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EDITORIAL

Los buitres acechan

“Nació una nueva modalidad de piquete que desconcertó a la Gendarmería” decía un diario. Se referían a las acciones del miércoles 23 frente a Lear, epicentro de la tercera jornada nacional de lucha. La creatividad de los luchadores volvía a sortear el impresionante operativo represivo. Soldados de las multinacionales.
Al borde de la cesación de pagos y una nueva crisis.
Campaña por Lear y exigencia de paro

Christian Castillo

24 de julio 2014

Los buitres acechan

“Nació una nueva modalidad de piquete que desconcertó a la Gendarmería” decía un diario. El “ingenio popular pudo más”, decía la TV. Se referían a las acciones del miércoles 23 frente a Lear, epicentro de la tercera jornada nacional de lucha. La creatividad de los luchadores volvía a sortear el impresionante operativo represivo. No alcanzaban policías, gendarmes, seguridad privada, patotas sindicales, hidrantes, helicópteros ni camionetas. Los despedidos, comisiones internas combativas, organismos de derechos humanos y partidos de izquierda, plantaban un gran piquete en los portones de la fábrica y realizaban una “caravana solidaria” que copaba la Panamericana. Además, cortaban la ruta en Rosario, y hacían actividades en Neuquén, Jujuy, Mendoza, y otras ciudades.

La maniobra obrera cumplía sus tres objetivos: volver a romper el cerco mediático, paralizar la fábrica y cortar el paso a los micros con que la burocracia “verde” quería carnerear llevando mayoría de trabajadores amenazados.

La burocracia y la patronal quieren quebrar esa firmeza de los despedidos con sus “viejos métodos”. El jueves 17 Lear y el SMATA subieron a micros a los trabajadores no despedidos, bajo amenaza de despido, y los llevaron al sindicato. Allí, rodeados de burócratas amenazantes, los forzaron, uno a uno, a revocar el mandato de los delegados. Todo ante la cómplice mirada de un “veedor” del Ministerio de Trabajo. El propio Pignanelli dijo qué lo lleva a dejar 200 familias en la calle: “después de Lear no están quedando delegados de izquierda en las fábricas”. Revela así el rol de la burocracia: subordinar los sindicatos al Estado capitalista y las patronales, perseguir a los obreros combativos.

Otro de los “hombres de la Presidenta” al servicio de la patronal buitre es Sergio Berni. El “comandante general anti-piquetes” que despliega a todos sus hombres y pertrechos para reprimir la lucha obrera. Y ataca a los diputados del Frente de Izquierda que - como en mi caso o el de Nicolás del Caño - nos solidarizamos activamente con los despedidos.

Soldados de las multinacionales

Semejantes gestos del gobierno no pasan inadvertidos. Ni para los luchadores que vienen haciendo una experiencia con el kirchnerismo, ni para varios oficialistas. El principal editorialista de Página/12 reconoció que con el maccartismo modelo 1974 de Pignanelli y los operativos represivos de Berni será difícil explicar qué diferencia al kirchnerismo de Massa o Scioli, las otras alternativas peronistas para 2015.
Pero la Presidenta ya respondió, a su manera, el mismo día de la jornada de lucha. “Es importante rescatar el desarrollo de la industria nacional”, alardeó en la inauguración de la “argentinísima” fábrica de motos Yamaha, jactándose del empleo creado bajo su gestión. A su lado sonreía Pignarelli. En el país de Cristina no hay suspensiones ni despidos, cuando los números muestran un panorama cada vez más recesivo. A pocas cuadras de Lear 4 mil obreros de Volswagen fueron suspendidos, sumándose a otros 12 mil mecánicos en pocos meses, y en el gremio metalúrgico miles de trabajadores “pagan” los platos rotos del modelo (Acindar, Visteon, Emfer, Tierra del Fuego).

Lear es un caso testigo para millones de trabajadores. Muestra el agotamiento de las banderas del empleo y la no represión del kirchnerismo, y su decisión a afirmarse como un “partido del orden” capaz de disciplinar a todos aquellos dispuestos a enfrentar el ajuste, y a defender los puestos de trabajo, el salario y la organización anti-burocrática.

