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Breves

Mundo Feliz

13 de julio 2006

Fue en un abrir y un cerrar de ojos. En una de las cuadras comerciales del barrio de Belgrano, de repente, aquel hombre desenfundó una pistola calibre 3.80, la tomó con las dos manos, como hace la policía en los polígonos de tiro, (posición conocida como Weber y Scott) y la disparó once veces. Después el tirador retrocedió y corrió por la calle lateral,
subió a un colectivo de la línea 80 y se perdió su rastro. Pero sobre la vereda de la calle Cabildo quedaron tirados los cuerpos de siete personas heridas. Alfredo Marcenac, un pibe de 18 años, nadador federado y estudiante de kinesiología, recibió un balazo en la cabeza y dos más en el pecho. Perdía tanta sangre que no pudieron salvarlo. Murió pocas horas después en el Hospital Pirovano. Un ola de estupor embargó a los vecinos. Atónitos, rodearon las baldozas bañadas con la sangre de Alfredo, improvisaron un pequeño altar y dejaron como ofrenda un ramo de flores. Los reclamos de seguridad no se hicieron esperar.
Los peritos señalaron una série de hipótesis de tono concluyente: se trataría de un loco con delirio persecutorio, inducido por el mandato de una voz celestial o satánica, o alguna variación de ese tipo. Es una probabilidad. Sin embargo, el «desquiciado» estaba munido de un arma de guerra y no disparó al boleo. De once disparos acertó nueve. Se puede inferir que podría tratarse de un tirador profesional, entrenado en disparar contra blancos humanos, y de seguro muy familiarizado en el manejo de armas. El identikit describe al agresor como una persona fornida de pelo corto rapado, de campera negra de las denominadas Alfa, con la bandera argentina cosida en la manga del brazo. Muy probablemente podría tratarse de un Skinhead o de un agente de seguridad privada, vinculado a grupos nazi-fascistas. En EE.UU. las bandas fascistas cometen este tipo de asesinatos para conmemorar a sus líderes.
Así lo registró Michael Moore en el documental «Bowling for Columbine», una masacre provocada para celebrar el aniversario del nacimiento de Hitler. Estos grupos están estrechamente vinculados con la policía y las FF.AA., los que los proveen de armas y
pertrechos de guerra desde sus propios arsenales. Son estas instituciones las que monopolizan la distribución de las armas en el mercado del delito. Son estas instituciones las principales fuentes de inseguridad que afectan a la comunidad. La demencia asesina habita en la entraña de esta democracia capitalista.

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