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NACIONAL

CRISIS EN LA CGT

Mucha "interna" pero nadie pelea por todos los trabajadores

El fortalecimiento del gobierno avivó la disputa en la CGT. La división entre moyanistas y antimoyanistas crece, y se oyen amenazas de ruptura.

Ruth Werner

10 de mayo 2012

El fortalecimiento del gobierno avivó la disputa en la CGT. La división entre moyanistas y antimoyanistas crece, y se oyen amenazas de ruptura. El sector opositor a Moyano, integrado por los “independientes” (Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez, y José Luis Lingeri), los “gordos” (Lescano, Cavallieri y West Ocampo) y la CGT Azul y Blanca de Barrionuevo, sumó nuevas adhesiones de quienes hasta ayer se alistaban con la actual conducción cegetista. Con estos aliados, se proponen “vaciar” el Confederal del 23 de mayo, para demostrar la debilidad de Moyano y desconocer la fecha de elección de autoridades de la CGT, que el camionero fijó para el 12 de julio. La jugada antimoyano es impulsada por el kirchnerismo, que postula como candidato al metalúrgico Antonio Caló.

Ninguna de estas dos variantes burocráticas expresa los intereses de los trabajadores. No pelean seriamente por el salario para los sindicalizados, y mucho menos les preocupa el 40% que está en negro y gana menos de $4000 o los millones de precarizados. Con el caballo del comisario oficialista corre lo peor de la burocracia, la que estuvo con la dictadura y el menemismo. Mientras estos se acomodan con el gobierno, el moyanismo coquetea con lo más corrupto del pejotismo opositor mientras “descubre” que “hay muchísima desocupación”, “muchísimo trabajo en negro” y que “nunca estuvo en la agenda del Gobierno una vivienda digna para los trabajadores” (Clarín, 8/5)
A diferencia de Néstor Kirchner, que para sostenerse en el poder, cuando todavía estaba fresca la rebelión del 2001, tuvo que darle a la CGT y a Moyano un papel privilegiado en su esquema de gobierno, Cristina quiere debilitar el peso del sindicalismo en la coalición gobernante y en la vida política. Aunque la presidenta fogonea a una fracción contra otra, de fondo busca disminuir el poder de ambas. Esta política es un arma de doble filo, porque aunque puede servir a los objetivos inmediatos de consolidar el bonapartismo presidencial, debilita estratégicamente a la dirigencia sindical peronista, para cumplir sus objetivos de contener la lucha de clases. Una política que se asemeja a la de Menem cuando dividió la CGT en dos, entre la Azopardo de Saúl Ubaldini y la San Martín con los “gordos” de entonces, encabezados por el mercantil Guerino Andreoni.

El gobierno tuvo una política similar con la CTA que terminó debilitada y partida en dos: una central conducida por Yasky, subordinada al oficialismo; y la otra, liderada por Pablo Micheli, donde tiene peso el sector binnerista de Víctor De Gennaro y Proyecto Sur.

Frente a las próximas paritarias, vemos cómo se está ubicando la burocracia sindical cegetista en sus dos sectores. UPCN acaba de firmar un aumento exiguo del 21%, y en dos cuotas. Una vergüenza. Para ratificar la pelea por paritarias libres, con delegados paritarios elegidos en asamblea, por un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, la eliminación del tope en las asignaciones familiares, el 82% móvil, y el fin del trabajo en negro, hay que fortalecer al sindicalismo de base. Moyano, no pasa de las denuncias mediáticas. Si verdaderamente quisiera enfrentar al gobierno porque “relega al trabajador” debería llamar a un plan de lucha serio contra este nuevo “techo” que quieren imponer el gobierno y las patronales.

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