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A 90 años de la Revolución Rusa

Los Partidos Socialistas moderados y la Conferencia democrática

Los sucesos de agosto, donde la contrarrevolución fue derrotada gracias al levantamiento de los obreros y soldados en armas, marcó, por un lado, el momento de profundización en la radicalización de las masas. Por el otro, dio cuenta de la crisis de los partidos socialistas que mantenían su política de colaboración con la burguesía tras el argumento de “inmadurez” de las masas para hacerse del poder en Rusia.

Comisión del IPS

13 de septiembre 2007

Los sucesos de agosto, donde la contrarrevolución fue derrotada gracias al levantamiento de los obreros y soldados en armas, marcó, por un lado, el momento de profundización en la radicalización de las masas. Por el otro, dio cuenta de la crisis de los partidos socialistas que mantenían su política de colaboración con la burguesía tras el argumento de “inmadurez” de las masas para hacerse del poder en Rusia. Kerenski, los mencheviques y socialistas revolucionarios de derecha proponen la convocatoria a una Conferencia Democrática. Su intención era contraponer las instituciones de la “democracia” de la burguesía y las de la democracia revolucionaria de obreros, soldados y campesinos. El segundo Congreso General de los Soviets en Rusia había sido originariamente propuesto para septiembre, los bolcheviques exigían su convocatoria mientras los socialistas moderados lo posponían para impulsar la Conferencia Democrática.
La Conferencia se reúne el 14 de septiembre con resultados muy poco favorables para los objetivos de sus líderes. Las masas de obreros, soldados y campesinos mostraban indicios claros de rechazo a un nuevo gobierno de coalición entre socialistas y el partido de la burguesía, los cadetes. Veían en éste a la contrarrevolución, como se había manifestado en su apoyo activo al levantamiento del general Kornilov. Sin embargo, los socialistas conciliadores estaban decididos a mantener su unidad gubernamental con el partido burgués y la Conferencia era un vehículo para sus fines.

La composición era claramente desfavorable a los soviets que participaron con 230 delegados cuando aproximadamente el total de delegados era de 1200. La crisis de los partidos socialistas moderados fue tal que la Conferencia no logró en su primera votación dar su apoyo a la conformación de un nuevo gobierno de unidad con el partido de la burguesía. 813 delegados contra 183 se declararon contrarios a la unidad con los cadetes. La negativa de los mencheviques y socialistas revolucionarios a conformar un gobierno “sólo de socialistas”, porque suponían que sería mucho más débil para afrontar la creciente radicalización de las masas, determinó que la votación inicial fuera anulada por la propuesta del menchevique Tseretelli. Este propuso la conformación de un consejo de la república, denominado posteriormente pre-parlamento, ante el cual el gobierno sería responsable. De esta manera cada grupo integrante de la Conferencia Democrática debería delegar un 15% de su representación para la conformación de esta institución. 130 puestos fueron reservados para las clases pudientes del país. Así, aunque la idea de una coalición gubernamental, ampliamente impopular, incluso en las instituciones contrarias a la lucha callejera como la Conferencia Democrática fue rechazada, el gobierno sería apoyado por la alianza entre socialistas y burgueses. Entre estos últimos estaban reconocidos integrantes del partido cadete, pero ya no como representares políticos sino como representantes sociales de la gran burguesía. La Conferencia, sus votaciones y su resultado final dejaban claro que era imposible escapar de la crisis gubernamental y que ésta, en definitiva, ponía de manifiesto el momento de agudización de la lucha entre las masas y la burguesía.


Trotsky: “intentan privar a las masas de la dirección...”

El siguiente fragmento del discurso de León Trotsky en la Conferencia Democrática es un extracto del libro de escritos del año 1917, próximo a ser publicado por las Ediciones del IPS-CEIP.

