucho menos con Bielsa que éramos puro centro del Piojo López”, consuela Carlos a todos. “La de Basile fue la última que dio alegría a la gente”, recuerda Germán. “¡Ahora los muchachos cumplieron! nos fuimos invictos. No era la máquina, pero se trató bien la pelota”, se apura Laura. “Ojo que al DT le faltó astucia táctica con jugadores para animarse, eh! Puso a Cuchu y sacó a Romy, para colmo dejó a Messi en el banco de nuevo”, contesta Germán. Laura, enojada, se planta: “Ese caprichoso ¡no miraba el partido! Hizo bien en colgarlo. Con la presión del entorno por ser el mejor, nunca tuvo actitud de equipo. La cara opuesta es Zidane que a punto de retirarse se para por arriba de las presiones. Dijo que juega para divertirse. Y así llevó a Francia a la final ”.

Vendetta. Italia-Alemania en la TV. ¿Por qué Pekerman no habrá hecho los cambios que hizo el DT italiano?, piensa Aurelio en la barra. De pronto, gol de Italia. La simpatía inunda el bar. Del Piero da otro cachetazo a los de Klinsmann. “¡Qué pesto les dieron los tanos!, festeja Laura. “¿Para eso nos dejaron afuera los alemanes? Qué fiasco”, se queja Germán. “¡Aurelio! ¡Es la sorpresa del Mundial!”, le grita Ana al amigo que observa sorprendido.

Inmigrantes con distintas realidades. Para Aurelio, el gran batacazo lo dio Francia y no sólo por llegar a la final, por la movilización de los inmigrantes contra el intento del Ministro Sarkozy de deportar a los extranjeros y sus hijos. Paradójicamente, justo el día en que le ganaban a Brasil con un plantel lleno de jugadores nacidos en varias ex colonias francesas en África, las crónicas del día aclaraban: “La razón es que la nueva ley migratoria francesa ha optado por la ‘inmigración elegida’, en desmedro de la inmigración ‘basura’, como las víctimas y sus defensores la califican. Prefieren que lleguen científicos, artistas, deportistas, a los que están dispuestos a darles una visa de 6 años, renovable cada tres. No quieren inmigrantes económicos no calificados.” (Clarín, 2 de julio) Aurelio les habla a los pibes: “Le Pen declaró que no festeja porque hay mayoría de negros en el equipo. ¿Sabían que Zidane es hijo de argelinos y se crió en un suburbio de inmigrantes en las afueras de Marsella. El padre trabajaba en un supermercado? Hoy Sarkozy los hubiese deportado”. “El fútbol les cambió la suerte”, piensa Laura en voz alta, “sino, serían trabajadores de segunda, como nosotros acá”. “Por eso sigamos peleando, así el batacazo lo damos nosotros”, reflexiona Ana.

Consigna. “Hacen muy bien en organizarse, chicos. Pueden poner otra consigna que está de moda: Telerman afrancesado... pero porque copia los modelos de ‘trabajo basura’ y los inmigrantes africanos que Sarkozy quiere expulsar vendrían a ser ustedes” tira el viejo al despedirse.