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Derechos Humanos

Derechos Humanos

Anulación efectiva de las leyes del perdón

31 de julio 2003

Una demanda que sigue vigente

El no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos se vuelve a demostrar vivo. Leyes y decretos de gobiernos radicales y peronistas no pudieron imponer la reconciliación. Ver detenidos a personajes despreciables como Bussi o Astiz, a los asesinos de mis hermanos Guillermo y Rosa, despierta indudables ilusiones en todos los que luchamos por encarcelar a los represores. Porque seguimos siendo miles los que no nos cansamos de pelear, es que el gobierno nacional y jueces como Canicoba Corral se vieron obligados a detener a los genocidas requeridos por España sin el menor cuestionamiento, llegando a derogar el decreto 1185/01 de De la Rúa.
El principio de territorialidad y la justicia internacional

Los militares, sus abogados y representantes de la derecha como López Murphy se amparan en el “principio de territorialidad” para rechazar las extradiciones, cuestión de la que se olvidaron cuando se privatizó el país. Para quienes integramos el CeProDH, muchos de nosotros familiares e hijos de desaparecidos, la territorialidad no es ningún “principio”. Que lo genocidas vayan presos en España o en Francia es una justa y legítima aspiración, nacida al amparo de que en el país no hubo castigo. Es por ello que, sin depositar nuestra confianza en la justicia española1, consideramos que hay que intervenir activamente en este proceso que se acaba de abrir.
Aunque debemos reconocer que la búsqueda extenuante de intersticios legales nos han dejado un sabor bastante amargo. Recordemos cuando a punto de ser condenado por la justicia italiana, Jorge Olivera vuelve a la Argentina luego de presentar un certificado trucho de defunción de Marie Anne Erize, o cuando Pinochet regresa a Chile luego de pasar meses en Gran Bretaña, también a un centímetro de la cárcel. Y por qué no hablar de Videla o Massera que están tranquilos en sus casas, con el ridículo beneficio de la prisión domiciliaria.
Ahora bien, decimos claramente que el origen de esta búsqueda de vericuetos o caminos «alternativos» se encuentra en las leyes y decretos del PJ y la UCR que garantizaron que cerca de 2500 genocidas y sus cómplices estén en libertad.
Hay que ir hasta el final. No nos van a reconciliar

La única manera de conseguir que todos y cada uno de los asesinos de los 30.000 desaparecidos vayan a la cárcel por todos los crímenes que cometieron es la NULIDADAD ABSOLUTA de las leyes y decretos del perdón. Y eso lo conseguiremos con la movilización popular. Si los militares son juzgados aquí, pordremos movilizarnos, podremos ir todos los familiares a declarar, podremos ejercer la única herramienta que tenemos: el reclamo en las calles.
Cualquier solución a medias o que vuelva a dejar todo en laberínticos y oscuros procesos judiciales, donde con el paso de los años vayan cayendo un pequeño puñado de militares, no es una solución al problema de la impunidad que gozan los genocidas. Nuestra lucha es hasta el final, porque no alcanza con “depuraciones” que borren los rostros más horrendos de las fuerzas armadas, siendo que muchos de ellos ya no están en funciones.
Desde la salida de la dictadura, todos los gobiernos han buscado reconciliar, por diferentes vías, a las Fuerzas Armadas con la población. Hoy se vuelve a demostrar que no lo han logrado. Sin embargo, el gobierno de Kirchner, intenta establecer una frontera entre aquellos que llevaron adelante el terrorismo de estado y los militares de hoy, «comprometidos con el futuro»; y, porque aún rige la Ley de Seguridad Interior por la cual no pueden intervenir en operativos internos, ponerlos al servicio de misiones humanitarias a la medida del gobierno de Estados Unidos2.
No vaya a ser, que esta institución en el futuro nos la encontremos patrullando las calles con la Prefectura y Gendarmería, llenas de viejos pero también de nuevos represores, como se demostró en Corrientes, en el Puente Pueyrredon, en Salta.
Repetimos sin cansancio que la lucha de ayer y de hoy sigue siendo la misma: anular ya y de manera efectiva las leyes y decretos del perdón para llevar a la cárcel a todos los represores de la dictadura y sus cómplices por haber asesinado, torturado y hecho desaparecer a 30.000 luchadores. Y que tenemos que exigir también con la misma fuerza el castigo a los responsables de todos los crímenes en democracia. Porque aunque depuren las Fuerzas Armadas, aunque logremos con la lucha que vayan todos los militares de la dictadura a la cárcel, esto no nos reconcilia ni con los asesinos de ayer, ni con los represores de hoy, ni con ninguna institución represiva cuyo fin último es la defensa de los intereses de los poderosos.
1 No olvidemos que Baltazar Garzón, se erige en defensor de los derechos humanos cuando se trata de militares argentinos, pero en su propio país persigue y avala las torturas a los militantes de Herri Batasuna, y es un apologista de la teoría de los dos demonios, tachando de “terroristas” en pie de igualdad a los genocidas y a los miembros de organizaciones independentistas vascas.
2 «Pero se podría recurrir a una fórmula indirecta: la chance de que un contingente de las tres fuerzas sea destinado a Afganistán, para que las tropas aliadas allí asentadas puedan ir a Irak.» Ver nota «Del optimismo en Washington a la inquietud por el pasado» en Clarín domingo 27/07/03

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