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Historia

Lenin y la historia del Partido Bolchevique - TERCERA CONFERENCIA (Parte III)

La derrota de la Revolución de 1905

27 de julio 2006

El zarismo responde a la huelga de octubre de 1905 con la incorporación de un ministro que tiene posiciones de coqueteo con los liberales. Pero la huelga se va agotando y, después de dos semanas, se propone el regreso al trabajo para preparar el segundo embate. Mientras tanto se sostiene una lucha por la amnistía de todos los detenidos y perseguidos por el régimen, obligando al zarismo a otorgar esta concesión.
El régimen, sin embargo, lanza acciones de contrarrevolución abierta, organizando pogromos contra los judíos y los barrios obreros. Entre octubre de 1905 y abril de 1906, 15.000 muertos por pogromos: el terror blanco amedrenta a las masas, mientras el soviet organiza destacamentos de obreros armados para la defensa.
A la vez hay una lucha muy importante contra la censura. Hasta ese momento, toda publicación tenía que pasar por el control de un departamento del gobierno, que determinaba qué se publicaba y qué no. El soviet resuelve, entonces, que no se acepta más ninguna publicación censurada y el sindicato de tipógrafos vota que ninguna publicación que mande su edición primeramente a la censura será editada.
Otro elemento muy importante de este período es la lucha que se extiende por la jornada de ocho horas de trabajo, que en algunas fábricas se impone por la propia acción de los obreros que se retiran al cumplirse esta jornada. Pero hay una fuerte reacción patronal que organiza un lock out y la lucha es derrotada. Aunque las masas no lograron las ocho horas, esa idea ganó su simpatía y se transformó en una reivindicación sentida por todos los obreros de San Petersburgo.
Hasta ese momento, la revolución había sido predominantemente urbana, proletaria, con el sello de los métodos obreros, como la huelga política de masas. Pero en el mes de octubre también empiezan los levantamientos en el campo. Los mujiks asaltan a los terratenientes y saquean el grano que éstos acaparaban. Se incendian 2.000 haciendas en un breve lapso y se funda una unión campesina panrusa al calor de este primer levantamiento. El campesinado aún no había hecho la experiencia del movimiento obrero, que comenzó con el Domingo Sangriento del mes de enero, atravesó una etapa de confianza en las promesas del régimen, y se encontraba en sus momentos decisivos en octubre. El campesinado recién comenzaba. Había disparidad de tiempos entre las concentraciones urbanas proletarias y el movimiento campesino, lo que será uno de los elementos que explicará la derrota.
En el mes de noviembre se realiza una segunda huelga importante en apoyo a los marineros de Kronstadt. Se trataba de un levantamiento que es aplastado rápidamente, en pocas horas. Pero cuando se comenta que los marineros serán ajusticiados por las fuerzas represivas, el soviet convoca a una gran manifestación y se produce una imponente paralización general de la ciudad que le salva la vida a los amotinados. Esta huelga también levanta la consigna de terminar con el estado de sitio en Polonia, impuesto por el zar. Poco después, alentados por la defensa que se hace de los marineros de Kronstadt, tiene lugar el levantamiento de la flota de Sebastopol, que dura varios días, en el mes de noviembre. Fracciones del ejército se suman a este levantamiento, que estaba dirigido por un bolchevique.
Frente a esta tendencia a los levantamientos, en San Petersburgo el régimen lanza un ataque contra los dirigentes del soviet y de la unión campesina. El soviet elige un nuevo comité ejecutivo en el que se encuentra Trotsky como presidente, quien tampoco durará mucho en el cargo, porque el 3 de diciembre se hace una redada contra el soviet y todo su comité ejecutivo es encarcelado.

