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MUJER

¡No más Paolas!

Ruth Benítez

25 de septiembre 2014

¡No más Paolas!

Paola y su pequeña hija, Martina, desaparecieron de la puerta de su casa. Alguien las vio subir a la camioneta del padre de la niña y lo declaró a la policía, cuando su hermana empezaba una desesperada búsqueda.
“Estarán en la casa de una amiga, ya van a volver” fueron las palabras del ayudante del fiscal ante la denuncia. No estaban en la casa de una amiga, Paola estaba muerta, asesinada a puñaladas, dentro de una alcantarilla. Su hija, herida junto al cadáver.
“Lo más probable es que se haya ido por sus propios medios”, repetían mientras en la casa quedaban dos niños durmiendo, la mamadera sobre la mesa, el celular con los últimos mensajes del padre de Martina.
“Hay que seguir los protocolos”, fue la siguiente excusa de una justicia acostumbrada a responsabilizar a las víctimas, más si son mujeres. Días después, ante el horror del cadáver de Paola, la Fiscalía General aclaró que ese protocolo no existe desde 2006, que las búsquedas deben comenzar de inmediato. Ese mismo día apartaban al fiscal.
Fueron sus familiares, sus amigos, las organizaciones de mujeres, quienes estuvieron frente a la seccional del barrio, frente a Tribunales, en las calles de Córdoba reclamando, denunciado que algo grave había pasado, que se estaba ante un femicidio, o quizás dos.
Ochenta horas después apareció el cuerpo de Paola, no por la búsqueda de la policía o pesquisas emanadas de un fiscal. Apareció porque una vecina oyó llorar a una bebé, porque otra vio unos pies al fondo de una alcantarilla. Porque un vendedor ambulante sacó la tapa y vio una criatura que lo miraba “con ojos de espanto”.
Espanto de las cifras: 12 muertas por femicidio en Córdoba según llevan la cuenta las organizaciones y las militantes, no el Estado. Espanto de las discusiones sobre la carátula del caso. “No puede ser femicidio. No había denuncias previas de violencia”. Para la justicia machista primero las mujeres tienen que sobrevivir para poder denunciar que son violentadas. Esta vez, Paola no pudo denunciar nada, alguien decidió que esa vida estaba bajo su control, que no se adecuaba a sus deseos y la mató.
Femicidio, último eslabón de la cadena de opresión a la cual está sujeta la vida, el cuerpo, los deseos de las mujeres bajo este sistema de explotación. Desde Pan y Rosas sostenemos que sólo la organización y la lucha nos permitirá que no haya más Paolas.

Prensa

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