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MANUEL GEORGET, de Francia: “Que nuestro combate por el control obrero inspire a otros en el mundo”

PTS

26 de agosto 2010

Un saludo a ustedes, los hijos y las hijas de León Trotsky. Quisiera antes que nada agradecer a mis camaradas del PTS por su invitación que me permitió conocer de cerca las luchas de la clase obrera en Argentina y participar de las discusiones de los revolucionarios de varios países de América Latina y Europa. Saludo especialmente a los trabajadores de Zanon, Stefani y Kraft, mis camaradas de clase.

Esta gorra es el símbolo de mis luchas. Y esta es la de Raúl Godoy, la de los obreros de Zanon, y el símbolo de su victoria.

En el combate de clase que nos espera, la crisis del capitalismo mundial muestra toda su magnitud. Grecia no hace más que anunciar los ataques que la clase capitalista quiere imponer a los trabajadores en todos los países. Los planes de austeridad traerán más recesión, más despedidos y cierres de fábrica. En Francia, sólo en 2009 se suprimieron más de 250.000 empleos.

Los trabajadores en Francia han luchado enormemente estos últimos años en combates heroicos pero que terminaron la mayoría de las veces en derrotas. En Philips Dreux, frente al proyecto de la patronal de despedir al 50% de los trabajadores en 2008, para deslocalizar una parte de la producción en Hungría, hicimos 11 semanas de huelga, con más de veinte piquetes bloqueando toda la zona industrial y una parte de la economía local, sin poder impedir que se pierdan los puestos de trabajo, luego de una vergonzosa traición de la burocracia sindical.

Desde el comienzo de 2009, las duras luchas del proletariado industrial se extendieron a todo el país contra los despidos y cierres de fábricas. Los trabajadores franceses retomaron los métodos radicales heredados del ascenso revolucionario de los ‘60 y ‘70, como las ocupaciones de fábrica y los secuestros de patrones y gerentes. Sin embargo la gran mayoría de estos conflictos se llevó adelante con el objetivo de obtener mejores indemnizaciones, lo que equivalía a aceptar la derrota. Este fue el caso de combates heroicos como el de Continental, Molex o New Fabris.

La cuestión que se plantea es saber si toda la energía de lucha de la clase obrera podrá dar lugar a victorias. Es por esto que pensamos que los métodos radicales también deben darse objetivos radicales. Ante los cierres de fábrica, no hay que resignarse a negociar mejores indemnizaciones, sino luchar para impedir los despidos. Este programa es el único que permite unificar las luchas. Pero también para evitar la dispersión hay que poner en pie una coordinación a escala nacional e internacional. Establecer lazos entre los sectores combativos de todas las fábricas, independientemente de sus direcciones sindicales burocráticas que ya han mostrado que no harán nada para avanzar en el sentido del combate de los trabajadores. Es imprescindible la auto-organización de los trabajadores arrancándolos de la influencia de aquellos que defienden sus pequeños intereses de burócratas sindicales.

Los trabajadores deben tomar en sus manos sus destinos y mostrar, como intentamos hacer en pequeña escala en Philips Dreux, que pueden dirigir su trabajo y sus vidas y que no necesitan de los parásitos capitalistas.
En enero de este año mis compañeros de Philips Dreux y yo tomamos el control de la fábrica y la organización de la producción para impedir el cierre definitivo y demostrar que la producción podía seguir siendo posible. Al principio no fue fácil. Cuando hablábamos de control obrero había trabajadores que nos decían: “¡Vos no me vas a controlar!”. Con mis compañeros del sindicato CGT disidente, les explicamos
pacientemente, y frente a la intransigencia patronal, los trabajadores terminaron decidiendo en asamblea retomar la producción. Durante este período de 15 días de control obrero, habíamos traído las materias primas para una producción de 5.000 televisores. Con la producción nos dimos cuenta que en un solo mes, incluso con bajo volumen de producción, éramos capaces de asegurar a cada trabajador un salario superior a lo que la patronal de Philips nos pagaba en un año. La producción de otros 11 meses eran más que suficientes para pagar los costos fijos de la empresa.

No tuvimos tiempo de vender esta producción que comenzaba a interesar a grandes distribuidores de importantes marcas que llamaban para conocer nuestros precios. Esta fue la primera experiencia de control obrero en Francia desde los años ‘70, mostrando otra vía de lucha contra los despidos. Por eso, el control obrero de Philips hizo temblar a los patronales y al gobierno: además de demostrar que se pueden frenar los despidos, lleva los gérmenes de una nueva sociedad, basada en la propiedad nacionalizada y la gestión obrera. El control obrero era un peligro no sólo para los patrones de Philips sino para toda la clase capitalista, porque cuestionaba las bases de la explotación. Planteando la nacionalización de las empresas bajo control obrero, los trabajadores plantean potencialmente el problema del poder y de la organización de toda la sociedad.

La patronal de Philips, en acuerdo con la burocracia, hizo todo para derrotar esta experiencia imponiendo un lock-out y desviando la lucha hacia las indemnizaciones. Los patrones de Philips tuvieron la audacia de enviar una carta proponiendo puestos de trabajo en Hungría por un salario de 450 euros, un tercio de lo que ganamos, con una sola condición: hablar húngaro con fluidez. Como podrán imaginar no había ni un solo trabajador en la fábrica que cumpliera el requisito. La provocación escandalizó a la prensa y a los partidos que se dicen de izquierda, pero a nadie le parecía escandaloso que los trabajadores húngaros cobren 450 euros por mes o que la mayoría de la producción de nuestra fábrica ya se había deslocalizado y trasladado a países del este hace tiempo.

Así como la lucha de Zanon y más recientemente de Stefani fueron una inspiración para los trabajadores de Philips, espero que nuestro combate pueda inspirar a otros trabajadores en Europa y en el mundo para enfrentar la crisis capitalista. Así como el rol de mis camaradas del PTS y especialmente de Raúl Godoy fue determinante para la victoria en Zanon, en Francia también necesitamos poner en pie un verdadero partido revolucionario que dé una perspectiva y un programa a la vanguardia obrera, a diferencia de los partidos de la extrema izquierda que en la mayoría de los casos se han limitado a acompañar las luchas por las indemnizaciones y han rechazado darle a los trabajadores un programa transicional para ganar.

Con este espíritu hoy en Francia avanzamos en la construcción de una tendencia revolucionaria en el seno del Nuevo Partido Anticapitalista. Una tendencia que luchará por el programa de la revolución socialista internacional y que hará todo para fusionarse con los sectores más concientes de la vanguardia de los trabajadores. Es sólo detrás de esta perspectiva y el programa y la bandera de la IV Internacional que nos dejo León Trotsky que podremos retomar las mejores tradiciones de los trabajadores franceses: las de la revolución.

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