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Comunicados de prensa

A 65 AÑOS DEL LEVANTAMIENTO DEL GHETTO DE VARSOVIA

Legado

¿Quién recogerá el legado del levantamiento del Ghetto de Varsovia?, se preguntaba el célebre escritor y sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz Jack Fuchs, cuando se cumplían 65 años de los sucesos.

Miguel Raider

19 de abril 2008

¿Quién recogerá el legado del levantamiento del Ghetto de Varsovia?, se preguntaba el célebre escritor y sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz Jack Fuchs, cuando se cumplían 65 años de los sucesos. A pesar del genocidio de 6 millones de judíos cometido por la bestia nazi durante la Segunda Guerra Mundial, el levantamiento del Ghetto de Varsovia aún brilla como una de las gestas más heroicas contra los verdugos de los pueblos oprimidos.

Aquel 19 de abril de 1943 un puñado de 800 jóvenes se sublevó y combatió durante 28 días contra los batallones de elité de la Wehrmacht y la Waffen SS. Munidos de explosivos caseros, pequeñas armas de fuego y una sola ametralladora, los jóvenes judíos empleaban la guerra de guerrillas para sorprender la abrumadora superioridad de las tropas nazis. Esos cuerpos móviles escurridizos humillaron la arrogancia de los nazis, logrando expulsarlos de las instalaciones del Ghetto en dos oportunidades. Los periódicos clandestinos de las diversas corrientes políticas le dieron voz a esa resistencia que intentaba superar el cerco.

Hitler estaba furioso. Finalmente el 16 de mayo los nazis resolvieron acabar la resistencia destruyendo la infraestructura edilicia mediante el empleo de tanques, fuego de artillería y bombas incendiarias. El Ghetto ardió en llamas pero la resistencia indómita de esa autodefensa pasó a la posteridad de la historia.

El Ghetto de Varsovia fue una creación de los nazis que aislaba del mundo a 500 mil judíos en un perímetro urbano de seis kilómetros y medio mediante murallas elevadas y alambradas de púas. Privados de alimento y bebida, salvo por las contigencias del contrabando, los judíos desfallecían de hambre y enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, disenteria, etc., mientras cientos de cadáveres abandonados se descomponían en el barro de las calles.

Curiosamente, el Estado de Israel transformó la Franja de Gaza en un gigantesco ghetto de 306 km2, aislado por tierra, aire y mar, con 1,4 millones de palestinos concentrados en la zona más densamente poblada del mundo (a razón de 6000 habitantes por km2), hacinados a razón de un promedio de 9 habitantes por vivienda, donde el 80% depende de la ayuda humanitaria externa, suspendida en enero de 2006, sin posibilidad de huir por el hostigamiento permanente del ejército sionista. El Estado de Israel monopoliza el control de las telecomunicaciones y el suministro de energía, combustible y agua potable, un factor que opera como chantaje continuo sobre la lucha de los palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalem oriental, generando todo tipo de padecimientos, entre la indigencia, las enfermedades y la muerte, de forma crónica.

La Alemania nazi segregó a los judíos con las leyes de Nuremberg, un criterio racista que clasificaba a las personas según “el grado de pureza de la sangre aria”, así como prohibía los “matrimonios interraciales” entre los pueblos. Los judíos fueron despojados de sus derechos de ciudadanía, obligados a portar un brazalete con una estrella de David amarilla e identificados con números grabados con hierros al rojo vivo sobre los brazos. Curiosamente, el Estado de Israel concede el status de ciudadanía con plenos derechos sólo a las personas que profesan la religión judía, segregando a los palestinos despojados de sus tierras ancestrales, obligándolos a residir en aldeas separadas de las zonas más prósperas, asediadas constantemente por un ejército de ocupación.

Así como los jóvenes del Ghetto combatían contra los nazis, la lucha de los jóvenes palestinos es la más genuina expresión de rebeldía contra un Estado racista y opresor de los pueblos árabes que confina en sus mazmorras sionistas a más de 10.000 presos palestinos, mientras más de 4 millones están condenados a la diáspora sin derecho a regresar a sus tierras arrebatadas. Indudablemente el pueblo palestino es el legítimo heredero del levantamiento del Ghetto de Varsovia en su indómita lucha por el derecho a la autodeterminación nacional.

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