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Un premio manchado de sangre

La designación despertó el vigor entusiasta del grupo Clarín y el diario La Nación y su contrapunto en el odio popular de las masas jujeñas. No podía ser para menos.

Miguel Raider

17 de noviembre 2011

Carlos Pedro Blaquier fue elegido presidente honorario de la Sociedad Científica Argentina, acaso con un estigma indeleble que lo separa mediante un abismo de otros que le precedieron en esa jerarquía como Federico Leloir, Bernardo Houssay y César Milstein.

“No me perdonan que sea un hombre de éxito... y dicen que soy un explotador que mata gente... Me asocian con gobiernos militares... Nada de lo que dicen estos zurdos me preocupa...”, anotaba en su blog personal el empresario “cristinista”, acompañante de la presidenta en la reciente cumbre del G20.

Sabiamente las masas no lo perdonan. Nadie olvida que apelando a sus guardias de seguridad privada y a los oficios de sus instalaciones en el Ingenio Ledesma, colaboró en la brutal represión contra miles de familias trabajadoras que exigían su legítimo derecho a la tierra y a la vivienda, con el saldo de tres compañeros asesinados impunemente, gracias a las gentilezas del PJ y la colaboración de Milagro Sala y la UCR. Nadie olvida la “Noche del Apagón”, cuando ese 27 de marzo de 1976 cortó el suministro de energía eléctrica y proporcionó las camionetas que secuestraron a más de 400 trabajadores y estudiantes, de los cuales 30 aún permanecen desaparecidos. Y para no escatimar esfuerzos, hasta se tomó la delicadeza de entregar un centro clandestino de detención emplazado en los galpones de mantenimiento del Ingenio.

Aunque quizás el galardón institucional guarde correspondencia con sus enfoques “originales”, celebrando la nación “granero del mundo” del primer centenario. En su célebre Manual de Historia Argentina, Blaquier dejó impreso que durante la llamada “Conquista del Desierto... los indios sometidos por el general Roca no solamente fueron usurpadores, sino también genocidas, a pesar de lo cual el tratamiento que se dio a los que se sometieron voluntariamente fue muy generoso”. Cómo no habría de guardar empatía con Roca, otro de los grandes oligarcas azucareros que fundaron su dinastía expropiando miles de hectáreas pertenecientes a los pueblos originarios a punta de fusil, la misma génesis que explica las 157.556 hectáreas que posee Ledesma en la provincia, uno de los cinco terratenientes que concentra el 40% de las tierras con valuación fiscal.

En la nominación de ese premio manchado de sangre no podían faltar notables figuras de la Sociedad Rural como Luciano Miguens y Eduardo de Zavalía, así como funcionarios de la dictadura militar como Jorge Zorreguieta, ex secretario de Agricultura entre 1976 y 1981, sin menoscabo del rabino PRO Sergio Bergman. Pero esta vez no fueron de la partida Eduardo Duhalde y Gerardo Morales, quienes critican su alineamiento con el kirchnerismo y con los que suele cambiar largas pláticas en su palacete de 17.000 metros2, ubicado en una coqueta zona de San Isidro. De todos modos, detrás de las bambalinas del gobierno “nacional y popular”, Blaquier sabe con certeza que, como señalaba una publicidad de una tarjeta de crédito, “pertenecer sigue teniendo sus privilegios”.

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