En el segundo turno de las elecciones municipales en Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT) perdió las ciudades de San Pablo, Porto Alegre, entre otros municipios importantes. Las reelecciones en ciudades como Belo Horizonte, y victorias como en Fortaleza, no compensan las derrotas. Los golpes sufridos en San Pablo y Porto Alegre, tienen un gran significado político nacional. Como afirma el propio Tarso Genro, actual ministro de Educación, “la pérdida de Porto Alegre, frente a una coalición liderada por el PPS, y la pérdida de San Pablo, frente a una coalición liderada por el PSDB, son duros golpes en nuestra estima”1. Pero, de conjunto, a pesar del retroceso del PT, con el resurgimiento y fortalecimiento del PSDB en estas elecciones después de su aplastante derrota en 2002, el régimen de dominio brasileño se fortalece. La extrema izquierda brasileña, como el PSTU, fue inexistente en estas elecciones no llegando ni a los doscientos mil votos en un total de 120 millones de electores.
La LCR de Francia, que tiene como sección hermana en Brasil, a la Democracia Socialista (DS) –corriente interna del PT-, hace su balance del resultado electoral en un artículo intitulado “Derrota del PT”2. Como si no tuviera ninguna responsabilidad en el gobierno nacional, escribe: “se trata en realidad de una sanción de la política del gobierno de Lula, en particular por parte de los barrios de trabajadores y populares, por parte de los asalariados metalúrgicos de San Pablo, donde Lula dio sus primeros pasos como sindicalista”. Y más adelante, continúa: “el empuje de la derecha, las desilusiones y la confusión política existente hoy en el electorado resultan de la orientación decidida por la dirección del PT”. Esto sería cómico, sino fuera trágico, pues el PT fue derrotado en un municipio dirigido por la propia DS, Porto Alegre. Más aún, el SU es corresponsable de la política nacional del gobierno de Lula ya que tiene a uno de sus principales dirigentes, el Sr. Miguel Rossetto, como ministro de Desarrollo Agrario, además de ocupar diversos cargos de segundo y tercer escalafón, centralmente en el Ministerio de Hacienda.
Pero el descaro a la LCR le queda corto. Como en la ciudad de Fortaleza, la candidata por el PT, y también miembro de la DS, Luiziane Lins, ganó las elecciones municipales en rebeldía con la propia dirección nacional del petismo que apoyó en el primer turno a otro candidato, el SU afirma que “es necesario, ahora, sobre la base de las movilizaciones sociales, crear las condiciones de una convergencia de todos los sectores de la izquierda brasileña opuestos a la política del gobierno”. Ni una palabra sobre la salida del gobierno de Lula de su Ministro, ni la renuncia a todos los cargos que ocupa en diversos ministerios, mucho menos sobre la ruptura con el petismo. ¿Cómo se puede “organizar a la izquierda opuesta a Lula”, participando al mismo tiempo del gobierno petista? Esto significa que el SU lleva hasta el final su ruptura con el más elemental principio de clase, la no participación en un gobierno burgués, que, como el de Lula, sólo ha servido para salvaguardar los intereses de los capitalistas. El ministerialismo de Secretariado Unificado no tiene límites.
Lo que se constata en estas elecciones es que, desde el punto de vista de amplios sectores de las masas, el gobierno del PT ha sido una gran desilusión. Los marxistas debemos luchar para que los trabajadores saquen las necesarias conclusiones de esta experiencia con el petismo. Como defienden nuestros compañeros de la Liga Estrategia Revolucionaria en Brasil, “nosotros que luchamos por la construcción de un partido revolucionario, defendemos hoy, como táctica para impulsar el proceso de enfrentamiento de amplios sectores de la clase trabajadora con la dirección del PT y avanzar en su independencia política, la construcción de un Partido Obrero Independiente, basado en los sindicatos y controlado por la base de los trabajadores por medio de sus organismos de democracia directa”.

1 Folha de S˜ão Paulo, 05/11/2004.
2 Rouge N° 2085.