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Ante el acuartelamiento policial en la provincia de Santa Fe

Ni narco-policía, ni pacto Bonfatti-Berni para fortalecer la represión

Dos políticas igualmente reaccionarias se dan batalla en la provincia “normal” de Binner y el PS.

PTS Santa Fe

9 de diciembre 2013

Ni narco-policía, ni pacto Bonfatti-Berni para fortalecer la represión

Dos políticas igualmente reaccionarias se dan batalla en la provincia “normal” de Binner y el PS.
De un lado, la policía (ligada por uno y mil lazos a bandas de narcotraficantes con altos niveles de organización) exige un aumento salarial para mejor cumplir su función de organizadora del gran delito; y represión y disciplinamiento social para los trabajadores y sectores más empobrecidos de la sociedad. A pesar del acuartelamiento, la policía mantuvo sus “guardias mínimas”: dos casos de gatillo fácil (acá y acá) en un fin de semana. Hasta el fiscal regional del nodo Rosario, Jorge Baclini, reconoce el incremento de víctimas fatales bajo las balas policiales que compra Bonfatti.

Si bien los medios bloquean la información, se vive un clima enrarecido, con concentraciones policiales (incluyendo frente a la Casa Gris) y rumores de saqueos en distintos puntos de la ciudad de Rosario, que basados en la enorme desigualdad y precareidad a la cual están sometidas las mayorías populares del Gran Rosario, son instigados por la propia policía y sus bandas. Contra quienes quieren estigmatizar y justificar la represión y militarización de las barriadas populares, denunciamos el cinismo pro empresarial que defiende una desigualdad social violenta, como marca el hecho de que el 30% del ingreso total en el Gran Rosario está concentrado tan solo en el 10% de la población, mientras el 70% de la población percibe un máximo promedio de $4.500. La metodología de los saqueos, más aún cuando son contra pequeños comerciantes, pese a ser producto de la desesperación, no es la forma de luchar contra esta desigualdad que imponen los empresarios y sus gobiernos. Muy por el contrario, instigado muchas veces por la propia policía o sectores políticos, tiene el resultado de fortalecer los discurso represivo contra los sectores populares.
La Santafesina SA se sabe la fuerza armada que organiza, a la vez que “contiene” en ciertos límites, a las bandas narcos. Se sabe también como fuerza armada indispensable para contener y reprimir las protestas sociales que indefectiblemente acarrearán los planes de ajuste que ya comienzan a implementar el gobierno nacional y provincial. El reclamo no es “salarial”, sino una exigencia de impunidad para su accionar delictivo, como a su vez, una exigencia de “reconocimiento” por parte del poder político para la función represiva de dicha institución.

Del otro lado, el gobierno provincial de Bonfatti, que defendió a comisario narco Tonioli y promovió al abogado del narco Zacarías como Defensor Adjunto de Rosario, selló un pacto de gobernabilidad con el Ejecutivo Nacional. Dicho pacto fue preparado con encuentros previos con Capitanich, y sellado con el envío de 2000 gendarmes y prefectos. Para que no quedaran dudas, Bonfatti, junto a “Rambo” Berni se subieron a los helicópteros de la policía federal que sobrevolaron todo el domingo la ciudad de Rosario, para dar un símbolo de autoridad y unidad estatal. Bajo la sombra de este helicóptero, la gendarmería (con su larga historia de represión a los trabajadores, como se explica acá) va militarizando la ciudad “socialista”.

