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Breves

Mundo feliz

7 de diciembre 2006

¿Cuánto vale la vida de una persona? El interrogante no tiene respuesta fácil: ¿cómo valuar en papel moneda el bien más preciado del género humano, un bien singular, único e irrepetible? Pero no parece un problema para los juristas de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Laboral de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, los que valuaron la vida de Luis Alvarez en $8.000, poco menos que un auto usado de oferta. Luis murió arrollado en un accidente de tránsito con apenas 19 años y toda una vida por delante llena de proyectos. Su familia, gente de condición muy humilde residente en una barriada de las afueras, solicitó una indemnización de $57.000. Pero los magistrados se opusieron, señalando que Luis había abandonado el colegio secundario y debido a su situación económica “sus sueños de progreso culminarían, por el peso de la realidad, transformándose en verdaderas utopías”. El miserable monto fijado por su vida fue determinado en concepto de “pérdida de chance” por la futura ayuda financiera que Luis hubiese aportado a su hogar. La brutalidad de la sentencia revela que los pobres ni siquiera pueden apostar a soñar por un proyecto. La igualdad de oportunidades y la igualdad ante la ley son la letra de una mera ficción barata ante la igualdad de algunos más iguales que otros. En la sociedad capitalista los pobres llevan el estigma indeleble de los sueños imposibles.

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