En medio de la crisis más grande del capitalismo mundial desde la Gran Depresión de 1930, luego de casi ocho años de ausencia en las calles como central obrera, la CGT realizó una importante movilización cuyo único orador, Hugo Moyano, se dedicó en forma excluyente a defender en forma incondicional al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, para llamar a los trabajadores a votar el 28 de junio a las fórmulas oficialistas. "Los trabajadores debemos ser una masa de votantes que apoye este proyecto", dijo el líder de la CGT en vísperas de un nuevo aniversario del inicio de la histórica huelga en Estados Unidos por las ocho horas de trabajo que trajo aparejada la ejecución en la horca de cinco luchadores obreros en 1887.

Moyano no se privó de elogiar al gobierno de los Kirchner. Cualquier oyente desprevenido podría pensar que el estándar de vida de las y los trabajadores argentinos no dista mucho del de los de Suiza o Suecia.

En vez de exigir aumentos de salarios y que nadie gane menos de lo que cuesta una canasta familiar, solo se escucharon loas a un gobierno que congeló los sueldos y las paritarias intentando que se cristalice la pérdida del poder adquisitivo que tuvimos por la inflación del último año y medio. Hoy la mayoría de las y los trabajadores apenas recuperaron el nivel de compra que tenían antes de la crisis de 1999-2002.

Moyano ni siquiera mencionó que más del 35% de los trabajadores lo hacen en negro... a seis años de la asunción de los Kirchner.

El Secretario General de la CGT ni siquiera nombró la palabra "suspensiones", algo que sufren decenas de miles de trabajadores a lo largo y a lo ancho del país. En cuanto a los despidos solo se dignó a pedirles a los empresarios que no despidan, como si un pedido hecho en un acto, sin una sola medida de lucha, va a evitar que las patronales sigan descargando la crisis sobre las espaldas obreras. Ni una mención a una ley que prohíba los despidos (sería demasiado pedir siquiera un saludo a los trabajadores Mahle o a los Cive que luchan contra los despidos). Ni hablar de un verdadero plan de obras públicas.

No. Loas y más loas a un gobierno que, dijo Moyano, derogó la reforma laboral "de la Banelco", pero -escondió el líder cegetista- mantuvo lo escencial de la normativa antiobrera impuesta en la década de los 90 que mantiene a miles de trabajadores tercerizados y sostiene los "contratos basura", de los cuales se están aprovechando ahora las patronales para despedir.

Saludó la ley de movilidad de los jubilados, pero nada dijo que ésta está atada a la recaudación, que baja mes a mes al calor de la crisis y la recesión. El 82% móvil para todas y todos los jubilados, eso quedó en el ’45. Ni que decir que más del 70% de los trabajadores pasivos no gana más de 800 pesos, la mínima.

Habló de un gobierno -el de los Kirchner- que "defiende la soberanía nacional". Olvidó decir que todos los recursos energéticos están en manos de monopolios privados, que el 70% de la industria es extranjera. Que el nivel de la deuda externa en relación al PBI es el mismo que el de la época de la Alianza. Que Néstor Kirchner le pagó 10.000 millones de dólares al FMI en un país del dengue donde hoy hay, según las mismas cifras del Indek, 30% de pobres. Que en la estatización de Aguas Argentinas y del Correo el Fisco se hizo cargo de dos "muertos" quebrados. Que los recursos obtenidos con la nacionalización de las AFJP no fueron a paliar las necesidades populares, sino a financiar a aquellos empresarios que -bien dijo- se llenaron los bolsillos en estos últimos seis años.

Mal que le pese a Hugo Moyano, "la herramienta fundamental" que tenemos para frenar los despidos y luchar por lo que es nuestro, no es "el voto del trabajador" a un gobierno que lejos está en representar los intereses populares.

Como lo demostraron las generaciones que nos predecieron, aquella, la de los Mártires de Chicago, la de los anarquistas de principios de siglo, la del movimiento obrero que se levantó y luchó, que protagonizó revoluciones, que logró conquistas, que fue derrotado pero una y otra vez volvió a levantarse, como lo demuestran hoy los compañeros de Zanon, los del Subte, los obreros franceses que toman a los gerentes de rehenes para conseguir sus reivindicaciones, las fábricas y establecimientos tomados en decenas de lugares en todo el mundo, una de las herramientas claves, fundamentales, es nuestra lucha, la lucha obrera, aquella que conmemoramos y saludamos en todo el mundo, mañana Primero de Mayo.

Este Primero de Mayo tenemos que marchar para que la crisis la paguen los capitalistas. Es necesario pelear para que los sindicatos y las centrales obreras pasen a la acción, no para apoyar a gobiernos o políticos patronales. Para apoyar las luchas en curso. Por un plan de lucha nacional por la defensa irrestricta del empleo: ningún despido ni suspensión; por el reparto de las horas disponibles de trabajo sin rebaja salarial; para que nadie gane menos de lo que cuesta una canasta familiar; por un plan nacional de obras públicas controlado por los trabajadores para paliar las necesidades populares. Un programa como el que suscribimos decenas de organizaciones obreras y de la izquierda que organizamos el acto del Primero de Mayo en la Plaza de Mayo.

Este Primero de Mayo Todos a la Plaza de Mayo. Nos encontramos a las 14.30 hs. para marchar con el PTS y el Frente de la Izquierda y los Trabajadores Anticapitalista y Socialista.