El viernes 6/9, el viejo Supermercado Tigre reabrió sus puertas pero esta vez sus nuevos dueños son sus trabajadores que durante más de un año ocuparon las instalaciones junto al Sindicato de Comercio.
La cadena había sido una de las más importantes de la ciudad con 17 sucursales y más de 1200 trabajadores. Una a una fueron vaciadas y cerradas, dejando a miles de familias en la calle, pagándoles indemnizaciones en comida, debiéndoles sueldos, aportes y demás.
Pero éstos trabajadores no quisieron el hambre y se resistieron a perder sus puestos de trabajo. Ocuparon durante un año el local y armaron un proyecto de supermercado comunitario, que les permite no sólo seguir trabajando sino crear en un futuro nuevos puestos de trabajo. Armaron un Centro Cultural con talleres para recreación; el patio de comidas de la planta alta es el lugar de reunión de toda organización antiburocrática; se organizaron peñas, se realizaron charlas. Y el futuro súper comunitario se transformó en un centro político de la ciudad.
Cansados de esperar una respuesta de la justicia y el gobierno, los trabajadores reabrieron las puertas del viejo local. La semana previa a la apertura, cientos de vecinos y estudiantes colaboramos y difundimos la apertura: el mismo viernes, hubo que reabastecer dos veces la mercadería, integrada fundamentalmente por productos elaborados por cooperativas de la zona.
Hoy, los compañeros han vuelto a trabajar y ésta vez, con verlos nomás, se nota la diferencia. Al igual que los trabajadores de Zanon, al igual que las trabajadoras de Brukman, al no tener más a un patrón sobre su cabeza, al ocupar sus puestos, sonríen.