La insurrección de Moscú
Mientras tanto, el centro de los levantamientos se va trasladando a Moscú. A principios de diciembre tiene lugar una insurrección, con una gran demostración de lucha de calles. Lenin señala: “Las formas principales del movimiento de diciembre en Moscú fueron las huelgas y las manifestaciones pacíficas. La inmensa mayoría de los obreros sólo participó activamente en estas formas de lucha. Pero la propia acción de diciembre en Moscú demostró palpablemente que la huelga general, como forma independiente y principal de lucha, ha caducado; que el movimiento, con espontánea e irresistible pujanza, desborda este marco estrecho y engendra la forma más alta de lucha: la insurrección. Todos los partidos revolucionarios, todos los sindicatos de Moscú, al declarar la huelga, sabían e incluso intuían que se transformaría inevitablemente en insurrección. El 6 de diciembre el Soviet de Diputados Obreros decidió ‘esforzarse por transformar la huelga en insurrección armada’. Pero, en realidad, ninguna de las organizaciones estaba preparada para ello; hasta el ‘Consejo de coalición de los grupos de combate’ hablaba (¡el 9 de diciembre!) de una insurrección como de algo remoto, y es evidente que no tuvo participación o control en la lucha callejera que se desarrolló. Las organizaciones habían quedado a la zaga del ascenso y el alcance del movimiento. La huelga se transformaba en insurrección, ante todo, bajo la presión de las condiciones objetivas creadas después de octubre. Ya no era posible sorprender al gobierno por medio de una huelga general: éste había organizado las fuerzas de la contrarrevolución y éstas estaban preparadas para actuar militarmente. Tanto el curso de la revolución rusa después de octubre, como la sucesión de los acontecimientos de Moscú en las jornadas de diciembre son una asombrosa confirmación de una de las profundas tesis de Marx: la revolución, al avanzar, engendra una contrarrevolución fuerte y unida; en otros términos, obliga al enemigo a recurrir a medidas de defensa cada vez más extremas y, por lo mismo, crea medios de ataque cada vez más poderosos (...). Los acontecimientos de diciembre confirmaron otra profunda tesis de Marx, olvidada por los oportunistas: la insurrección es un arte, cuya regla principal es la ofensiva encarnizadamente audaz, implacablemente decidida. No hemos asimilado de manera suficiente esta verdad. Nosotros mismos no hemos estudiado ni enseñado a las masas de manera suficiente este arte, esta regla de la ofensiva a toda costa. Ahora debemos corregir con toda energía ese descuido. No basta tomar partido en cuanto a las consignas políticas: es preciso tomarlo también con respecto a la insurrección armada. Quien esté contra ella, quien no se prepare para ella, debe ser arrojado sin piedad de las filas de los partidarios de la revolución; debe ser arrojado al campo de los enemigos, de los traidores o de los cobardes, pues se acerca el día en que el peso de los acontecimientos y las condiciones de la lucha nos obligarán a distinguir amigos y enemigos según este principio.”1
La conclusión que sacan los mencheviques –incluyendo a Plejanov- es que fue un error haber tomado las armas. Y Lenin sostiene lo contrario, que aún en la derrota, las masas aprendieron bastante y que la posición de los mencheviques es una canallada.
Este balance de la insurrección de Moscú es el prólogo de lo que será, luego, un balance diferente de todo el proceso de 1905; se abre una discusión muy importante sobre las perspectivas que se avizoran después de esta derrota, otro sobre las conclusiones que había que sacar de todo el proceso. Se discute si estaban en los momentos previos de una nueva insurrección, o si ya había sido derrotado el momento más alto de la insurrección.
En enero y febrero vuelve a haber otra oleada huelguística y, luego de agotarse el movimiento obrero, la lucha pasa al campo, donde muchos de los obreros que habían participado de la huelga de octubre, vuelven a sus aldeas de origen escapando de la persecución política.
Mientras tanto, el zarismo convoca a un proceso electoral y a una Duma, en abril de 1906, restringida y controlada. La línea de los bolcheviques será el boicot. Gran parte de la clase obrera no vota, pero los liberales del partido KDT intervienen en el proceso electoral y ganan la mayoría, ejerciendo fuerte presión sobre los mencheviques, que empiezan a sostener un balance divergente, no sólo de la insurrección de Moscú, sino de todo el proceso revolucionario. Su conclusión fue que el gran error de la revolución de 1905 es que asustó a los liberales, porque el soviet fue ultra izquierdista, que se plantearon las 8 horas y, además, los campesinos quemaron haciendas, empujando a la burguesía a la contrarrevolución.