¡Camaradas y ciudadanos! No queremos escuchar buenos consejos, queremos un informe. Incluso Peschekonov1, en lugar de un informe, leyó una suerte de poema en prosa sobre las ventajas de la coalición. Dijo que los ministros cadetes en el gobierno de coalición no se habían involucrado (¡a Dios gracias!) en ningún sabotaje. Ellos sólo se sentaron y esperaron diciendo: “veremos simplemente cómo vosotros, socialistas, se traicionan entre ustedes”. Yo he dicho que es sabotaje -viniendo de parte de un partido político, un partido capitalista, un partido con mucha influencia-, entrar al gobierno en uno de los momentos más críticos de la historia, sólo para poder observar desde dentro cómo los representantes de la democracia se traicionan entre sí, mientras, desde fuera, el mismo partido ayuda a Kornilov. El ciudadano Peschekonov prometió explicarme la diferencia entre sabotaje y política, pero se olvidó de cumplir su promesa. Otro ministro de otro partido (un cadete) sacó algunas conclusiones de sus experiencias como ministro, pero en un sentido político más preciso. Me refiero a Koloshkin, quien justificó su renuncia diciendo que los extraordinarios poderes otorgados a Kerenski, relegaban a los otros ministros a una posición de meros ejecutores de las órdenes del ministro presidente y que, en lo que se refiere a él, no estaba dispuesto a aceptar esta situación.

(...) Me sentí tentado de aplaudir a nuestro enemigo Koloshkin. Él habló aquí con dignidad política y humana. Tenemos, en la actualidad, grandes diferencias de opinión con respecto al ministerio de coalición renunciante así como sobre el futuro ministerio2. Pero, les pregunto, ¿tenemos alguna diferencia de opinión sobre el gobierno actual, el que habla en nombre de Rusia? No he escuchado aquí ningún orador que haya reclamado el poco envidiable honor de defender a este monstruo de cinco cabezas que es el Directorio o a su presidente, Kerenski. (Desorden, aplausos y protestas a la voz de “¡larga vida a Kerenski!”).
(...) desde esta misma tribuna, otro antiguo ministro, Tseretelli, habló de su propia experiencia como hombre diplomático y de gran visión. Dijo que era el mismo pueblo quien debía ser culpado, ya que había elevado a un individuo a tal altura que no podía más que decepcionarlo. (…)

Este hecho refleja la completa degradación de la actual república rusa. Esta república no es reconocida ni como representación nacional ni como gobierno responsable. Y si todos nosotros -que nos diferenciamos en tantas cuestiones-, estamos de acuerdo en un punto, es en esté: que es indigno de un gran pueblo -y aún más de un pueblo que ha hecho una gran revolución-, tolerar que el poder se concentre en las manos de una persona y que esa persona no sea responsable ante el pueblo. (Aplauso).
Camaradas, si muchos oradores se han referido al hecho de que en el actual periodo la carga del poder es pesada y tiránica, y si ellos aconsejan a la joven e inexperta democracia rusa que no cargue con este peso sobre sus espaldas, (...) ¿qué se puede decir entonces si recae en una sola persona quien, en todo caso, no ha mostrado ningún talento particular tanto como dirigente del ejército como legislador? (gritos de: “esto es suficiente!” y “continúa”).
Camaradas, lamento mucho que el punto de vista que ahora se expresa con tanta energía en estos gritos de protesta no haya encontrado hasta ahora una expresión articulada desde esta tribuna. (Desorden y aplausos)

Ningún orador ha subido a esta tribuna para decirnos: “¿Por qué se pelean por la vieja coalición?, ¿por qué discuten por la futura coalición? ¡Uds. tienen a Alexander Kerenski y eso debe ser suficiente para ustedes!” Nadie lo ha dicho. (...)
Nuestro partido jamás responsabilizó al régimen actual por la mala voluntad de tal o cual persona. En mayo, cuando hablé en el Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado, dije: “son ustedes, los partidos en pugna, quienes crearon un régimen en el cual la persona que carga con la mayor responsabilidad se verá obligada, independientemente de sus deseos, a transformarse en el futuro Bonaparte ruso” (desorden y gritos: “¡mentiras!”, “¡demagogia!”). Camaradas, no hay demagogia aquí, pues lo que se dice simplemente es que ciertas circunstancias políticas engendran inevitablemente una tendencia hacia un régimen autocrático.