Esta mañana, Bonfatti encabezó un acto con el conjunto del arco político patronal (al que ahora se suma la Iglesia) “en defensa de las instituciones”, donde tuvo un discurso coincidente con el de Capitanich, a la vez que intentó dialogar con la fuerza policial diciendo que son “trabajadores” y que “merecen un aumento” pero que no tolerará violencia. El aparato narco-represivo que incluso atentó contra el propio Gobernador, recibe cuantiosos aumentos salariales con velocidad inusitada. Los trabajadores estatales como los docentes, deben protagonizar duras luchas, sufrir agravios gubernamentales, descuentos por sus medidas de lucha, y cuando no sea suficiente, recibirán la represión por parte de la policía que hoy se amotina y carga sus pistolas con las balas “socialistas” de Bonfatti. La policía, como el resto de las fuerzas represivas del Estado, como la Gendarmería y la Prefectura, no son trabajadores. Son los órganos de represión del Estado capitalista. ¿Qué tiene que ver con los trabajadores y el pueblo, una corporación mafiosa que reclama $13 mil pesos de básico para reprimir a quienes salimos a luchar contra los salarios de hambre? Poner un signo igual entre cualquier trabajador y quienes están llamados a reprimirlos, como hace Bonfatti a pesar de su coyuntural enfrentamiento con la fuerza, hace un flaco favor a la lucha de los trabajadores y la pelea por plenas libertades democráticas y contra el gatillo fácil y la impunidad policial.

Hay que comprender el carácter de este enfrentamiento político que se vive a nivel nacional y su expresión provincial. De un lado la policía se siente con más fuerza y autonomía que nunca, producto de la propia política del gobierno nacional y la gestión de Berni en seguridad. Pero también de Bonfatti que vienen acrecentando el poder de fuego policial, por ejemplo, con la compra de un millón de balas adicionales este año, que irán a parar a los cuerpos de la juventud explotada y oprimida de Rosario, y a los arsenales del narco y la trata. La policía acrecienta su poder gracias a la impunidad garantizada por todos los niveles del estado, donde a pesar de remover a ciertos sectores de las cúpulas, se mantiene la impunidad que permite el asesinato de cientos de jóvenes por año en la “ciudad del bang”.

Del otro, Bonfatti (luego del atentado que demuestra que a pesar de hacerle muchos favores, la fuerza no reconoce su control político), junto con Berni, quieren utilizar esta batalla para garantizar la autoridad estatal. De lo que se trata es una disputa por los niveles de autonomía que tendrá la fuerza, pero ninguno de los bandos cuestiona un ápice el rol de la policía como represora y disciplinadora social de los trabajadores y la juventud. Es una disputa que se da en el marco del reconocimiento de uno y otro bando de la necesidad de atestar las calles de fuerzas de represión. Por esto la entrada de gendarmes y prefectos.
Si se fortalece el reclamo policial con un triunfo, se fortalece el poder de fuego de la policía con mayor autonomía aún. Si en cambio ganan la pulseada el tándem Bonfatti-Berni, pueden limitar que la policía conquiste aún mayores niveles de autonomía, pero fortaleciendo el poder de fuego de la gendarmería y la prefectura, y un bloque estatal unitario que se sentirá poderoso para bloquear los reclamos salariales completamente legítimos de los (verdaderos) trabajadores estatales, docentes, municipales, etc., como así también cualquier lucha de trabajadores y jóvenes. Es un juego político donde para los trabajadores y el pueblo solo cambia el color del uniforme que va a dispararles.

Por eso, la clave es denunciar a ambos bandos y apostar a que la clase trabajadora y la juventud intervengan con sus propios métodos. Lamentablemente, sindicatos como La Bancaria de Rosario se ha pronunciado en apoyo a Bonfatti y su pacto con el gobierno nacional “en defensa de las instituciones”. Del otro lado, de forma cada día más inexplicable, sectores de la izquierda como IS que apoyan el reclamo policial.

A contramano de estas políticas que solo fortalecen a uno u otro bando reaccionario, debemos apostar a una postura independiente de los trabajadores, empezando por sus sindicatos combativos como Amsafé Rosario y la CTA Rosario, junto con organismos de DDHH independientes de los gobiernos, Centros de Estudiantes combativos y organizaciones de la izquierda y populares, que comience por exigir el retiro de la gendarmería y prefectura de Rosario y denunciando toda política de fortalecimiento de la represión e impunidad policial.

Este artículo es unpost publicado en el blog que impulsan militantes del PTS de la ciudad de Rosario.

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