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Comunicados de prensa

Apuntes sobre la cruzada anti-darwinista en Estados Unidos

Sin lugar a dudas, Dios es estadounidense

Prensa PTS

28 de noviembre 2005

Actualmente se está realizando en el Museo de Historia Natural de Nueva York la muestra más grande y completa que se haya hecho sobre la vida y obra de Darwin. El hecho es significativo, ya que se vienen verificando importantes avances de la derecha religiosa norteamericana en el terreno de la educación y la cultura. Darwin es uno de los blancos predilectos de esos caballeros, que se oponen activamente a que se enseñe la teoría de la evolución en las escuelas.

Los datos son ilustrativos: según la encuestadora Gallup, el 53% de los estadounidenses adultos cree que Dios creó al hombre y el 31% comparte la posición afín del “diseño inteligente”, mientras que sólo el 12 piensa que el hombre es el resultado de un proceso evolutivo a partir de otras formas de vida.

 "El verdadero culpable es el pésimo nivel de alfabetización y educación científicas en este país, que contrasta fuertemente con los asombrosos avances de la ciencia del siglo XXI[1]."- afirmó Ellen Futter, presidenta del museo de Historia Natural, durante la conferencia de prensa en la que anunció la apertura de la muestra, que está dirigida esencialmente a los escolares norteamericanos.

Viejos y nuevos cruzados

En Abril de 1865, partió desde EEUU hacia Brasil una expedición financiada por el acaudalado empresario Nathaniel Thayer y encabezada por el científico suizo-norteamericano Louis Agassiz, con el objetivo de encontrar evidencia contra El origen de las especies de Darwin[2]. Visto desde hoy, este hecho resulta una curiosidad, aunque no deja de tener algo de meritorio. En efecto, los actuales cruzados anti-darwinistas no necesitan organizar expediciones a ninguna parte. Están tan cerca del poder del estado como lejos de la ciencia, como para sentir la necesidad de dar fundamentación empírica a sus posiciones. En un país donde el 53% de los adultos se manifiesta en oposición a una de las principales conquistas científicas de la modernidad, estos señores se proponen, apoyándose en la reaccionaria administración Bush, una modificación radical de las relaciones de fuerzas, que abra el camino a un profunda reforma moral e intelectual reaccionaria. De la clase obrera norteamericana depende que no lo logren.

La miseria del pragmatismo

El pragmatismo ha sido históricamente la corriente de pensamiento dominante en EEUU. Identificado con un progresismo moderado, el pragmatismo se propuso, según la expresión de su fundador William James, crear “nuevos nombres para viejas formas de pensar”. Desde la perspectiva pragmática, no importa que no sea cierto que la fortuna de un gran empresario sea un regalo de Dios. Si creer en eso permite al individuo en cuestión seguir amasando dinero, la hipótesis resulta correcta. El pragmatismo tuvo un especial cuidado en salvaguardar las creencias religiosas de la labor desmitificadora de la ciencia y por esa vía se constituyó en una justificación del sentido común, no importa que tan ptolomaico[3] (según la expresión de Gramsci) fuese éste.

En la actualidad, los “viejos modos de pensar” que el pragmatismo se encargó de preservar han vuelto por sus fueros y no quieren “nuevos nombres”, quieren recuperar los nombres originales con fundamentos nada relativistas. El pragmatismo, previa adaptación al particularismo posmoderno, se ha visto refutado por el sentido común que supo idolatrar.

[1] “Gigantesca muestra sobre Darwin en Nueva York” , Clarín, 21-11-05.
[2] Louis Menand, El Club de los Metafísicos. Historia de las ideas en los Estados Unidos. Bs As 2003, Imago Mundi, pg 130.
[3] Se refiere al sistema astronómico de Ptolomeo, que sostenía que la Tierra era el centro del universo.




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