¿Cuáles son esas circunstancias? (...) en la sociedad moderna se desarrolla una lucha profunda y encarnizada. Aquí en Rusia, en el periodo de la revolución en que las masas emergen de las profundidades, son por primera vez concientes de ellas mismas como una clase (...), cuando, por primera vez, se conciben como sujetos políticos, como personas con derechos políticos, como una clase que comienza a atacar los fundamentos de la propiedad privada, en tales momentos, la lucha de clases asume una de las formas más intensas y apasionadas. Esta democracia (...) es la expresión política de estas masas trabajadoras, de los obreros, de los campesinos y los soldados. La burocracia y la nobleza defienden los derechos de la propiedad privada. La lucha entre estos dos partidos, (...) es ahora inevitable, porque la revolución ha liberado, en palabras de las clases poseedoras, a las capas más bajas del pueblo. La lucha entre estos dos partidos, tome la forma que tome, se está intensificando, y evoluciona siguiendo su curso natural de desarrollo, al que no pueden resistir ninguna elocuencia y ningún programa.

Ahora que las fuerzas motrices de la revolución se revelan en forma separada, un gobierno de coalición significa ya sea el estadio final de la estupidez política (lo que no puede durar), o el grado más alto de fraude de parte de las clases poseedoras. Éstas intentan privar a las masas de la dirección, seduciendo a los mejores y más influyentes líderes para tenderles una trampa con el objetivo de, o bien abandonar a las masas (o, como ellos dicen, los “elementos liberados”) a sus propios medios, o bien ahogarlas en su propia sangre.

¡Camaradas! Los partidarios de la coalición dicen que un gobierno puramente capitalista es imposible. ¿Por qué es imposible? El populista Minor ha planteado que un ministerio socialista sería tan breve y tan estéril como un gobierno de coalición. Este no es un cumplido ni para el ministerio de coalición ni para un ministerio socialista. Les pregunto: ¿por qué no podría dejarse el gobierno enteramente en manos de los capitalistas? Nos dicen que eso es imposible. Camaradas, Tseretelli sostuvo, muy correctamente, que esto provocaría una guerra civil. Quiere decir que las relaciones entre las masas y las clases poseedoras son tan tensas que, si las clases poseedoras toman el gobierno, estarían dando la señal de comienzo de la guerra civil. Tan agudas, tan tensas, y tan fuertes son las contradicciones entre las clases. ¡Y esto es completamente independiente de las intenciones de los bolcheviques!

En este momento de interregno histórico, en que las clases poseedoras no pueden tomar completamente el poder y cuando los órganos del pueblo tampoco se atreven a tomarlo, es en el que la idea de un árbitro, un dictador, un Bonaparte, un Napoleón, nace. Ésta es la razón por la cual Kerenski ha podido ocupar la posición que ahora tiene. La debilidad y la indecisión de la democracia revolucionaria son las que han creado la posición de Kerenski. (Aplausos).

Si, una vez más, ustedes repiten el experimento de una coalición cuando ésta está perimida, cuando los cadetes han entrado en la coalición dos veces y la han abandonado dos veces (...) su objetivo en ambos casos fue el mismo (...) sabotear el trabajo del gobierno revolucionario- cuando ustedes han presenciado el affaire [asunto, NdT] Kornilov, ustedes no estarían más que invitando a los cadetes (...) a repetir el viejo experimento.

Ciertamente, se ha dicho que no se puede acusar a todo el partido cadete de participar en la rebelión de Kornilov. Si no estoy equivocado, fue el camarada Znamensky quien nos dijo (...) a los bolcheviques: “ustedes protestaron cuando hicimos responsable al conjunto de vuestro partido por el movimiento del 18 de julio. No repitan entonces el error que cometimos algunos de nosotros, haciendo responsables a todos los cadetes por la rebelión de Kornilov”. Esta comparación es, en mi opinión, un poco inadecuada, ya que si se acusó a los bolcheviques (con o sin razón, esa es otra cuestión) de iniciar, o incluso de provocar, el movimiento del 16 al 18 de julio, no fue para invitarlos a entrar al gobierno sino para invitarlos a entrar a la prisión de Kresty3. (Risas).

(...) Les decimos: si ustedes quieren enviar a prisión a los cadetes por la rebelión de Kornilov, entonces no lo hagan sin reflexionar, y examinen el caso de cada cadete uno por uno y bajo todos los ángulos. (Risas y gritos de “¡Bravo!”).

