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Movimiento Estudiantil

Más papistas que el Papa

Quedamos más papistas que el Papa, escribió el 15 de octubre a sus colegas un docente que fue parte de la cruzada K contra la toma de Sociales.

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21 de octubre 2010

Quedamos más papistas que el Papa, escribió el 15 de octubre a sus colegas un docente que fue parte de la cruzada K contra la toma de Sociales. Y no se equivocó. Luego de 45 días en que los funcionarios kirchneristas se fanatizaron atacando a los estudiantes (y sus asambleas), y presagiaron el fracaso rotundo de la lucha (y con ella, de toda lucha contra el gobierno), los estudiantes consiguieron el compromiso gubernamental para una partida suplementaria de 20 millones de pesos para el edificio único de la Facultad. Luego de 45 días de toma, los estudiantes en lucha triunfaron, y los fanatizados K quedaron con el pie cambiado rumiando desconcierto.

Mucho más que 20 millones

¿Pero cuál es el fondo del desconcierto? Además de los 20 millones obtenidos, el triunfo en Sociales puso fin a varios debates que recorrieron los 45 días de toma y ante los cuales, los funcionarios de la Facultad (y algunos intelectuales kirchneristas) argumentaron en blogs, mails y notas de medios oficialistas. El primero, el debate acerca del “método políticamente correctopara obtener las reivindicaciones. Allí se desplegaron ríos de “posts” que podrían resumirse en “dado que estamos ante un gobierno nacional y popular, no hacen falta la lucha y la movilización para obtener los reclamos; lo que hay que hacer es esperar que, paso a paso, todo llega”. Pues bien, 45 días de toma hicieron evidente que, bajo el gobierno kirchnerista, para conseguir una mínima reivindicación (como el dinero para terminar un edificio único), lejos de esperar, hay que luchar y mucho. Y más aún, hay que luchar contra el gobierno, y no con el gobierno. El segundo debate que saldó la lucha, es el que surgió alrededor de los jóvenes, la política y el kirchnerismo. Si a partir de la lucha de secundarios, algunos intelectuales habían intentado (sin demasiado convencimiento) establecer una relación de identidad entre el surgimiento de un nuevo movimiento estudiantil y la militancia de los jóvenes K, el conflicto de Sociales desterró toda posibilidad de semejante operación y desnudó el desacople (y no la confluencia), entre el nuevo movimiento estudiantil que emergió en los últimos meses y la militancia de los jóvenes K. En el Luna Park de la Cámpora y en el River de Moyano, no estaban los jóvenes que poblaron los canales de televisión como voceros del proceso de lucha en las calles y colegios en septiembre, o los que hicieron asambleas interestudiantiles con dos mil estudiantes secundarios y universitarios, y mucho menos aún, los representantes del sindicalismo de base que se extiende por fábricas y lugares de trabajo. Por el contrario, estaban los que intentaron una y otra vez levantar la toma de Sociales (siempre infructuosamente) y la burocracia sindical que persigue a los trabajadores que se organizan. La pregunta por la relación entre los jóvenes, la política y el kirchnerismo dio como respuesta un kirchnerismo que no sólo no hegemoniza esta nueva juventud politizada, sino que la sufre como un movimiento de oposición por izquierda. En Sociales ningún kirchnerista puede repetir hoy la frase que fuera muletilla durante la primavera del ciclo K: a la izquierda está la pared. A la izquierda del kirchnerismo están los jóvenes estudiantes que volvieron a la escena política nacional y los jóvenes trabajadores que protagonizan el sindicalismo de base como en Kraft.

En síntesis, el conflicto en Sociales mostró al kirchnerismo sin mediaciones. Si en las luchas de trabajadores que se expresan en el sindicalismo de base, el kirchnerismo cuenta con la burocracia sindical para intentar disciplinar al movimiento obrero que lucha, o con la supuesta neutralidad del Ministerio de Trabajo para maquillar su política propatronal, en este conflicto tuvo que encarnar el ataque a las luchas “desde abajo” en forma directa a través de sus funcionarios a sueldo y las agrupaciones juveniles kirchneristas. La tensión constitutiva del kirchnerismo entre el intento de apropiarse de 2001, para reconstruir las instituciones repudiadas en 2001, quedó expuesta en Sociales en un escenario que puso las cosas en su lugar: a los funcionarios e intelectuales K en defensa de la vieja política universitaria compartida con los radicales, y a los hijos de 2001”en la vereda opuesta, enfrentándolos. Es ese lugar reaccionario el que los obligó a encarnar discursos que no tenían mucho que envidiar a las enbestidas macristas contra la politización de la juventud”, ni a las declaraciones del burócrata Fernández de la UTA cuando habló de la zurda loca para referirse a los trabajadores del subterráneo organizados en el Cuerpo de Delegados. Ser más papista que el Papa significó asumir, sin mediaciones, ese lugar que los coloca más cerca que lo políticamente correcta de la derecha y de la vieja burocracia sindical. De allí el desconcierto cuando el Papa les soltó la mano.

por Paula Varela, Docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

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