El III° Congreso del POSDR
Del 10 al 25 de abril de 1906 se realiza el tercer congreso del POSDR en Estocolmo, en el que participan bolcheviques y mencheviques. Se congregan 112 delegados con derecho a voto y 22 con voto consultivo, representando a 62 comités socialdemócratas. Hay 46 delegados bolcheviques y 62 mencheviques, además de algunos delegados que no pertenecen a ninguna fracción, como el caso de Trotsky. Los bolcheviques quedan en minoría y Lenin decide, entonces, una doble táctica: participar como minoría en el comité central del partido unificado, con 3 miembros sobre 10 y, por otro lado, organizar un centro fraccional, ya que los mencheviques imponen su mayoría en el órgano de prensa partidario.
La discusión más importante era si había que seguir apuntando a un levantamiento revolucionario, como señalaba Lenin, o había que levantar la perspectiva de una Duma, que era lo que proponían los mencheviques. La táctica de Lenin consistía en ser el último en retirarse del movimiento revolucionario: mientras no estuvo completamente convencido de que la perspectiva de una nueva insurrección no seguía puesta sobre el tapete, no abandona el movimiento revolucionario.
Los bolcheviques aciertan en su método de análisis, pero no en cuanto a los hechos. Lo que era correcto del método era que, en esos momentos, era muy difícil afirmar si ya había pasado el movimiento revolucionario; porque Lenin esperaba que el levantamiento en el campo permitiera sobrellevar la situación al proletariado hasta que renaciera el despertar revolucionario del movimiento obrero. Por eso es el período en que sostiene la guerra de guerrillas como táctica, enfrentando el terrorismo individual, pero sosteniendo tácticamente la organización de destacamentos de obreros armados.
Por el contrario, los mencheviques –ante el apaciguamiento de las masas- no se preguntaban si el reflujo era momentáneo, sino que se preparaban para abandonar la lucha.
Lenin y Trotsky sostendrán una conclusión completamente inversa a la de los mencheviques. Según ellos, los mencheviques estaban profundamente equivocados, porque los liberales tenían estrechos lazos con el zarismo y nunca iban a poder jugar un papel revolucionario frente a la caída de la autocracia: de los 153 kadetes que participaban en la Duma, 92 tenían títulos de nobleza y casi un tercio eran propietarios terratenientes. Lo que unía a Lenin y Trotsky, en ese momento, era la caracterización de que la burguesía liberal no podía jugar ningún papel revolucionario, sobre todo en la cuestión agraria; es decir, que no le iba a dar la tierra a los campesinos.
La cuestión agraria será uno de los puntos de discusión del Congreso de Estocolmo: Lenin planteará la nacionalización de las tierras y Plejanov, la municipalización. Mientras éste acusaba a Lenin de populista, él mismo sostenía una política conciliatoria.
Pero, como ya señalamos, Lenin se equivoca en el pronóstico. Si bien su método de análisis y la forma de pensar la política eran adecuados, las perspectivas que avizoraba eran erróneas: el movimiento revolucionario comienza a mermar y, hacia 1907, Lenin mismo plantea que cambió la situación y el momento revolucionario quedaba atrás.
La Duma será disuelta por el zar porque, aún tímidamente, se planteaba el tema de la tierra. El zar no estaba dispuesto a dar concesión alguna. La autocracia convoca a una segunda Duma, en la que esta vez también participan bolcheviques y mencheviques, que obtienen diputados. Pero nuevamente es suprimida y los diputados de la bancada bolchevique son encarcelados. Respecto a esta segunda Duma, Lenin había cambiado de táctica: mientras opinaba que podía resurgir un movimiento revolucionario que pasara por encima de la Duma, había sostenido la táctica de boicot; pero, cuando ve que esto ya no es posible, levanta la táctica de participación –incluso en la tercera Duma, que es la más reaccionaria de todas, porque partía de un régimen electoral que proscribía a gran parte del campesinado y la clase obrera. Pero Lenin sostiene que, justamente porque la situación era muy reaccionaria, había que participar de la Duma, mientras denunciaba su carácter reaccionario.
Su idea era que, mientras no hubiera fuerzas revolucionarias, había que intervenir para usar la presencia parlamentaria de los bolcheviques para ganar autoridad y, desde allí, divulgar las ideas de los revolucionarios a los trabajadores y el pueblo, intentando elevar el nivel de su conciencia política. Esto le cuesta una lucha fraccional durísima al interior de las filas bolcheviques, ya que surge un sector, el de los otsovistas –encabezados por Bogdanov-, que sostiene que hay que retirarse de la Duma, cuestión que desarrollaremos en la próxima conferencia, que comenzará con el análisis del período de la reacción que se abrió luego de la derrota del “ensayo general revolucionario” de 1905.

