
Luego de que el Juzgado Nacional del Trabajo n° 16 resolviera la reinstalación cautelar de Analía Portillo, la compañera se presentó a trabajar el lunes 21con el fallo en la mano. Pero se volvió a confirmar el atropello de Shell a los derechos laborales, ya que estando debidamente notificada le negó el reingreso a su puesto de trabajo. Esto ocurre luego de casi tres meses de una ardua pelea y campaña, movilizaciones al Ministerio de Trabajo, cortes con Lear, Gestamp y Calsa, y haber ido al Congreso a buscar a Roberti.
Esta multinacional al igual que Lear deja familias en la calle, y Roberti como su homólogo Pignanelli es parte del armado de las listas negras y persecución del activismo.
Shell que es la tercera petrolera del mundo, y acumula innumerables denuncias por contaminación, fiscales y penales, desde el delta del Níger -donde los principales activistas contra la empresa fueron condenados a muerte y ejecutados-, hasta la denuncia de generar una corrida cambiara en Argentina, pasando por el pedido de captura a uno de sus gerentes en Guayana por defraudación fiscal.
Analía fue despedida el 29 de abril junto a otros 8 compañeros que venían reclamando mejores condiciones de trabajo. Durante las elecciones de comisión interna habían formado una lista opositora a la conducción del gremio, en manos de Roberti; ella venía peleando por los derechos de la mujeres y especialmente los de las madres en la refinería, y por esto fue hostigada hasta su despido.
Hoy la justicia confirma lo que la empresa venía negando: que los despidos fueron persecutorios y discriminatorios, particularmente en el caso de Analía como madre que reclama sus derechos.
Como lo venimos haciendo junto con los compañeros de Lear, no vamos a permitir que estas empresas con ganancias siderales dejen familias en la calle. Pelearemos hasta la reincorporación y por expulsar a la burocracia entregadora. Hoy es un orgullo formar parte de esta clase obrera que se pone de pie.