Después de siete meses de suspensión ilegal Pepsico Snacks tuvo que reincorporarme a mis tareas. La patronal intentó desconocer el fallo a mi favor, pero una nueva resolución judicial ordenando mi reinstalación efectiva, junto al apoyo recibido desde distintos sectores la obligaron a cumplirlo.
Este triunfo lo conseguimos gracias a la movilización de las asambleas barriales, fábricas ocupadas, delegados y trabajadores combativos, organizaciones piqueteras y partidos de izquierda, junto a la inmensa solidaridad recibida en estos meses.
La empresa me había suspendido en febrero por haber encabezado la lucha contra el despido de nuestras compañeras contratadas. Este fue un hecho inédito y si bien sufrimos una derrota, ni la empresa ni el Sindicato nos iban a perdonar así que montaron un incidente para suspenderme y despedirme. aunque la mayoría de mis compañeros me apoyaban, no pudieron dar una respuesta de lucha, por la actitud cómplice del gremio y el miedo a perder el trabajo.
La empresa desde un principio actuó con total impunidad, pensando que sería fácil expulsarme, pero no tuvieron en cuenta que en Argentina después del 20 de diciembre las cosas cambiaron. La suspensión era ilegal, por lo que iniciamos un juicio sumarísimo de reinstalación asesorados por el Dr. Rubén Tripi y un grupo de abogadas del Ceprodh Zona Norte y la Dra. Raquel Coronel. Junto con esto lanzamos una gran campaña de denuncia pública exigiendo mi reincorporación. Para ello conformamos una Comisión de Solidaridad impulsada junto a compañeros de Brukman y Zanon, a la que se sumaron asambleas barriales de Carapachay, Munro y otras, delegados y trabajadores de Emfer, El Aguante, Paty, ATE-CTA, el Polo Obrero y la CCC junto a el CeProDH, centros de estudiantes y el PTS, PO, MAS y MST.
En estos meses hemos recibido la solidaridad de prestigiosos abogados y personalidades, de diputados nacionales y dirigentes sindicales. El Concejo Deliberante de Vte. López votó una resolución exigiendo mi reincorporación, al igual que la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación. También recibimos adhesiones de todas partes del mundo y logramos repercusión en medios nacionales como Página 12.
Pero sobre todo, la Comisión jugó un gran rol organizando dos actos masivos frente a la fábrica. El primero en julio, cuando la empresa despidió a un grupo de compañeras, entre ellas mi esposa, al que vinieron más de mil personas. El otro hace algunas semanas, donde quinientas personas exigieron que la empresa cumpliera con el fallo judicial. Con esto mostramos lo importante que es golpear sobre los sectores más retrasados en la lucha desde lo más avanzado, como son las asambleas barriales o las fábricas ocupadas. Esta es una práctica que tenemos que generalizar.
De enero a esta parte, la empresa nos venía pegando una tras otra, con el despido de las contratadas, la división de la Interna, la prohibición de asambleas en fábrica, el cierre del cuarto gremial y el despido de compañeras efectivas. Todo parecía imparable, sobre todo para mis compañeros. Pero nunca bajamos los brazos y con este triunfo demostramos que a la patronal se le puede ganar con la lucha, la movilización y la unidad con otros sectores.
Por último, las tareas de la Comisión de Solidaridad no terminaron con mi reincorporación. Ahora tenemos que pelear por la reincorporación de las compañeras de Pepsico, de los trabajadores de Emfer y de los delegados de Ecocarne, recientemente despedidos. Hay que redoblar el apoyo a la cooperativa El Aguante, estrechar los lazos con las asambleas y la Interbarrial zonal, para avanzar hacia la coordinación efectiva de los distintos sectores.