1 Lenin: “Las enseñanzas de la insurrección de Moscú”, diciembre de 1905.

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TRES CONCEPCIONES DE LA REVOLUCION

Aunque la socialdemocracia rusa se unifica en el Congreso de Estocolmo, entre 1905 y el de 1907, en Londres, emergen tres concepciones de la revolución al interior de sus filas. Por un lado, la concepción menchevique que, como conclusión del proceso de 1905, deducía que sin el apoyo de la burguesía liberal es imposible el triunfo de la revolución burguesa. Por ende, proponen rebajar el programa de la socialdemocracia y sostienen que tiene que cumplir un papel auxiliar de la burguesía liberal. Por otra parte, está la posición de Lenin, que dice que se probó el carácter contrarrevolucionario de la burguesía liberal y que la clave es la alianza obrero-campesina. Pero en esta formulación, no esta explicitado a priori quién tendrá el papel de liderar esa alianza. Lenin no veía que esa revolución tuviera como resultado la dictadura del proletariado, sino lo que él denominaba la dictadura democrática de obreros y campesinos: el proletariado era muy débil numéricamente para tener un papel de liderazgo e imponer su voluntad a millones de campesinos. Y por último, está la posición de Trotsky que sostiene que 1905 mostró, sin ninguna duda, el papel de liderazgo del proletariado, a través de la organización del soviet, y que la revolución rusa futura estaría dirigida por el proletariado, cuya dirección llevaría al transcrecimiento de la revolución democrática hacia la revolución socialista. Es la primera enunciación de su teoría de la revolución permanente, que tendrá su formulación magistral en Resultados y Perspectivas, que escribe en la cárcel. Mucho tiempo después, Trotsky resume las posiciones existentes en un texto clásico, titulado Tres concepciones sobre la Revolución Rusa.
Tres ideas diferentes sobre la revolución en ciernes: éste es el debate central que se da en el movimiento socialdemócrata, después de la derrota del proceso revolucionario de 1905.

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Glosario


KDT: Sigla, en ruso, del Partido Constitucional Demócrata, el partido de la “burguesía liberal” rusa, fundado en 1905. Aunque posteriormente sostuvo la necesidad de reemplazar la autocracia por una república liberal burguesa, durante un largo período abogó por la implantación de una monarquía constitucional.
Pogrom o pogromo: consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o expoliación de sus bienes. En la Rusia zarista, los primeros pogromos contra los judíos datan de 1821. Una segunda oleada aún más sangrienta se desencadenó entre 1903-1906, dejando miles de judíos muertos y muchos más heridos.
Lock Out: Medida patronal de cierre de fábricas o despido en masa de los obreros como medida para contrarrestar una huelga o imponer determinadas condiciones de trabajo.
Mujik: Campesino pobre de Rusia.
Otsovistas: De otsovat, que en ruso significa retirar, revocar. Se refiere a los partidarios de retirarse (de la Duma y de otras organizaciones legales).

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