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Editorial

Roggio: un caso de vandalismo empresarial

Viejo pirata de la patria contratista, los Roggio reciben 800 mil pesos por día para (mal) administrar los subtes. Quién es quién en el conflicto.

Lucho Aguilar

13 de septiembre 2007

Es cierto. Para cualquier usuario, hacer un viaje en subte puede ser una odisea. Según el Centro de Educación al Consumidor, abundan las “escaleras anegadas, goteras y filtraciones, hay largas colas en las horas pico; anegamientos en andenes y baños; largas colas para comprar pasaje en horas pico, arbitraria ubicación de matafuegos dentro de los coches, cables sueltos en baños” (Diario Popular, 11/9). A la empresa Metrovías no le importa cómo viajan los usuarios. Menos, las condiciones en las que realizan sus tareas los trabajadores.

Para algunos puede ser peor. Antonia tiene 33 años, y se mueve en silla de ruedas. Pero de las 68 estaciones de subte de Buenos Aires, apenas siete son accesibles para discapacitados.

Durante el último año, hubo varios accidentes por problemas mecánicos, descarrilamientos o fallas en los frenos. ¿Puede ocurrir un accidente una tragedia como en Lapa o Cromañón? Por esta vía…

Hay más. Según un estudio en el que coincidieron trabajadores, técnicos y legisladores, en Metrovías se dejaron de realizar las revisiones necesarias, hay más de 300 coches excedidos en kilometraje, deformaciones en las vías, deterioros en el material rodante, durmientes rotos y con deformaciones. También se detectaron sustancia tóxicas en las carrocerías, vagones que rozan los andenes; fisuras en algunas de las zapatas de freno y tramos del tercer riel (electrificado) sin la correspondiente protección de madera. Un tren fantasma.

Con las nuevas sumas asignadas a través de los superpoderes, Metrovías ya recibió durante este año 314 millones de pesos. Son más de 800 mil pesos por día. El número impresiona.

Sin embargo, esta semana la empresa pagó costosas solicitadas y afiches para denunciar un supuesto ‘vandalismo gremial’ de parte de los delegados. Pero, ¿quiénes son Aldo Roggio y su Grupo?

El ‘doloroso parto’ de la patria contratista

Los Roggio llevan varias décadas haciendo negocios con la Argentina, pero fue desde los años ‘70 que los negociados con el Estado le permitieron multiplicar sus arcas .

Entre los más fabulosos están los que hicieron durante la dictadura militar. Los Roggio formaban parte de la Cámara Argentina de la Construcción, quienes junto a los empresarios nucleados en la APEGE llamaron al golpe militar. Entre 1976 y 1983, el grupo construyó ATC, la Central Térmica de Tucumán, el aeropuerto, los Tribunales y la Central de Policía de Córdoba, el estadio mundialista Chateaux Carreras y empezaron a recoger la basura gracias a su relación con el intendente de facto, Osvaldo Cacciatore. Ganaron en esa época 1.000 millones de dólares, se endeudaron con el Estado pero se beneficiaron con las maniobras del Banco Central.

Cuando le preguntaron sobre esa etapa, Aldo Roggio aseguró que “yo parto de que acá hubo una guerra y en la guerra pasan cosas. En ese momento yo estuve de acuerdo con la guerra contra la subversión. Ha sido un parto doloroso pero necesario para el país…” (Luis Majul, Los dueños de la Argentina).

Será como nostalgia de esa época que Aldo contrató a Miguel Angel Rovira, ex integrante de la Triple A, como uno de los responsables de la seguridad de Metrovías.

De capitán de la industria a ‘pirata del asfalto’

Con los gobiernos radicales de Alfonsín y Mestre (Córdoba), los Roggio siguieron haciendo de las suyas. Con un grupo de empresarios llamados ‘capitanes de la industria’, se repartió buena parte de las obras y servicios contratados en esos años por el Estado. Pero la fiesta vino con el menemismo.

“La década de los noventa se caracterizó especialmente por la privatización de los servicios públicos, proceso en el cual Benito Roggio e Hijos S.A. participó de manera activa”, confiesan los Roggio en su propio sitio. En licitaciones truchas se quedaron con el servicio de subtes (Metrovías), trenes (FFCC Urquiza), los peajes de varias rutas (Covisur, Coviares y Puentes del Litoral), más servicios de recolección de residuos (Cliba) y la construcción de diversas obras públicas.

Según el acuerdo con el menemismo, el 22 % de las obras eran asignadas a la empresa. Además, se le otorgó la concesión de casi 2.000 kilómetros de rutas por peaje por 13 años.

El 1 de enero de 1994, luego de una licitación escandalosa, el Grupo Benito Roggio e hijos SA se hizo cargo del servicio de subtes, y en alianza con Menem intentó avanzar sobre los derechos de los trabajadores y su organización. En poco tiempo de los 3.500 trabajadores quedaron la mitad y más tarde comenzó a montar empresas tercerizadas, que le permitieron empeorar las condiciones de trabajo y desviar parte de sus ingresos. Desde el principio, fue beneficiado por un subsidio operativo, y su plan de inversiones se solventó con recursos públicos. Sin embargo, no cumplió con la mayoría de las necesidades de mantenimiento del servicio.

Ahora la patria es Kontratista

Muchos aseguraron que el gobierno de Kirchner venía a ‘acabar con los negociados y la corrupción de los ‘90. Pero los Roggio nunca dudaron de los favores de Néstor Kirchner. El esquema se mantuvo prácticamente igual, e incluso se profundizó. Los cajeros Julio de Vido (Ministro de Planificación) y Ricardo Jaime (Secretaría de Transporte), se encargaron de renegociar los acuerdos.

Durante esta última gestión, Roggio dejó incompleta la autopista Córdoba-Rosario, pero el gobierno le adjudicó un nuevo tramo. Siguió explotando parte de los peajes, aunque las concesionarias (Macri y Roggio, sobre todo) quedaron debiendo al Estado multas e impuestos por 820 millones de pesos.

Pero sin dudas, los negociados más grandes entre el gobierno ‘progresista’ de Kirchner y los Roggio son los que se hicieron en los trenes. Metrovías opera el subte, parte de los FFCC Belgrano Cargas y San Martín.

En medio de la catarata de subsidios, la empresa sigue ahora atacando a sus trabajadores. Quiere terminar con la conquista de las seis horas, con los delegados de base.

Quién es quién

Montó un imperio con la dictadura.

Hizo negocios con los gobiernos de Alfonsín, Menem, Duhalde y Kirchner.
Fue parte de la construcción de Yaciretá, el ‘monumento a la corrupción’ según el propio Menem.

Saqueó el bolsillo de millones como parte del ‘club del peaje’.

Se quedó con parte de los millonarios fondos que demandaron las autopistas, de las que quedó debiendo multas y obras.

Fugó dinero y fue beneficiado con la pesificación de la deuda en 2002.

Administra subtes y trenes con millonarios subsidios, un pésimo servicio y el peligro constante de accidentes.

No hay dudas. El de Roggio es un caso de vandalismo. Vandalismo empresarial.

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