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Brasil

Los pactos que prepara el PT

16 de octubre 2002

Aquí haremos una primera lectura del resultado electoral del 6 de octubre y las perspectivas que se abren en Brasil. Para la segunda vuelta del 27 de octubre, las encuestas de opinión, al cierre de este artículo, colocaban la fórmulas Lula-Alencar con la preferencia del 60% de las intenciones de voto contra el 32% del oficialista Serra. Pero el proceso electoral brasileño es acompañado por una fuerte crisis estructural capitalista del país, y que en los últimos días ha tendido a agravarse como lo expresa la fuerte disparada del dólar y la consecuente desvalorización de la moneda nacional, sobrepasando los límites de la crisis de julio, el aumento de la tasa básica de interés, indicando que la economía avanza hacia una profunda recesión y aparece en el horizonte la posibilidad de un default económico.


El descontento popular con la situación económica del país – aumento del costo de vida, desempleo, tarifazos, despidos en masa, la fuerte caída de la renta y del salario real, en fin, la miseria de vida del pueblo – se expresó en el conjunto del país con la masiva votación a la candidatura de la coligación electoral Lula-Alencar.
De norte a sur Lula ganó en 24 de los 27 Estados de Brasil en el primer turno, con una media del 46,4% de los votos válidos. Ese movimiento –contra el gobierno y la situación real de miseria– sin que se configure en medio de acciones de los trabajadores o de los campesinos o de radicalización política, demuestra que Brasil, a pesar de la baja conflictividad de las masas, comienza a entrar, en cierto sentido, en sintonía con el carrusel sudamericano en el que las masas se encuentran en procesos más avanzados respondiendo a la crisis económica estructural y el agotamiento de los llamados planes “neoliberales”. En ese contexto, las masas expresaron en estas elecciones su oposición, hasta donde el régimen parlamentario burgués y el corset de la burocracia sindical traidora se lo permite.
Así, en los polos industriales del país y en las grandes ciudades con gran concentración obrera y de trabajadores de los servicios, se registra la victoria del PT y de Lula con votaciones que rondan el 60% de los votos. En regiones industriales como el ABCD y el Vale Paraibano de San Pablo, Volta Redonda en Río de Janeiro, Contagem de Minas Gerais, Caxias do Sul de Río Grande do Sul, en el Polo Petroquímico de Cama˜çaria en Bahía, etc. se llegó a niveles muy arriba de la media nacional.
También el PT, y Lula principalmente, recibieron el voto de amplios sectores de las clases medias urbanas y de sectores importantes del movimiento campesino sin tierra. En las principales capitales del país, donde se concentran los mayores conglomerados de la clase media esa votación fue alta, llegando en casos como en Salvador, Bahía, al 70% de los votos. En Pontal do Parapanema, Estado de San Pablo, que es una regiones del país con los mayores asentamientos y las más importantes luchas de los campesinos sin tierras, también la coligación Lula-Alencar tuvo una votación más que expresiva. Allí donde el fenómeno en general no se dio, la votación en Lula bajaba de la media nacional, lo que muestra lo decisivo que fue para el triunfo electoral la atracción de sectores de la pequeñoburguesía. La coligación Lula-Alencar tuvo una votación expresiva importante en todos los sectores sociales del país, incluso en las clases altas. Sin embargo en los sectores más expuestos a la miseria, en los estratos más pobres, que en Venezuela son el apoyo preferencial de Chávez, su votación fue más baja aunque sí agarró importantes franjas.


El PT y el régimen de dominio

La elevada votación en Lula y en el PT, lo consolida como el partido reformista más importante de América Latina. El PT deja de ser la quinta bancada en la Cámara Federal de Brasil para ser la primera, pasando de 58 diputados federales a 91 (de un total de 513), un crecimiento del 60%. En el Senado, el PT pasará de 8 a 14 senadores, un crecimiento del 75%, conformándose como la tercera bancada, atrás apenas de los derechistas PFL y del PMDB (con 19 senadores cada uno). Esta nueva localización del PT, mucho más allá de los demás oposicionistas, es un elemento esencial en el análisis del proceso político y del régimen de dominio, visto que el PT, gana autoridad para constituirse como un sólido partido no solo en la clase media, la clase asalariada y organizaciones sindicales, sino también con fuerte influencia y apoyo entre sectores burgueses de peso económico y político de Brasil.
A la actual campaña por el segundo turno continúan con Lula, José Sarney, Newton Cardoso, Itamar Franco, Orestes Quércia, Antonio Medeiro, y ahora Antonio Magalh˜ães del PFL de Bahía, José Carlos Martínez del PTB y Delfín Netto del PPB, todos ellos expresiones de los partidos de la derecha. Además claro de los recién derrotados PPS, PDT y PSB, partidos considerados de centro izquierda, que hacen campaña abierta por Lula y de figuras importantes de 13 directorios del PMDB y algunos del PSDB. Veremos como se establecerán los compromisos con todos estos sectores en un posible gobierno Lula.

