Defendiendo al gobierno, Hebe de Bonafini llegó a afirmar que “si el proyecto fracasa, es por culpa del pueblo y de algunos que gobiernan, pero no de Cristina”.

A decir verdad, el contenido de la frase no es de su autoría. Pertenece a un viejo aforismo liberal: “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Una cantinela reaccionaria que en este caso repite un conocido latiguillo anti peronista: “el pueblo no sabe elegir”.

Bonafini rinde pleitesía al genio estadista. Una genialidad que la gente sin educación parece no interpretar debidamente, porque la declaración aparece cuando los “grasitas míos” – término paternalista con que Eva Perón llamaba a los sectores plebeyos – empiezan a perder “afecto” por Cristina.
La frase también le sirve a su autora para deslindar responsabilidades en caso de propia derrota, porque cada vez se le vuelve más inverosímil sostener el “carácter revolucionario” de la cruzada kirchnerista.

Siempre es muy fácil echarle la culpa a las masas y quien lo hace, ya de por sí, se coloca por sobre ellas. Pero al hacerlo Bonafini está preanunciando el fracaso, por más que sus advertencias se disparen desde las alturas.
De todos modos, su frase sirve para recordar que un gobierno no es expresión de la “madurez” del “pueblo”. Los pueblos no son una unidad indisoluble, están compuestos por clases sociales antagónicas y esas mismas clases están formadas por capas diferentes, parcialmente opuestas unas a otras y con distintas aspiraciones y objetivos.

El Kirchnerismo representa una camarilla pequeño burguesa cuya función es administrar los intereses del gran capital, aunque esta tarea la haya realizado desde un discurso progresista. Esa etapa está acabada, tan acabada con el “nunca menos” que alguna vez intentaron presentar con la oda al igualitarismo.

Lo que Bonafini llama “pueblo”, empieza a sentir en carne propia la falta de “afecto”. La siente cuando viaja en el Sarmiento, cuando va al supermercado. Porque en definitiva esas “asignaturas pendientes” que, por más que se vociferen, nunca se saldan.

La declaración de Hebe es producto de la sensibilidad y la experiencia. Tal vez nadie mejor que ella, dentro de la empresa K, alcance a ver que una franja de ese 54% empieza a sentir que este no es el gobierno que se merece.
Por otro lado, el reproche lleva implícito casi una predicción: que son necesarias las crisis para desnudar de forma aguda la contradicción existente entre la naturaleza del gobierno y las aspiraciones de su base.

No será la primera vez que un gobierno burgués, llegada la hora de su decadencia moral, fije su blanco en el “pueblo” (basta recordar la historia del peronismo en los ´70).

Como no queremos dejar libradas las cosas al azar, nosotros nos preparamos concientemente para forjar un partido que sepa aprovechar, de modo genuinamente revolucionario, la crisis de la coalición gobernante.