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Historia

Marx y las revoluciones del siglo XIX

Marx y el proceso revolucionario en Francia - Segunda Conferencia (Parte II)

12 de octubre 2006

La derrota de junio
La burguesía era conciente que no podía consolidar su dominación si no era propinando una derrota de magnitud al proletariado. El 17 de marzo, el 16 de abril y el 15 de mayo, se producen distintos enfrentamientos que van a constituir el prólogo de las barricadas de junio. En el último, es ocupada la Asamblea Constituyente por una manifestación obrera que demanda una ayuda a Polonia y un impuesto especial sobre los ricos. Durante la confusa acción, va a ser un provocador infiltrado entre los manifestantes, Huber (que había sido reclutado por la policía bajo el régimen de Luis Felipe), quien va a declarar disuelta la Asamblea y llama a marchar al H˜ôtel De Ville. El llamado es seguido por Barb˜és y Albert. Allí se proclama un nuevo gobierno provisorio que es disuelto pocas horas después por la acción de un batallón de la 10° legión formado por los hijos de las más grandes familias aristocráticas francesas. Blanqui, Barb˜és, Albert y otros líderes de los clubes revolucionarios son arrestados. Es así que, a mediados de mayo, a menos de tres meses del derrocamiento de Luis Felipe, varios de los principales dirigentes del proletariado francés se encuentran prisioneros.
Aprovechando los efectos de la catastrófica acción del 15 de mayo, la burguesía continúa con las provocaciones. Alfred Falloux, un político reaccionario legitimista y clerical que encabeza una subcomisión dentro de la “comisión del trabajo”, lanza el 30 de mayo un ataque en regla a los “talleres nacionales”: “Los talleres nacionales, desde el punto de vista industrial, no son más que una huelga organizada a 170.000 francos por día; desde el punto de vista político, un fuego activo de fermentación amenazante; desde el punto de vista financiero, una dilapidación cotidiana y flagrante; del punto de vista moral, la alteración más penosa del carácter glorioso y puro de la clase obrera”. Entre las “propuestas” de la comisión que integraba junto al banquero Goudchaux y al orleanista Dupin está la de enviar a sus regiones a todos los obreros con menos de seis meses de residencia en el departamento del Sena (donde se encuentra París) y licenciar a todos los obreros entre 18 y 25 años que se hubieran negado a enrolarse en el ejército. Finalmente, el decreto con estas medidas es publicado el 21 de junio forzando al proletariado al combate. Marx señala en Las luchas de clases en Francia: “El proletariado de París fue obligado por la burguesía a recurrir a la insurrección de junio. Esto marca su condena de muerte. Ni su necesidad directa y confesada lo impulsaba a querer conseguir por la fuerza el derrocamiento de la burguesía, ni tenía aún fuerzas suficientes para imponerse en esta misión. El Moniteur1 tuvo que hacerle saber oficialmente que habían pasado los tiempos en que la república tenía que rendir honores a sus ilusiones y fue su derrota la que lo convenció de esta verdad: que hasta el más mínimo mejoramiento de su situación es, dentro de la república burguesa, una utopía; y una utopía que se convierte en crimen tan pronto como quiere transformarse en realidad. Y sus reivindicaciones, desmesuradas en cuanto a la forma, pero minúsculas e incluso todavía burguesas por su contenido, cuya satisfacción quería arrancar a la república de febrero, cedieron lugar a la consigna audaz y revolucionaria: ¡Derrocamiento de la burguesía! ¡Dictadura de la clase obrera!”.
Este planteo, la dictadura del proletariado, presente en las barricadas de París a través de la agitación de los sectores más avanzados de la clase obrera, no se refería a la acepción política del término “dictadura”, a su referencia a una forma de gobierno, sino al contenido social de quién ejerce el poder. Hace referencia al hecho que siempre que estamos frente a sociedades basadas en la existencia de clases sociales antagónicas, una de ellas ejerce su “dictadura” sobre el resto. Al contrario de lo ocurrido en todas las sociedades donde una minoría de propietarios vive de la explotación de la mayoría trabajadora, la dictadura del proletariado sería la primera ocasión donde la mayoría impondría su poder sobre el puñado de explotadores. Para entonces, Marx no hacía casi referencia a las formas políticas que tendría la dictadura proletaria, más allá del hecho que implicaba el armamento general del proletariado y la conquista para la clase obrera de los derechos de los que era privada por la dominación de la burguesía a través de la “expropiación de los expropiadores”. Luego de la experiencia de la Comuna de París en 1871, a la que nos referiremos en la cuarta conferencia, Marx señalará en qué sentido las medidas tomadas por la Comuna eran una primer expresión de las formas que asumiría la dictadura proletaria.
Volviendo a junio de 1848, el combate es sangriento y se extiende por cuatro días, del 22 al 26 de junio. A pesar del valor y la heroicidad mostrada por los obreros, que luchan con sus principales dirigentes en prisión y sin objetivos claros, son derrotados por las fuerzas encabezadas por el ministro de guerra, el general Cavaignac y por los efectivos de la Guardia Móvil, que se contaron entre los más sanguinarios. La burguesía exterminó a más de 3.000 prisioneros, además de miles de exiliados y encarcelados. Marx dice que estos enfrentamientos fueron “la primera gran batalla entre las dos clases de la sociedad moderna”, entre el proletariado y la burguesía.
La derrota de junio marcará el fin de las ilusiones del proletariado en la “república social”, en que podría conquistarse la emancipación social en el seno de la república burguesa. Mostraría la imbricación entre la revolución proletaria y las revoluciones democráticas y nacionales que cruzaban Europa y, luego de junio, “fueron despojadas de su aparente autonomía, de su independencia respecto a la gran transformación social. ¡El húngaro no será libre, ni lo será el polaco, ni el italiano, mientras el obrero siga siendo esclavo! (…) Europa ha adquirido una fisonomía que hará coincidir directamente con una guerra mundial todo nuevo levantamiento proletario en Francia. La nueva revolución francesa se verá obligada a abandonar inmediatamente el terreno nacional y a conquistar el terreno europeo, el único en que puede llevarse a cabo la revolución social del siglo XIX. Ha sido, pues, la derrota de junio la que ha creado todas las condiciones dentro de las cuales Francia puede tomar la iniciativa de la revolución europea. Sólo empapada en la sangre de los insurrectos de junio la bandera tricolor pudo transformarse en la bandera de la revolución europea, en la bandera roja. Y nosotros exclamamos: ¡La revolución ha muerto! ¡Viva la revolución!”2.