Pero, camaradas, si ustedes invitan a un partido a entrar al gobierno, digamos, por ejemplo, como una paradoja (y sólo como una paradoja) al Partido Bolchevique… (Risas). Perfecto. Si ustedes quieren un ministerio cuyo tarea consista en desarmar a los obreros, (...) entonces les diría que los bolcheviques, quienes están total o parcialmente ligados al movimiento del 16 a 18 de julio, son en su conjunto, como partido, totalmente ineptos para la tarea de desarmar a Petrogrado, su guarnición y sus obreros. (Risas). Pues, camaradas, aunque durante el 16 al 18 de julio no llamamos a los obreros a las calles, todas nuestras simpatías estaban del lado de los soldados y obreros que luego fueron desarmados y dispersados; estábamos totalmente de acuerdo con sus demandas, odiábamos lo que ellos odiaban, amábamos lo que ellos amaban…

(“Uds. arrestaron a Chernov” gritó una voz del salón. El orador respondió)4. Si no me equivoco, Chernov esta aquí, y puede confirmar (Chernov asintió con su cabeza en señal de acuerdo) que la violencia que recibió no fue realizada por los manifestantes sino por un pequeño grupo de personas visiblemente criminales, a cuyo líder encontré nuevamente, como preso común, en la prisión de Kresty.

Pero, camaradas, ese no es el punto. Si se trataba sólo del partido cadete y su entrada al gobierno, el hecho de que uno u otro miembro de este partido se oculte detrás de la escena junto a Kornilov; (...) estos hechos son poco importantes. Pero, lo que es importante, es que toda la prensa capitalista de todos los países hizo propaganda de las mentiras, opiniones, sentimientos y deseos de la clase capitalista. Por eso digo que nos es imposible considerar la cuestión de una coalición.

Víctor Chernov es, por supuesto, muy optimista y dice: “esperemos”. Pero la cuestión del poder, ante todo, es una cuestión actual. Chernov afirma, basando sus afirmaciones en la teoría marxista (el marxismo de Lieber y Dan, convertido ahora -ironía de la historia-, en un arma adaptada a los requerimientos de los socialrevolucionarios): “debemos esperar, quizá un nuevo partido democrático nazca de la revolución”. Yo personalmente he aprendido del marxismo que, cuando los obreros entran en escena como una fuerza independiente, cada paso que dan, lejos de fortalecer la democracia burguesa, la debilitan, liberando a la masa de los trabajadores de la influencia capitalista.

Se ha sugerido que deberíamos esperar el renacimiento y fortalecimiento de la democracia capitalista y, entonces, formar un frente único con ella. Allí está el mayor de los engaños. No queremos (...) basar nuestras esperanzas en la idea que la democracia burguesa, bajo la forma que ella revistió en la sociedad capitalista, pueda ser revivida entre nosotros. (…)


GLOSARIO DE NOMBRES

Chernov, V. M.: Integrante del partido de los social revolucionarios. Fue ministro de agricultura del gobierno de coalición entre socialistas moderados y el partido cadete luego de la crisis de mayo de 1917.

Kerenski, A. F.: Integrante del partido laboralista, con la revolución de febrero se afilió al partido de los social revolucionarios. Vicepresidente del Soviet de Petrogrado. Fue parte del gobierno provisional primero como ministro y luego como jefe de Estado. Quedó fuertemente debilitado frente a las masas por su participación inicial en la sublevación reaccionaria del general Kornilov.

Koloshkin, F. F.: Profesor de Ley Constitucional en la Universidad de Moscú. Integrante del partido cadete (liberal-constitucionalista) e interventor estatal bajo el gobierno de Kerenski.

Kornilov, I. G.: Comandante cosaco del ejercito zarista. Llegó a ser general bajo la republica de febrero de 1917, desde allí intento, apoyado por el partido cadete y las embajadas aliadas, un golpe de estado que fue derrotado por las masas armadas del soviet de Petrogrado.

Tseretelli, I. G.: Integrante del partido socialdemócrata ruso, dirigente menchevique. Representante del Comité Ejecutivo del soviet y ministro del gobierno provisional después de la crisis de mayo, ocupó cargos similares en el sucesivo gobierno de unidad entre socialistas moderados y liberales del partido cadete.

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