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Internacional

Los asentamientos y la reaccionaria política de “dos Estados”

Las diferencias entre el gobierno israelí y la Casa Blanca en torno a los nuevos asentamientos de colonos israelíes en Jerusalem oriental (zona de población palestina) que provocaron la más severa crisis en las relaciones entre estos aliados desde hace décadas, fueron abordadas en una reunión entre Netanyahu y Obama en Washington los días 23 y 24. Mientras el presidente Obama pedía “gestos” y un compromiso israelí para “congelar” los nuevos asentamientos, la municipalidad de Jerusalem anunciaba que el histórico Hotel Shepherd, en el área oriental de la ciudad, sería demolido a fin de construir 20 nuevos edificios para colonos, lo que constituye un nuevo ataque a los palestinos, y de hecho, un desplante mediante “hechos consumados” a la política del gobierno norteamericano de reiniciar algún tipo de negociaciones con las autoridades palestinas mediante la propuesta de “dos estados”.
Al cierre de esta edición, aún no se conocía el resultado de la reunión en Washington por lo que brindaremos un análisis en el próximo número de LVO.
A continuación damos cuenta del significado de la política de asentamientos para colonos que viene implementando Israel en territorios palestinos.

Miguel Raider

25 de marzo 2010

El anuncio del gobierno de Netanyahu de construir 1400 viviendas destinadas a instalar nuevos colonos judíos en Jerusalem oriental es un nuevo avance en la estrategia del Estado de Israel, basada en la colonización de las tierras palestinas mediante cientos de asentamientos que albergan ya a más de medio millón de colonos.

Una nueva demostración efectiva de la inviabilidad material de establecer acuerdos de paz reales entre israelíes y palestinos basados en la propuesta de dos estados.

El derecho del pueblo palestino a reclamar Jerusalem oriental como su ciudad capital se choca con el anuncio de Netanyahu, que es sólo el preludio de un plan para construir 50.000 viviendas con colonos judíos en Jerusalem oriental con la finalidad de arrasar los barrios palestinos de esa zona árabe (incluso la edificación histórica de la época del rey Saladino durante las cruzadas), ocupada a sangre y fuego por los israelíes en la Guerra de los Seis Días en 1967. Si bien después de esa guerra, el Estado judío avanzó confiscando el 87% de Jerusalem oriental, la iniciativa de Netanyahu se propone expulsar a los 245.000 palestinos residentes en el 13% restante, haciendo de Jerusalem “la capital judía integral, indivisible y eterna”, tal como certificó con status legal el gobierno de Menajem Beguin en 1980.

Similar es la situación en Cisjordania, donde Netanyahu planifica construir 73.000 viviendas, según el grupo israelí Shalom Ajshav. En esa región los sionistas avanzaron apropiándose por la fuerza del 50% de las tierras palestinas, estableciendo 120 colonias oficiales, más un centenar de establecimiento informales con miles de judíos ortodoxos armados hasta los dientes. Esas colonias están interconectadas alrededor de Maale Adumim, Gush Etzion y Ariel, las tres grandes ciudades judías que articulan un sistema de caminos controlado por el ejército israelí, que restringe con todo tipo de obstáculos la circulación de los 2,5 millones de palestinos de Cisjordania. Cabe aclarar que hace 42 años EE.UU. financia la construcción de estas colonias.

Peor resulta la situación en Gaza, un gueto a cielo abierto de 360 km.2, separado de Cisjordania, donde 1,5 millones de palestinos viven hacinados y aislados del mundo por el bloqueo sionista que padecen hace tres años.

Aún cuando el Estado de Israel aceptara “congelar” los nuevos asentamientos, ¿cómo es posible establecer un Estado palestino independiente en dos pequeñas franjas de tierra sin unidad territorial, atravesadas por cientos de colonias sionistas y el Muro del Apartheid, sin derecho a tener su propia fuerza armada, donde el control de las fronteras, la energía y el agua es monopolio del Estado judío? ¿Qué clase de Estado independiente podría ser Palestina sin el derecho de retorno de los 4 millones de palestinos que residen en la diáspora? La hipotética creación de ese “Estado palestino independiente” en Gaza, Cisjordanía y Jerusalem oriental sería una estafa política del imperialismo y sus aliados sionistas contra los intereses nacionales del pueblo palestino.

Por una palestina obrera y socialista

En 1947 la ONU promulgó la partición de Palestina otorgándole a los colonos sionistas, que formaban menos de un tercio de la población, más de la mitad del territorio. Pero desde su fundación en 1948, el Estado judío se expandió ocupando el 80% de la Palestina histórica. En consecuencia, esta política colonialista es inherente a la naturaleza del Estado de Israel desde su misma génesis, apoyado sobre un ejército de ocupación permanente que mantiene una guerra perpetua contra los pueblos árabes oprimidos de Medio Oriente, en función de las necesidades del imperialismo norteamericano. Un Estado artificial, poderosamente armado con arsenal nuclear, que amenaza no sólo al pueblo palestino sino al el resto de los pueblos de la región.

La capitulación de Al Fatah, el partido que gobierna la Autoridad Palestina, reconociendo al Estado de Israel con la aceptación de la propuesta de dos estados, tras la firma de Yasser Arafat en los acuerdos de Oslo en 1993, de ninguna manera puede ser superada por Hamas y su política reaccionaria en pos de un Estado islámico basado en la Sharía, que discrimina a los árabes cristianos, las mujeres y a los homosexuales, y es una valla para que los trabajadores judíos rompan con el sionismo y su política guerrerista.

Los socialistas del PTS luchamos por la destrucción del Estado de Israel para terminar con esta política colonialista y racista, mediante una Palestina obrera y socialista en todo su territorio histórico, en la que convivan palestinos y judíos, la única salida para garantizar integra y efectivamente tanto el derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino como las genuinas aspiraciones de paz entre árabes y judíos, un objeto que sólo puede ser logrado con la movilización de los trabajadores y los campesinos expulsando al imperialismo de Medio Oriente.

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