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Juntos son dinamita

Moyano recibió a Castells en la CGT

Prensa PTS

12 de agosto 2004

No fue una mala noticia sólo para Susana Rueda, la despechada integrante de la conducción cegetista. También lo fue para el Gobierno. Sobre todo porque el encuentro entre Hugo Moyano y Raúl Castells trascendió lo simbólico. Y se convirtió en el preámbulo de un endurecimiento del sindicalismo, que a puertas cerradas comenzó a hablar de la posibilidad de una movilización a Plaza de Mayo en caso de que no se ponga en marcha el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
El camionero recibió al dirigente piquetero en la histórica sede de Independencia y Azopardo, pese a los reclamos públicos de Rueda para que no lo haga en nombre de la CGT. El propio Castells se introdujo en esa interna que le es ajena con cierta retórica machista. “A veces las mujeres están nerviosas y dicen algunas cosas de más”, dijo.
La presentación mediática del contrapunto entre Moyano y Rueda como el preámbulo de una nueva ruptura sindical obligó a una catarsis. Fue en la reunión del consejo directivo, donde cada uno dijo lo suyo con el compromiso de no hacer lo propio en público. Claro, el camionero ya se había desquitado antes con un megáfono. “No es posible esconder los desocupados bajo la alfombra”, dijo desde las escalinatas de la CGT, flanqueado por el piquetero duro y su mujer, Nina Peloso. Un poco antes el intrépido Luis Barrionuevo también hizo de las suyas al calificar de “brillante” la política de puertas abiertas de Moyano.
Más allá de esas “mojadas de oreja” a Rueda, en las dos horas de encuentro cegetista post-Castells, hubo advertencias para el Gobierno, en un cambio de actitud que en la Casa Rosada no imaginaban, no al menos de manera tan prematura. ¿Qué le hicieron saber a Kirchner desde la CGT? Básicamente que no respaldarán un aumento salarial por decreto para empleados públicos y privados.
Puede sonar a contradicción. Pero tiene alguna explicación. Técnicamente un aumento fijo en vez de porcentual, sea del valor que fuere, comprime la pirámide salarial y las categorías profesionales. Políticamente, y éste parece ser el tema que mayor inquina produce en las filas sindicales, un decreto presidencial no le permite a la CGT capitalizar el aumento, cosa que no ocurriría si la mejora fuera producto de las negociaciones a través del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
“La verdad es que pedimos que se aumenten las jubilaciones y los salarios y después nos enteramos de esto por los diarios”, confió un conspicuo referente de la CGT, desayunándose de lo que es un clásico del estilo K. En rigor, el Ejecutivo está obligado por ley a convocar al Consejo del Salario, pese a que no se cumple desde julio de 1993. Kirchner prometió hacerlo en sus recientes reuniones con Moyano, Rueda y también José Luis Lingeri, la tercera pata de la conducción sindical. Pero hasta ahora no sucedió y no creen que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, ni el canciller Rafael Bielsa lo hagan en la reunión prevista para hoy.
Por eso en la CGT se habló de convocar a un Comité Central Confederal (que reúne a los secretarios generales de todo el país) para acordar allí la fecha a una movilización en caso de que se dilate la invitación oficial al sindicalismo para discutir el incremento de salarios.
En cambio, poco y nada se habló allí de la previa que Moyano tuvo con Castells, un acercamiento que ambos acordaron sistematizar incluso para diseñar acciones conjuntas. No podía ser de otro modo de quienes en la charla coincidieron en casi todos los puntos. Como cuando el líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados reclamó un salario mínimo de 800 pesos para todo el mundo.
También compartieron en la idea de elevar de 150 a 350 los planes sociales y de pugnar por una reducción de la jornada laboral, de manera tal de repartir el trabajo. No es una propuesta nueva. Hombres de Castells recolectaron firmas junto al moyanismo para promover una iniciativa popular que consagre esa reducción en el Congreso.
La nota del día la dio el propio Castells antes de partir de la sede sindical. Fue cuando invitó a Moyano, pero también a Rueda y a Lingeri, a comer un asado en la sede de su agrupación. A partir de hoy se conocerá qué gremialista es vegetariano. 

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