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Debates

DEBATE ENTRE PO Y LA FT-CI

PO ha perdido el norte en Bolivia

“¿Por que razón?” Votar “por el NO era quedar a la cola de los neoliberales, autonomistas y clericales” se preguntan los dirigentes de PO. Precisamente porque el referéndum habilitado por el pacto para legitimar la constitución modificada y consensuada según los reclamos de la burguesía y los terratenientes, era un mecanismo que con sus dos opciones –sí y no a la CPE- perseguía legitimarla como marco y “piedra fundamental” del nuevo ordenamiento político-estatal burgués basado en el respeto a la propiedad privada, y el No, lejos de representar un rechazo progresivo, fue la bandera de la derecha que busca seguir negociando en mejores términos en el futuro.

Eduardo Molina

26 de febrero 2009

Desde La Paz

“¿Por que razón?” Votar “por el NO era quedar a la cola de los neoliberales, autonomistas y clericales” se preguntan los dirigentes de PO. Precisamente porque el referéndum habilitado por el pacto para legitimar la constitución modificada y consensuada según los reclamos de la burguesía y los terratenientes, era un mecanismo que con sus dos opciones –sí y no a la CPE- perseguía legitimarla como marco y “piedra fundamental” del nuevo ordenamiento político-estatal burgués basado en el respeto a la propiedad privada, y el No, lejos de representar un rechazo progresivo, fue la bandera de la derecha que busca seguir negociando en mejores términos en el futuro.

PO reconoce algo de esto cuando escribe que “unos reclaman el Sí y otros el No en un juego de cartas marcadas, porque la Constitución la hicieron entre los dos, y piensan hacerlo de nuevo en el futuro”1 pero no saca las conclusiones: el SÍ y el NO eran las dos caras del mecanismo de legitimación de lo pactado. PO y la LITCI entraron en la trampa, se adaptaron a la pata derechista del acuerdo y quedaron a la zaga del bloque de los clericales, terratenientes y proimperialistas.

Porque desde la LORCI denunciamos la CPE, el pacto y el referéndum con una posición independiente y de clase llamando a votar blanco o nulo, PO se desgañita acusándonos de “evoderechistas vergonzantes” . Sin embargo -si Guerrero nos permite inspirarnos en su propia frase-, es PO quien “no apoya a la derecha desde las sombras sino desde la cola”.

PO no tiene política de independencia de clase ante el proceso en Bolivia

A Guerrero le indigna que llamemos “crítico” su voto a Evo; pero no tenemos la culpa de que su voto “sin aditamentos” pero con otro programa y otra política se parezca tanto al voto crítico de la LIT-CI morenista que también apoyó a Evo en el revocatorio y rechazó a la CPE el 25/01. Con argumentos similares, Pablo, Lambert, Mandel y Moreno justificaron su apoyo político-electoral no a partidos obreros reformistas (y por eso los ejemplos de la IC que cita en su ayuda se le vuelcan en contra) sino a fuerzas burguesas y pequeñoburguesas nacionalistas… que es lo que PO ha hecho reciencito en Bolivia. Para PO valen tan poco los principios de clase que ni siquiera se para a considerarlos cuando define sus posicionamientos políticos en Bolivia.

Esta falta de anclaje de clase es lo que lo lleva a tergiversar otra vez nuestras posiciones. Dice que “cuando en 2006 se votaron las autonomías departamentales exigidas por los latifundistas, el PTS también se abstuvo, incluso en los departamentos de la “media luna”. Pero desde la LOR-CI denunciamos la convocatoria pactada entre el MAS y la derecha y fuimos la única organización obrera y socialista que impulsó con trabajadores y dirigentes vecinales de base la formación de una agrupación en El Alto para llevar candidatos obreros y un programa de clase a las elecciones a constituyentes. A último momento la CNE impidió esta intervención con objeciones leguleyas. Es ante esto que planteamos: “La derecha pide su voto para defender el neoliberalismo. El MAS pide su voto para concertar con la derecha. Los trabajadores no tendremos voz propia. El 2 de julio, vote en blanco o nulo.” Le dijimos “No al referéndum oligárquico pactado entre la oligarquía cruceña y el MAS” 2 pero dada la imposibilidad de que se organizara un boicot al mismo (por la política pro-MAS de las direcciones sindicales y campesinas) propusimos votar en blanco o pifiado.

Entre tanto, PO pedía “no ignorar una Constituyente que fue electa por una participación sin precedentes, sino orientar de un modo revolucionario las presiones populares hacia la Constituyente” pero nunca planteó constituir un polo de independencia de clase para participar en la AC. PO consideraba “abstencionismo” toda pelea por la independencia política de los trabajadores porque se jugaba a la supuesta “ala izquierda” del MAS, donde ya en diciembre había descubierto “diputados revolucionarios” pero que estaba en todo disciplinada a Evo.

El problema de la opresión nacional indígena es un secreto guardado bajo 7 llaves para PO

En su ofuscamiento ante una realidad que no encaja con sus esquemas y que desconoce, Guerrero nos dice ahora que “con el auge de este indigenismo, por primera vez desde 1946 las ciudades bolivianas no tienen predominio proletario o de la pequeña burguesía urbana artesanal, sino de una informe pequeña burguesía de pasado campesino reciente y con vínculos con el agro, e incluso burguesía indígena.”

