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Mujer

LA BARBARIE DE LOS FASCISTAS, LA (IN)JUSTICIA DEL TRIBUNAL Y EL CINISMO DE CRISTINA...

Condenaron a una niña

Una niña mendocina de 12 años. Embarazada después de reiterados abusos de su padrastro. Una madre desesperada que pide autorización para un aborto terapéutico. Un hospital que se niega a hacer efectivo este derecho. Y una cadena de aberraciones que se suceden una tras otra...

Andrea D'Atri

19 de septiembre 2008

Una niña mendocina de 12 años. Embarazada después de reiterados abusos de su padrastro. Una madre desesperada que pide autorización para un aborto terapéutico. Un hospital que se niega a hacer efectivo este derecho. Y una cadena de aberraciones que se suceden una tras otra, condenando a una niña de 12 años que fue violada a seguir siendo víctima: la ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña se niega a hacer las gestiones necesarias para que el aborto se pueda realizar en otro servicio médico; con la complicidad de las autoridades del hospital donde la niña fue internada, un grupo de fundamentalistas católicos fascistas ingresa a su habitación para mostrarle panfletos con fetos mutilados, asustándola para que se niegue a interrumpir el embarazo; un juez que interviene en la causa quitándole la guarda de la niña a su madre porque ésta reclama un aborto terapéutico contra las supuestas y repentinas “ganas” de la niña de seguir adelante con el embarazo y alegando que “la niña no quiere matar al bebé” (¡cuánta imparcialidad la del juez utilizando estos términos para referirse al caso!).

Mientras tanto, transcurrieron diez semanas... los fachos, los médicos, el gobernador de Mendoza, la justicia, la ministra de Salud y la presidenta... todos siguen apretando las cadenas que oprimen a esta niña, todos siguen revictimizando a quien ha sido víctima de un delito, de un abuso, de un atropello, de una tragedia, de la barbarie.

Desplegando un cinismo indignante, el gobierno de Cristina Kirchner reconoció, en estas mismas semanas, ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU que la judicialización innecesaria de este tipo de casos y la consecuente obstrucción al aborto no punible constituiría una violación de los derechos humanos de las mujeres.

Hoy más que nunca debemos luchar por el derecho al aborto, para que sea legal, seguro y gratuito, para que pueda realizarse en los hospitales públicos sin la ingerencia de la Iglesia, los grupos violentos que presionan a las autoridades y a los profesionales médicos, ni la parcialidad de una “justicia” que siempre se inclina por los ricos y poderosos, redoblando las cadenas que nos oprimen. ¡Que nunca más una niña deba atravesar este calvario! ¡Que nunca más haya una mujer muerta por las consecuencias del aborto clandestino! Que de una vez por todas, las mujeres tengamos el pleno derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida…

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