La disputa en torno al “derecho al trabajo”
Después de la derrota de junio se abre un momento político reaccionario. La pequeñoburguesía de tenderos y comerciantes parisinos había apoyado la brutal represión contra los obreros, exigiendo orden, haciéndose eco de la propaganda antiobrera de las fuerzas reaccionarias. Después de los tres primeros meses de agitación política y social, querían que las cosas vuelvan a “la normalidad”, volver a sus negocios. “Nadie había luchado más fanáticamente en las jornadas de junio por la salvación de la propiedad y el restablecimiento del crédito que los pequeños burgueses de París”, dice Marx. Sin embargo, la respuesta de la burguesía fue la negativa por parte de la Asamblea Nacional Constituyente a votar lo esencial de una ley llamada de los “convenios amistosos”, que buscaba evitar los quebrantos generalizados dando prórrogas en el pago de los vencimientos a todo comerciante que probara que la quiebra era producto de la paralización de los negocios producida por la revolución de febrero. Esta propuesta fue rechazada el 22 de agosto, provocando la ruina de gran parte de la pequeño burguesía, que pasó políticamente a la oposición contra una Constituyente donde, a pesar de su composición predominantemente monárquica –había 500 realistas sobre 900 representantes- habían ganado preponderancia los republicanos burgueses agrupados en el periódico El Nacional.
La nueva constitución fue elaborada entre el 4 de septiembre y el 23 de octubre. Para el 10 de diciembre de 1848 se fijó la fecha de la elección presidencial. Por su parte, la Asamblea Legislativa que sustituiría a la Constituyente sería electa posteriormente, ya que ésta había acordado no disolverse antes de promulgar las leyes orgánicas complementarias a la constitución.
La Constituyente se opuso a incluir un artículo consagrando el “derecho al trabajo”, que había motivado la acción proletaria en la revolución de febrero. Marx va a decir en un conocido pasaje de Las luchas de clases en Francia que este reclamo es “la primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado”, ya que “detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y por consiguiente la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas”. Según va a señalar Engels en el famoso Prólogo a la edición alemana de 1895 de este trabajo, esta es la primera vez en que se formula con total claridad la tesis por la cual el socialismo científico “se distingue tajantemente de todos los distintos matices del socialismo feudal, burgués, pequeñoburgués, etc., lo mismo que de la confusa comunidad de bienes del comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo3”.