Al borde de la cesación de pagos y una nueva crisis

La crisis de la deuda atraviesa momentos de definición. El gobierno apuesta a una medida cautelar que le permita liberar los fondos para cumplir con sus compromisos dejando en suspenso el fallo Griesa. La idea es demorar un acuerdo hasta enero para evitar la catarata de juicios y el aumento extraordinario de la deuda que podría desatar la cláusula RUFO, que le impide al gobierno hacer mayores pagos a los buitres que no entraron al canje antes de diciembre. Si no consigue la medida cautelar antes del 30 de julio el país entraría en cesación de pagos de una parte de la deuda pese que depositó cientos de millones de dólares en Nueva York para pagar la deuda regularizada. Griesa está impidiendo ese pago. No obstante, el gobierno tendría 60 días más para llegar a un arreglo con los bonistas que serían defaulteados. Esto no significa que va a prevalecer la calma. La cesación de pagos de parte de la deuda es en sí misma una señal negativa para los “mercados”. La Bolsa porteña y las acciones de empresas argentinas en Nueva York caen. Volvió la presión sobre el dólar paralelo. Aunque no se puede descartar una sorpresa donde los propios buitres pidan la cautelar para conservar el privilegio que les da el fallo Griesa en lugar de tener que entrar en una reestructuración en igualdad de condiciones con el resto de los acreedores, el panorama de conjunto es de agravamiento con la economía en recesión. Nuevos episodios de crisis económica, incluyendo saltos devaluatorios, están inscriptos en la situación. Los acuerdos de inversiones chinas, que el gobierno muestra como un aliciente, puede resultar un bálsamo efímero. La encrucijada actual demuestra el fracaso de la idea de que siendo “pagadores seriales” se terminaría con el problema de la deuda.

Campaña por Lear y exigencia de paro

Mientras el gobierno busca por todos los medios pagarle a los buitres, mantiene un impuesto al salario que afecta a un amplio sector de trabajadores, y avala los despidos y suspensiones, todos motivos suficientes para que los sindicatos salgan a la calle. ¿Qué esperan?

“La cancha está embarrada y hay que jugar con los tapones altos”, disparó Antonio Caló tras la reunión de la CGT oficial con el gobierno. Tras semejantes declaraciones… aclaró que van a esperar los diez días que les pidió Cristina para responder. Siguen marcando el paso en el mismo lugar, subordinados al gobierno igual que la CTA Yasky. ¿Medidas de fuerza? Ni hablar. Mientras la CGT y la CTA opositoras hablan de un paro… para agosto. Y se dedican a exigir, casi exclusivamente, la suba del mínimo no imponible, un reclamo que defendemos pero debe ser parte de un pliego que levante todas las demandas obreras. Las familias que están en la calle en Lear, Emfer y otros gremios, no pueden esperar. Tampoco los millones de precarizados, y crecen las suspensiones, los despidos y el ajuste.
Desde las fábricas y empresas, desde las escuelas, hay que exigir que rompan la tregua: que convoquen ya a medidas de lucha en apoyo a Lear y a un paro nacional activo de 36 horas por todos los reclamos obreros: ni despidos ni suspensiones, reparto de horas de trabajo sin afectar el salario. Y también por el no pago de la deuda externa -que siempre termina siendo una pesada carga sobre el pueblo trabajador – y una consulta popular vinculante para que el pueblo decida.

La izquierda y el sindicalismo combativo tenemos hoy la tarea indelegable de apoyar estas luchas. Las jornadas nacionales han demostrado el gran apoyo popular que reciben peleas contra los despidos como en Lear. Se refleja además en la campaña solidaria que despierta la militancia de trabajadores y estudiantes; en el avance de la campaña “1 millón de pesos para los obreros de Lear”, que ya reunió cerca de $ 300 mil y no se detiene; en la adhesión de artistas, personalidades y cientos de organizaciones obreras, que se aúnan en una bandera común: en Lear, los despidos y las patotas No Pasarán.

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