Guerrero se equivoca si espera explicar así el panorama ideológico-político. Es evidente que “desde 1946” pesaron el nacionalismo burgués y el reformismo, apoyados en la pequeña burguesía y la burocracia sindical y sólo en los momentos de auge revolucionario como el 52 o los 70 ese dominio fue resquebrajado por la irrupción obrera y popular. La quiebra del viejo nacionalismo y reformismo dejó el espacio - en ausencia de una alternativa obrera con peso- para el ascenso del populismo en su versión indigenista / nacionalista “light”: el MAS.

Si Guerrero quiere explicar así la composición social, está mal informado. Hace muchos años que el artesanado no participa de tal “predominio”, y por otra parte, en lo que él llama “informe pequeña burguesía de pasado campesino reciente” también entran muchos artesanos. En cuanto al proletariado urbano, su históricamente fuerte presencia social y política fue siempre notable a pesar de ser minoritario en la población de las ciudades.

Pero veamos los hechos: la ciudad de El Alto, que acaba de darle al MAS el 80% de los votos, es el ejemplo más típico de migración indígena reciente pero representa la nueva configuración proletaria surgida en las décadas recientes de neoliberalismo y superexplotación.

El Alto pasó de tener poco más de 11.000 habitantes en 1950 a unos 830.000 en el 2003, siendo que cerca del 80% de los alteños se identifica como aymara (y en menor medida quechua) “con padres en las comunidades e hijos en la ciudad”. Al mismo tiempo, la mayor parte de la población alteña ocupada son obreros o empleados (47,20% -es decir, asalariados-) y le siguen en importancia los “trabajadores por cuenta propia” 40,97%, categoría que incluye pequeñoburgueses, comerciantes y artesanos, pero también trabajadores explotados3. En realidad El Alto es una ciudad predominantemente aymara y obrera, y lo mismo puede afirmarse de la ladera Este (Pasankheri, Cotahuma, etc.), del área de Villa Fátima y otras populosas zonas paceñas.

Como muestra El Alto muchos obreros son también aymaras o quechuas, sobre todo en sus capas más nuevas y superexplotadas, que no son ajenas al despertar de una conciencia de rebelión contra la opresión indígena al calor del ascenso de los últimos años. Como decía un joven trabajador fabril alteño, que luego de una importante lucha sindical se integró a la LORCI: “recién ahora me siento orgulloso de llamarme Mamani y digo sin vergüenza que vengo de una comunidad”.

Este despertar de la conciencia es un factor potencialmente revolucionario, a condición de combatir intransigentemente tanto a las corrientes políticas populistas-indigenistas que remarcan la condición indígena para negar la diferenciación de clase; pero también al nacionalismo, el stalinismo y la burocracia cobista que lo desprecian.

PO se confunde otra vez al esquematizar como ““informe pequeña burguesía de pasado campesino reciente” , como antes al identificar “piqueteros bolivianos”4 (exportando la caracterización de un fenómenos de lucha argentino a un sujeto muy distinto social y políticamente). Pero lo más grave es su ceguera ante el problema nacional indígena y cómo éste afecta a la propia clase obrera, reduciendo el problema a “indigenismo” y “moda ideológica”, aunque un obrero vasco, por ejemplo, es obrero y es vasco al mismo tiempo, que la burguesía vasca colabore con el centralismo imperialista de Madrid no le quita esa condición ni elimina el problema de la opresión nacional vasca.
Como trotskistas, compartimos el criterio marxista revolucionario de Trotsky que le daba la mayor importancia a “las relaciones recíprocas entre las consignas nacionales y las agrarias”. Para él, refiriéndose a Sudáfrica en los años 30, el “gran atraso político (de las masas negras) también se refleja en la falta de conciencia nacional”. Consideraba el despertar de una conciencia nacional negra como un factor progresivo y no negativo, sin por eso dejar de combatir revolucionariamente al nacionalismo negro del CNA, y afirmaba que “la propaganda puede y debe partir ante todo de las consignas de revolución agraria, para llegar así, paso a paso, a través de la experiencia de la lucha, a que el campesinado extraiga las necesarias conclusiones políticas y nacionales.” 5

La tarea de los trotskistas es educar a la vanguardia obrera en la lucha por la independencia política de la clase, mostrándole que también “el problema nacional debe ser encarado con los métodos de la lucha de clases”6, y recurriendo al acervo político y programático forjado por Lenin, la Tercera Internacional y Trotsky en relación a los problemas de la opresión y la política hacia los pueblos y nacionalidades oprimidas.
La lucha contra la opresión de aymaras, quechuas y pueblos de las Tierras Bajas es una tarea democrática que debe articularse en el programa transicional con la lógica de la revolución permanente. Sólo esto ayudará al proletariado boliviano a combatir a las corrientes pro-burguesas, unir sus propias filas y conquistar la hegemonía en la alianza obrera, campesina y popular para dirigirla hacia la toma del poder.

Es en esta perspectiva que se educan los trabajadores avanzados del Aeropuerto, de DBU-Swissport, recolectores de residuos de El Alto, Huanuni y otros sectores, y los estudiantes de la UPEA y la UMSA que se organizan con la LOR-CI.

Desde su suficiencia, PO desconoce la historia tanto como las condiciones objetivas y subjetivas concretas en que se desarrolla la lucha de clases en Bolivia, nunca se plantea qué política necesita la vanguardia obrera para avanzar hacia la independencia de clase y responder a estos problemas, y este es uno de sus mayores fracasos ante el proceso político en Bolivia. Algo que no pueden ocultar sus epítetos contra la LORCI y el PTS.

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