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Derechos Humanos

MACRI CONTRA LOS DERECHOS HUMANOS

Obligaciones para el pueblo, derechos para los ricos

La derecha PRO levanta cabeza y empieza a decir lo que realmente piensa. Mauricio Macri acaba de declarar que el siglo XX fue el siglo de los derechos humanos y que el siglo XXI debe ser el de las obligaciones ciudadanas.

Facundo Aguirre

5 de julio 2007

La derecha PRO levanta cabeza y empieza a decir lo que realmente piensa. Mauricio Macri acaba de declarar que el siglo XX fue el siglo de los derechos humanos y que el siglo XXI debe ser el de las obligaciones ciudadanas. Definir al siglo XX de tal forma es como mínimo una muestra de ignorancia o una lectura interesada para terminar con los supuestos “excesos” democráticos conquistados por la lucha obrera y popular.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que guió a la Revolución Francesa de 1789/1794 (siglo XVIII Mauricio, se olvidaron de decírtelo) establecía que todos los hombres eran libres e iguales. Pero a los ideales revolucionarios de la burguesía le sucedieron los intereses egoístas de la burguesía conservadora que con el afianzamiento del capitalismo hicieron de la libertad e igualdad una formalidad que ocultaba la explotación, la opresión y la desigualdad real. La ilusión democrática burguesa de un contrato común que uniera a las personas más allá de las diferencias de clase se fue disipando por la inevitable lucha de clases (dicho sea de paso, recomponer esta ilusión para evitar el choque entre clases es el sentido común que mueve al progresismo). En el siglo XX multitud de guerras, revoluciones, contrarrevoluciones y dictaduras sangrientas abonaron el conflicto. Los derechos humanos de obreros y campesinos fueron violados invariablemente para que el dominio capitalista e imperialista se mantuviera firme ante las amenazas revolucionarias de los explotados. En Argentina la última dictadura del siglo XX ahogó en sangre al sector combativo y militante de la clase trabajadora y la juventud recurriendo al terrorismo de Estado. Su objetivo fue beneficiar a un puñado de grupos capitalistas, entre ellos papá Franco, que vio multiplicar sus empresas y ganancias mediante negociados con el Estado controlado por los militares.

El auge del movimiento de derechos humanos se origina a mediados de los ’70 y responde a la derrota de las clases explotadas. Expresa la defensa de las libertades públicas ante las dictaduras y las políticas represivas de los Estados capitalistas (pero también el discurso del imperialismo para legitimar su dominio y llevar adelante la guerra fría contra el llamado “socialismo real”). En Argentina el movimiento de derechos humanos tiene un enorme significado democrático y popular contra el genocidio que dificulta el uso de las fuerzas represivas del Estado, sobre todo de las FF.AA.
El llamado de Macri a dejar atrás el “siglo de los derechos humanos” tiene el fin de cambiar la agenda pública a favor de una política que ponga en el centro la necesidad del orden y el cumplimiento de la ley –sobre todo aquellas que defienden el derecho a la sacrosanta propiedad privada- para dejar actuar libremente a las fuerzas de seguridad contra los trabajadores y los pobres. Este tipo de razonamiento es el utilizado por Sobisch –aliado hasta hace poco de Macri- para justificar el asesinato del docente Carlos Fuentealba en Neuquén. Pero además, dejar atrás los derechos humanos conlleva echar un manto de piedad sobre el genocidio y frenar el juicio y castigo a los represores asesinos.

El llamado a respetar las obligaciones ciudadanas está dirigido a regimentar a los trabajadores, los pobres y la juventud y no a los grandes patrones y empresarios. Basta un ejemplo, el del falso Ingeniero Blumberg, hasta hace muy poco virtual candidato a la gobernación bonaerense por el PRO. El hombre que hizo de las leyes punitivas contra el delito su plataforma, resultó un fraude que usurpaba un titulo público para ganar respetabilidad social. La actitud PRO fue callar la boca y esperar a ver cómo mide Blumberg en las encuestas para seguir sosteniendo su candidatura. El apego a las obligaciones ciudadanas que pregona el PRO no se aplica en este caso. Como tampoco se aplicarán contra los empresarios y políticos corruptos que hacen de la gestión pública un coto de negociados, como la evasión impositiva, el contrabando o las estafas al Estado, propias de papá Franco. No sea cosa que el grupo Macri caiga en la volteada.

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