El viernes 22 un grupo de trabajadores contratados se enteraron de que no seguirían más en la planta. Al mismo tiempo una trabajadora efectiva desde hace 5 meses, fue despedida. La compañera había presentado un certificado médico que recomendaba realizar tareas livianas durante 20 días debido a problemas en su mano producidos por el mismo trabajo. Se la echó por “bajo desempeño”.

Dos de los delegados de la comisión interna se encontraban en la puerta de ingreso hablando con los despedidos, la seguridad de la empresa (FIEL) temerosa de que ingresen a la planta como ocurrió en Terrabusi, agredieron a la compañera efectiva y a una de las delegadas. Mientras los delegados pedían ingresar a la empresa, nuevamente fueron agredidos, pero con la ayuda de los contratados despedidos, lograron entrar y al poco tiempo la planta se paralizó por algunas horas y se realizaron asambleas en los tres turnos, donde se repudiaron las agresiones y despidos.

El sindicato (dirigido por la burocracia de Rodolfo Daer y su lista verde) no apareció durante este tiempo siendo cómplice del ataque de la empresa. Muchos trabajadores exigieron que los verdes del sindicato aparecieran y se llamó a nuevas asambleas para el martes 26. Los verdes aunque formalmente decían apoyar las asambleas, por abajo llamaban a no concurrir y ese día directamente no aparecieron, dividiendo a la fábrica.

La bronca y el repudio contra el ataque de la empresa se extendió hacia la burocracia verde. Los trabajadores de PepsiCo y su comisión interna recuperada hace tres meses empezaron a demostrar que existe ahora otra predisposición para enfrentar la prepotencia de la empresa. Muchos se animaron a ir a las asambleas pese a las amenazas de represalias y fuertes descuentos, pero falta más. Es necesario ahora avanzar en la organización de los trabajadores para conquistar la fuerza necesaria y la unidad que permita derrotar los golpes de la empresa contra los trabajadores y sus delegados.

Corresponsal PepsiCo