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Internacional

Las purgas en la cúpula cubana

En La Verdad Obrera N° 315 dimos cuenta de la destitución de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque junto a otros funcionarios y dirigentes cubanos. Posteriormente se dieron a conocer las cartas de renuncia a todos sus cargos, incluidos dentro del partido, de ambos funcionarios, con argumentos y estilos casi calcados.

Facundo Aguirre

12 de marzo 2009

En La Verdad Obrera N° 315 dimos cuenta de la destitución de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque junto a otros funcionarios y dirigentes cubanos (Ver artículo). Posteriormente se dieron a conocer las cartas de renuncia a todos sus cargos, incluidos dentro del partido, de ambos funcionarios, con argumentos y estilos casi calcados. Allí reconocen los errores cometidos y la corrección de la crítica del Buró Político. Lage y Pérez Roque finalizan haciendo un juramento de fidelidad al PCC, a Raúl y a Fidel Castro. Cabe destacar que las cartas no aclaran cuales fueron los errores cometidos, lo que sigue siendo un secreto guardado al público.

Estos hechos son una especie de purga política de estilo stalinista, donde los dirigentes destituidos primero son defenestrados en público por los líderes –en este caso por la máxima figura de la revolución Fidel- y luego son obligados a autocriticarse y señalar la corrección de lo planteado por el liderazgo y la justeza de las sanciones impuestas. La dirección castrista impuso desde los principios de la revolución una idea carismática del liderazgo que concentra todas las decisiones y maneja en secreto la información política, y al igual que el stalinismo ejerció la dictadura del partido único y el ahogo de todas las libertades políticas en el seno de la sociedad y, desde ya, en el PCC.

Explicando las purgas en la URSS, el revolucionario ruso León Trotsky, señalaba que estos métodos representaban la forma en que el grupo dirigente del Estado y el partido orientaba su programa al servicio de los grupos sociales privilegiados de la naciente burocracia de la URSS “El aparato gobernante adapta sistemáticamente el partido y sus instituciones a este cambiante programa; es decir, al servicio de nuevas capas sociales, cada vez más privilegiadas. Para efectuar esta adaptación, el principal método es la purga dictatorial” (Una historia gráfica del bolchevismo). Salvando las distancias con el régimen criminal de Stalin, el monolitismo que defienden los castristas y que se justifica en nombre de la unidad y la defensa nacional frente al enemigo imperialista, es en realidad el mecanismo de gobierno de una burocracia privilegiada que defiende su propia posición social. Los intereses particulares de la burocracia cubana se expresan hoy en un programa que se orienta en el camino de la restauración capitalista. Su temor frente al disenso y la crítica libre, es que abra las vías para que el aparato se resquebraje, permitiendo que se expresen en política de forma independiente, que se autoorganicen, las masas de obreros y campesinos cubanos en defensa de sus conquistas amenazadas por el rumbo que toma la burocracia. En este sentido la actitud de Lage y Pérez Roque es funcional al interés de Raúl y Fidel de mantener el status quo del partido único.

Los trotskistas llamamos a luchar por lograr libertades democráticas y de organización plenas para las masas cubanas y los partidos que defiendan las conquistas de la revolución de 1959, como parte del programa de una revolución política que termine con el poder de la burocracia y establezca el gobierno de los consejos de obreros campesinos y soldados.

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