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Argentina frente a las turbulencias financieras internacionales

El sacudón financiero, provocado por la venta de bonos de los “capitales golondrina”, y la consecuente devaluación del peso con respecto al dólar demostraron la incidencia que tienen los negocios financieros en nuestro país. Una vez más los hechos desmienten las declamaciones de Kirchner de que con un alto nivel de reservas la economía puede quedar indemne si se desarrolla la crisis financiera internacional.

Armando Mouzo

2 de agosto 2007

El capital especulativo

La noticia del 26 y 27 de julio pasado fue la fuga de divisas producto de la caída de las bolsas mundiales, y la desconfianza en el índice de la inflación local, entre otras razones, acentuó esta situación. Esto provocó la súbita suba del dólar, que llegó a los $ 3,20, subió el riesgo país (¿Se acuerda?) en 67 puntos básicos, lo que implica que, al tomar deuda en el extranjero, la Argentina debe pagar un 4,6% más que la tasa del mercado. Además, la tasa interbancaria alcanzó el 28% y los bonos bajaron el 6%.

En los días siguientes, la intervención del gobierno, que vendió dólares, el ofrecimiento de préstamos interbancarios (efectuados por el Nación) al 13,5% calmo al mercado local, sin embargo las Caídas de Wall Street del martes y miércoles daba cuenta de que la inestabilidad de los mercados financieros persiste. En lo inmediato, aunque el gobierno ha aprovechado para subir levemente la cotización del dólar, a favor de los exportadores, tiene como contrapartida las mayores dificultades para obtener el crédito externo, que se encarece, y afrontar los pagos de la deuda en dólares. Esto aunque la crisis no se profundice, como es posible prever, dadas las fuertes contradicciones que caracterizan a la economía mundial hoy (ver páginas centrales).

A pesar del discurso “productivista” del gobierno los capitales especulativos, en Argentina, hicieron buenos negocios durante el mandato de Kirchner. Ya en el 2005, con Lavagna todavía como ministro de Economía, se había intentado poner restricciones al ingreso de estos capitales, medidas que, como se ve, fracasaron estrepitosamente. Actualmente los especuladores venían haciendo grandes negocios, ya que las altas tasas de interés, sumadas a la inflación, multiplican las tasa que se pagan en los países imperialistas. A esto hay que sumarle, otra rémora menemista, que los negocios especulativos no pagan ningún tipo de impuesto. Hay que recordar que, en la Argentina “productiva” de Kirchner los trabajadores pagan el impuesto a las ganancias por sus salarios, y los magnates de las finanzas no pagan un centavo por sus grandes negociados.

Los socios de estos especuladores son los bancos locales e imperialistas que actúan de intermediarios, beneficiándose con una porción de la especulación. Por otra parte, los banqueros se dedican a prestarle al Estado. De esta manera el crédito es inexistente en nuestro país, excepto para los grandes monopolios como Techint, Arcor, Pérez Companc (por sólo nombrar algunos), que obtienen créditos en el exterior, y a bajas tasas.

El peso de la deuda

El otro aspecto del peso que tiene el capital financiero en la Argentina es la deuda externa, que hoy alcanza unos U$S 180.000 millones (ver suplemento económico de Clarín del 22/07) ¡El 80% del PBI! (ver recuadro). Una vez más las declamaciones del gobierno sobre un supuesto “desendeudamiento”, causado por la quita de la deuda y el pago anticipado al FMI, quedan como sólo palabras ante la verdad de los números. Y esto teniendo en cuenta que el gobierno pagó, además de los U$S 10.000 millones al FMI, unos U$S 5.000 millones entre diciembre de 2005 y marzo de 2007.
Esto también es consecuencia del gran negocio que le propuso el gobierno a los acreedores que entraran al canje: la emisión de bonos atados a la inflación y al crecimiento del PBI. Según datos de economistas, en dicho período la deuda se incrementó en U$S 7.000 millones sólo por la aplicación del CER.

La burguesía “nacional”

La contrapartida de este saqueo son los aproximadamente U$S 130.000 millones, propiedad de capitalistas argentinos, principalmente fugados en los ’90, colocados en inversiones financieras en los países imperialistas. A esto se debe sumar las remesas giradas al exterior por las empresas imperialistas, que dominan ampliamente el mercado, y mes tras mes giran a sus casas matrices. Según la Balanza de Pagos del INDEC, entre utilidades, dividendos e intereses salió del país la suma de U$S 5.362 millones.

Como se ve, el capital especulativo, que reinaba en los ’90, hoy con un perfil más bajo, se sigue llenando los bolsillos (que los tiene en el exterior). Y si bien el FMI ya no digita directamente la economía –como lo hacía con Menem y De la Rúa y sucede en otros países-, producto del fracaso de sus políticas en todo el mundo, el enorme peso de la deuda sigue condicionando al país. Una muestra es que Kirchner sigue pidiendo créditos en el mundo y se anuncia que, antes de la asunción de Cristina, allanará el camino para cancelar la deuda con el Club de París, que a su vez quiere supeditar la negociación a un acuerdo con el, hoy devaluado, FMI.

Sin un freno a estos negociados no hay salida para los trabajadores y el pueblo; hay que detener el saqueo dejando de pagar la ilegítima deuda externa. Pero esto no es suficiente. Los bancos en manos de los capitalistas locales o imperialistas son como un apéndice de los capitales especulativos, por lo que hay que estatizar la banca sin indemnización y bajo administración de los trabajadores, para poner el financiamiento al servicio de los trabajadores y el pueblo.

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