La elección de Luis Napoleón Bonaparte
Los republicanos burgueses, que esperaban llegar a la presidencia con la candidatura del general Cavaignac, el mismo que dirigió la brutal represión contra la insurrección de junio, fueron los grandes derrotados de la elección del 10 de diciembre. Cavaignac sólo obtuvo 1.448.000 votos, mientras Luis Napoleón Bonaparte conseguía 5.434.000 votos, ayudado por legitimistas y orleanistas pero basándose fundamentalmente en el voto campesino y del ejército. Con agravios propios contra Cavaignac y los republicanos burgueses, también parte importante del proletariado y de la pequeño burguesía votó por “el sobrino del tío”. Ledru-Rollin, expresión de los demócratas pequeñoburgueses agrupados en el periódico La Reforma, obtuvo por su parte 371.000 votos; Fran˜çois Raspail, a quien votaron los sectores políticamente más concientes de la clase obrera, 37.000; y Lamartine, sólo 8000.
Marx hace un análisis muy interesante de esta elección, señalando que Bonaparte no expresa, en realidad, a ninguna fracción social directamente, pero que recibe el apoyo de distintas clases por diferentes motivos. En primer lugar los campesinos, que lo votan porque opinaban que iba a retirar los gravosos impuestos que el gobierno provisional había colocado sobre sus hombros: “El 10 de diciembre de 1848 fue el día de la insurrección de los campesinos (…) La república se había presentado ante esta clase con el recaudador de impuestos; ella se presentó ante la república con el emperador. Napoleón había sido el único hombre que había representado íntegramente los intereses y la fantasía de la clase campesina, recién creada en 1789 (…) Para los campesinos, Napoleón no era una persona, sino un programa. Con música y banderas, fueron a las urnas al grito de ¡Basta de impuestos, abajo los ricos, abajo la república, viva el emperador! Detrás del emperador se escondía la guerra de los campesinos. La república que derribaban con sus votos era la república de los ricos”4. La clase obrera vota a Bonaparte, porque de esa manera repudia al candidato que había sido quien dirigió la represión contra las barricadas de junio. Para la pequeñoburguesía, ese mismo candidato representaba a quien le había negado los “convenios amistosos. Y para las fracciones de la gran burguesía que representaban legitimistas y orleanistas era desembarazarse del sector del que se habían servido para enfrentar la revolución, pero que se volvía inconveniente para sus planes futuros: para ellos, la instalación de Luis Bonaparte en la presidencia era el comienzo de la restauración monárquica.
Sobre el campesinado parcelario francés, Marx realizará una serie de observaciones muy interesantes respecto a su apoyo a ambos Napoleones. Este campesinado se había hecho propietario en Francia como consecuencia de la gran revolución de 1789. En El 18 Brumario de Luis Bonaparte va a señalar que “en la medida en que millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil, aquéllas forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase. Son, por lo tanto incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una convención. No pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las demás clases y les envíe desde lo alto la lluvia y el sol”. De ahí que a pesar de la situación de explotación que el campesino sufría respecto del capitalista al que se encontraba endeudado y del capital en general que lo sometía con impuestos crecientes, este no podía para Marx jugar un papel político independiente y, menos aún, constituir una fracción dirigente del conjunto de las clases oprimidas, cuestión que quedaba reservada para el proletariado.

1 El periódico donde se publicaban las resoluciones del Gobierno.
2 Karl Marx, Las luchas de clases en Francia (1848-1850), en Marx-Engels, Obras Escogidas, Tomo 4, pág. 201, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, 1973.
3 Una crítica a estas corrientes socialistas y comunistas puede leerse en el tercer capítulo del Manifiesto Comunista.
4 Ídem, pág. 209-210.
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“Un combate de clase”

Así caracteriza un reaccionario –pero lúcido- Alexis de Tocqueville la insurrección de junio: “La insurrección de junio fue la más grande y singular que ha habido en nuestra historia y puede ser que en toda otra. Los insurgentes combatieron sin ‘grito de guerra’, sin jefes, sin bandera y sin embargo como un conjunto maravilloso y una experiencia militar que asombra a los más viejos oficiales. Lo que la distingue entre todos los eventos de este género que se han sucedido desde hace sesenta años entre nosotros, es que ella no tuvo por objetivo cambiar la forma del gobierno, sino alterar el orden de la sociedad. Ella no fue, a decir verdad, una lucha política sino un combate de clase”.
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GLOSARIO

Albert
(1815-1895) Su verdadero nombre era Alexandre Martin; obrero francés socialista, miembro en 1848 del gobierno provisional.

Barb˜és, Armand (1809-1870) Revolucionario francés; primero compañero de Blanqui, luego se enfrentó abiertamente con él durante la revolución de 1848, en la que encabezó el Club de la Revolución; por su actuación en los acontecimientos del 15 de mayo de 1848 fue condenado a prisión perpetua; fue amnistiado en 1854.

Cavaignac, Louis Eug˜éne (1802-1857) General y político francés, republicano moderado burgués; desde mayo de 1848 ministro de Guerra; reprimió con excepcional ferocidad la insurrección de junio; jefe del Poder Ejecutivo de junio a diciembre de 1848.
Lamartine, Alphonse de (1790-1869) Poeta, historiador y político francés; en 1848 ministro de Relaciones Exteriores y en la práctica jefe del gobierno provisional.

Ledru-Rollin, Alexandre-Auguste (1807- 1874) Abogado y político francés. Defensor del sufragio universal en Francia, en 1839 fue elegido diputado. Durante la revolución de 1848 se unió al gobierno provisional republicano. Enfrentado a Luis Napoleón en 1849, marchó al exilio en Gran Bretaña, donde prosiguió su lucha política. Es autor de numerosos escritos.

Raspail, Fran˜çois Vincent (1794-1878) Destacado científico naturalista francés; socialista, muy próximo al proletariado revolucionario; participó de las revoluciones de 1830 y 1848; diputado a la Asamblea Constituyente.

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