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NACIONAL

INUNDACIONES EN LA PLATA

“No se puede modificar la amenaza, pero sí la exposición a ella”

Pablo Romanazzi es ingeniero. Hace años trabaja en el departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la UNLP. Junto a otros profesionales presentó en 2007 un informe a la intendencia de La Plata en el que definía las causas de las inundaciones en la región y alertaba sobre la necesidad de obras urgentes. Pero ningún responsable político le hizo caso.

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11 de abril 2013

“No se puede modificar la amenaza, pero sí la exposición a ella”

¿Cuáles fueron las razones que provocaron el desastre?

Primero, evidentemente, la lluvia. 400 milímetros en tres o cuatro horas es demoledor, no se puede manejar. Pero esa lluvia encontró un sistema hidráulico obsoleto que no acompañó el crecimiento de la ciudad en estos años, sin vía de escape preparada, lo que convirtió a la zona en una trampa mortal. Y a su vez ayudó la ausencia de sistemas de alerta para evitar estas consecuencias.

Ustedes presentaron un informe en 2007 sobre la cuestión. ¿Qué planteaban?

El informe fue el resultado de un estudio hecho entre 2003 y 2007 (por un convenio entre la Municipalidad y la Universidad de La Plata) a raíz de la inundación de enero de 2002 en las mismas zonas recientemente afectadas. Nos pedían que informemos qué medidas se debían tomar. El primer módulo del estudio era sobre el arroyo El Gato, que involucra a más población y es el que siempre generó más problemas. La conclusión fue que, aún con las tormentas cotidianas, el sistema ya tenía problemas. La primera propuesta fue que se libere la traza de El Gato de cualquier obstrucción, aumentando los puentes, ensanchando el arroyo, sacando las alcantarillas que embalsan las aguas. Con esa salida preparada, todas las propuestas que vinieran después iban a tener sentido. Pero si no se hacía eso nada iba a servir.

También propusimos la instalación de estaciones pluviográficas, que miden la precipitación y anticipan lo que puede venir. A partir de las alertas del servicio meteorológico se activan esas estaciones que empiezan a recibir datos y ayudan a anticipar si va a haber, por ejemplo, una inundación mayor o menor a un metro. Esas estaciones podrían integrar los protocolos de evacuaciones de Defensa Civil y Bomberos. Los bomberos me decían que a ellos les serviría mucho saber cuáles son las vías de escape, por dónde circular para llegar a la gente, y que no lo saben. A veces no se puede anticipar mucho. Pero si una hora antes se sabe lo que viene se puede parar el transporte para que no circule en las zonas bajas, alertar y empezar a evacuar gente, reunir material para rescate. Para eso una hora puede ser mucho tiempo. Ni hablar si se pudiera retener el agua en las zonas altas con compuertas u otros mecanismos.

Se podrían haber hecho muchas cosas que no se hicieron. Yo mantuve tres estaciones pluviográficas durante seis años, pero por falta de presupuesto las tuve que abandonar. Y cuestan muy poco en comparación con los daños que habitualmente dejan las tormentas. Ni hablar una tan grande como ésta.

¿Qué pasó con el informe?

Lo entregamos en 2007. Se fue Alak (anterior intendente, hoy ministro de Justicia de la Nación, NdR) y llegó Bruera. En febrero de 2008 se inundaron City Bell y Villa Elisa y se reavivó el tema. Como el estudio se había parado no habíamos investigado la zona norte de la región, que era el cuarto módulo del convenio. A mí y otros profesionales nos llamaron para que asesoremos, pero evidentemente no se hizo nada.

Entre 2010 y 2012 Bruera cambió el Código de Ordenamiento Urbano ¿Qué consecuencias trajo?

Se permitió edificar en terrenos residenciales. Donde antes había una casa ahora hay seis. De a poco se fue provocando una situación de impermeabilización en la que todo lo que llueve va a parar al desagüe. Ya no se absorbe nada. Y si el agua no se encauza se lleva todo puesto.
Además se permitió el loteo de terrenos cercanos al arroyo, que tenían cierta restricción hidráulica. Ahora hay gente que tiene título de propiedad sobre ellos. ¿Quién los habilitó? Cuando hablamos de urbanización irresponsable nos referimos a eso, a que no hay control.

Yo no participé del proceso de modificación del Código, pero sí participaron representantes de la Universidad y de los colegios de ingenieros y arquitectos. Acá el tema son los intereses. Hay una presión inmobiliaria muy grande, loteando hasta el terreno más inmediato al curso del arroyo. Si en todos los lugares a un proyecto se le pide un estudio de impacto ambiental, ¿por qué no se sigue el mismo mecanismo en estos casos?

¿La situación de las casas junto a los arroyos es de las más complejas?

Sí, en general son terrenos ocupados, donde hay restricción hidráulica. Pero la Ley de Hidráulica provincial y la “línea de rivera” que delimitaría el bien público del bien privado es arbitraria, sin criterio hidrológico.

No se hace una simulación de qué niveles alcanzaría una tormenta como ésta y, en función de eso, determinar cuáles son las áreas afectadas y no dejar ocuparlas. En Argentina, sacando algún gran río, eso no se hizo nunca. No hay una delimitación de las zonas de exclusión que tienen que haber para el paso de las crecidas. Y es algo muy importante porque replantea toda una ciudad. Hay situaciones muy comprometidas, como la del arroyo El Gato, con una urbanización altamente densa. Pero se apuesta a conductos enterrados y a la ampliación de esos conductos, lo que no soluciona el problema de base. Lo que yo planteaba en 2008 es que en esas cuencas gran parte de la superficie no está urbanizada. Se debería intervenir allí, planificando los asentamientos. Una reformulación de base que reduzca la exposición de mucha gente al peligro.

¿Qué más se debería hacer?

El tema de los desagües y las cloacas tiene que ser resuelto antes de habilitar cualquier tipo de construcción nueva. La fuerza motriz del agua está guiada por la gravedad. Si se va a avanzar sobre un sector primero hay que resolver eso y después las calles, la pavimentación, etc. Es algo elemental, está en todos los libros.

Desde el punto de vista hidráulico hay que cambiar las formas de las obras. Esto no se resuelve con conductos más grandes. Evidentemente tenemos que volver a lo más primario en cuanto a la concepción de una obra de desagüe que es dejar la traza liberada a los arroyos para que conduzcan la crecida cuando se producen estos eventos y no invadir las planicies de inundación. ¿Vamos a seguir dejando que la gente ocupe eso que no se debería haber ocupado nunca? Si tenemos un país “vacío” donde sólo una parte está poblada, ¿tenemos que seguir concentrando tanta gente en el Conurbano, en la Capital Federal, en La Plata? ¿Hay que seguir fomentando estos aglomerados urbanos? Me parece que no.
No se puede modificar la amenaza, pero sí evitar la exposición a esa amenaza.

Acá hay un problema de infraestructura muy grave, donde peligra la vida de muchas personas y los daños materiales son importantes. No podemos evitar totalmente las inundaciones, pero podemos estar mejor organizados.

Entrevista: Laura Torrente

Edición: Daniel Satur

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