El “pacto social” que prepara Lula-Alencar

El arco de alianzas alrededor del PT costuradas antes del primer turno y profundizadas para garantizar un posible triunfo el 27 de octubre, es un indicador para establecer la orientación de un posible gobierno Lula, y una demostración bastante evidente de la amplitud y profundidad del bloque de fuerzas que se unen en esta elección detrás del candidato petista. En esto se observa una adhesión creciente de un significativo empresariado brasileño alrededor del PT. El hecho que el vicepresidente de Lula sea un importante empresario, ex presidente de la Federación de Industrias de Minas Gerais (FIMG) es más que una muestra.
El empresario Sérgio Haberfeld, presidente de la ABIEF1 ya afirmaba antes del primer turno que “parte del empresariado industrial hará esfuerzos concentrado para elegir Lula”. “Es hora de cambiar y yo confío en Lula”, afirma Mario Bernardini, vicepresidente de la FIESP2. “El proyecto de Lula nos agrada más. Estamos apoyando firmemente su candidatura”, declara Batista Costa, también vicepresidente de la FIESP3.
Sectores significativos de la burguesía han definido que un gobierno del PT es el mejor instrumento con que cuenta la burguesía brasileña para resistir y conservar los márgenes de maniobra con respecto al imperialismo y su proyecto del ALCA, y como variante gubernamental para contener que la crisis económica y los efectos desestabilizadores de la convulsiva situación regional hagan estallar al régimen de dominio brasileño. La expresión de ese gran movimiento pro-Lula de diversos sectores burgueses, principalmente el “desarrollista”, hacen que Lula tenga una retórica contra los financistas afirmando que “no aceptará la intromisión del FMI y la permanencia del actual presidente del Banco Central Armiño Fraga”, al mismo tiempo que sostiene que respetará los contratos internacionales y las metas económicas acordadas con el FMI por el actual gobierno y con el aval de él. Es claro que Lula ya muestra que el sector burgués “desarrollista”, histórico explotador de las masas, pasará a ser una base más estructural de su eventual gobierno bajo un gran pacto.
Sectores del ejército han visto con gran simpatía el proyecto del PT con los sectores “desarrollistas”. Esto es lo que explica la proximidad de José Sarney, del PMDB, desde antes del primer turno, como el posible gran articulador entre el PT y las Fuerzas Armadas. Es de destacar que la alianza del PT en la actual situación no es con algún ala “izquierda” de la burguesía brasileña o alguna “sombra” de esta. Se trata de un sector concentrado de los desarrollistas. Es decir, esta alianza no se trata simplemente de la necesidad de la defensa de la propiedad privada, en la medida en que no hay ascenso de las masas que la amenace por el momento, sino de un proyecto de un sector importante de la burguesía brasileña. Aunque también, previéndose contra un posible ascenso de los trabajadores actuando como gran contención de las masas.
Es evidente que el gran temor de la burguesía en la actual situación, sean cuales fueren los alineamientos de los diversos sectores, en el marco de una economía al borde de default, es que la aguda crisis económica que atraviesa el país estalle en lo inmediato o a corto plazo. Frente a esto, ya se negoció entre el actual gobierno Cardoso y el PT lo que se llamará “Gobierno de Transición” (con un extenso equipo del PT en las oficinas claves del actual gobierno), si Lula gana, para lo cual la administración de Cardoso no tomará ninguna decisión importante sin aprobación del nuevo gobierno, y se establecerá la llamada “Agenda 100” con un acuerdo de las medidas a aplicar en los primeros tres meses del eventual gobierno Lula.
Como parte de todo esto se prepara un gran pacto social entre Lula, empresarios y las centrales sindicales. El propio presidente de la FIESP, Horacio Lafer Piva, afirmó que está listo para participar en las discusiones del próximo gobierno: “‘No veo ninguna forma de que superemos los problemas y cumplir un programa sustentable, si no hay acuerdo entre trabajadores, empresarios y gobierno. Va a haber, sí, este pacto”. El presidente de la Gradiente, Eugenio Staub, elogió la propuesta: “Fue justamente la idea del pacto que me llevó a apoyar a Lula. Él es el mejor candidato para liderar la gran alianza nacional para resolver los problemas del país ”4. Esto evidentemente es posible por la política de la burocracia de la CUT, controlada por el PT, que en los últimos años le viene dando tregua al gobierno de Cardoso. A esto se suma la tregua que la dirección del movimiento campesino sin tierra, MST, tiene hace un año, para no perjudicar la campaña de Lula.

Las aspiraciones de las masas chocarán con un gobierno Lula-Alencar

El voto en el PT dado por las masas se chocará con la cruda realidad. El PT es uno de los principales partidos reformistas de la región integrado al régimen de dominio, que le ha permitido la gobernabilidad tranquila al actual gobierno de Fernando Henrique Cardoso haciendo una “oposición responsable” como les gusta afirmar, con todas las contradicciones que esto significa para un partido de estas características de amplia base social entre la clase trabajadora, las clases medias y de peso decisivo y dirigente en los sindicatos y la central obrera, CUT.
Las ilusiones de las masas serán frustradas por el PT, que todo hará para, aprovechando justamente esas ilusiones y expectativas depositadas, organizar un amplio pacto social con los sectores llamados “desarrollistas” del país, combinando medidas duras con “contención social” –vía políticas compensatorias y sociales, e intentando aislar a los sectores de la vanguardia que salgan a enfrentar al gobierno. Es preciso que las masas de obreros y los campesinos sin tierras rompan las ilusiones para que se liberen de ellas del modo más radical y definitivo. No habrá alimentos para millones de hambrientos del Brasil, ni tierra para sus campesinos, ni fin del creciente desempleo y la explotación a la clase obrera en el marco de un gobierno que defienda la alianza con sus explotadores y se mantenga en los marcos de la política del FMI y el gran capital.



1 Asociación Brasileña de Embalajes Plásticos Flexibles.
2 Federación de las Industrias de San Pablo.
3 Agencia Estado.
4 Folha de S˜ão Paulo

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