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¿Quieren volver a la Ley de Residencia de 1902?

Frente al violento desalojo del asentamiento Papa Francisco en Villa Lugano, el secretario de Seguridad, Berni, planteó la expulsión de todo extranjero que cometa algún delito reformando la Ley de migraciones 25.871. Rápidamente fue respaldado por Sergio Massa quien dijo que “no podemos ser tibios. Apoyo un proyecto que nos permita expulsar a aquellos que vengan a la Argentina a delinquir” (Clarín 1/9/14).

Claudia Ferri

11 de septiembre 2014

¿Quieren volver a la Ley de Residencia de 1902?

Frente al violento desalojo del asentamiento Papa Francisco en Villa Lugano, el secretario de Seguridad, Berni, planteó la expulsión de todo extranjero que cometa algún delito reformando la Ley de migraciones 25.871. Rápidamente fue respaldado por Sergio Massa quien dijo que “no podemos ser tibios. Apoyo un proyecto que nos permita expulsar a aquellos que vengan a la Argentina a delinquir” (Clarín 1/9/14). Scioli y Macri no se quedaron atrás, el primero afirmando “que sólo vienen a Argentina a cometer delitos, no a trabajar” (Clarín 2/9/14) y el otro (que desde la crisis del Parque Indoamericano en diciembre del 2010 que terminó con 3 inmigrantes muertos), asegurando que hay una “inmigración descontrolada”.
Estos comentarios xenófobos, una campaña de criminalización y estigmatización de los inmigrantes pobres (como concesión al pedido de “seguridad” de la clase media) ,provenientes de países limítrofes a quienes acusan de quitar el empleo a los nativos, unió a una buena parte de los políticos oficialistas con todo el arco de la oposición burguesa. Para aminorar la xenofobia de Berni (el candidato de La Cámpora), el gobierno planteó la formación de una Mesa de Diálogo Migratorio.
No es la primera vez que se plantea una reforma reaccionaria a la política migratoria. En noviembre de 1902, bajo el gobierno conservador de Julio A. Roca, el Congreso Nacional sancionó la Ley de Residencia (Ley 4.144) a pedido de la UIA y los terratenientes, permitiéndole al Poder Ejecutivo expulsar del país a cualquier “elemento extranjero” sin previo juicio en un plazo de tres días si se lo consideraba “peligroso” para el orden social. No estaba destinada al conjunto de los inmigrantes oriundos de países europeos, sobre todo de España e Italia, que llegaron masivamente de 1860 a 1914 huyendo de la miseria producto de la crisis capitalista que atravesaba Europa. Un sector de estos inmigrantes se reubicó como productores rurales en las provincias del Litoral y como empresarios en las zonas urbanas de Buenos Aires: Matarazzo, Quilmes, Grupo Roggio, entre otras se crearon en esta época dándole forma a la burguesía argentina de herencia europea.
Pero sí afectaba a la mayoría de los inmigrantes. Obreros y peones rurales ilusionados con la promesa de “hacerse la América” debieron enfrentar condiciones precarias de trabajo, sueldos miserables y jornadas laborales interminables apenas arribaron a suelo argentino. Trajeron, además de su fuerza de trabajo, ideas socialistas y anarquistas que ganaron terreno en la clase trabajadora, brindando las primeras experiencias de lucha de clases del movimiento obrero argentino.
Las huelgas se sucedían por ramas de oficio desde fines del Siglo XIX, cada vez con mayor organización y potencialidad. Pero el 22 de noviembre de 1902 se produjo la primera huelga general de Argentina, la más importante de la época en América Latina.
En este marco de ascenso de las luchas y de la combatividad obrera, la clase dominante comenzó una campaña en contra de los “agitadores extranjeros” que se “infiltraban” en los diferentes gremios. La Ley de Residencia fue una de las respuestas burguesas a esa primera huelga general; votada en una sesión extraordinaria del Congreso y dejó como saldo, en su primera semana de vigencia, más de 500 activistas obreros detenidos y deportaciones masivas de trabajadores anarquistas.
Hoy, como hace mas de 100 años, los inmigrantes que llegaron huyendo de la pobreza de sus países natales, en busca de mejores condiciones de vida, deben soportar una doble opresión: la explotación en sus lugares de trabajo (los peores pagos: textiles, construcción, servicio doméstico o cosechas estacionales de la fruta) y la opresión y discriminación por ser extranjeros. Muy diferente es la situación de las empresas multinacionales extranjeras como Lear, a las que el gobierno defiende incluso, con todo su aparato represivo, de los dictámenes de la justicia argentina.
Esta versión racista contemporánea de la Ley de Residencia tendría el objetivo de dividir a la clase trabajadora y al pueblo que se enfrentan a despidos, suspensiones y bajos salarios, falta de viviendas dignas, destrucción de la salud y la educación públicas. Y cuando asoma la crisis, los primeros perjudicados son los inmigrantes, las mujeres y los jóvenes. Es por eso que son los trabajadores organizados quienes deben tomar en sus manos la defensa de plenos derechos para los inmigrantes, porque la clase obrera es una y sin fronteras.

Ley de residencia de 1902

Artículo 1°: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación a todo extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros por crímenes o delitos comunes.

Artículo 2°: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público.

Artículo 3°: El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la república a todo extranjero cuyos antecedentes autoricen a incluirlo entre aquellos a que se refieren los artículos anteriores.

Artículo 4°: El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión, tendrá tres días para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarque.

Artículo 5°: Comuníquese al Poder Ejecutivo”.

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