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Las pujas comerciales con Brasil y la crisis internacional

El gobierno de Dilma Rousseff estableció restricciones para el ingreso de automóviles al Brasil. Unos 3.000 autos de General Motors, Toyota y Mercedes-Benz se encontraban parados en la frontera con el país vecino.

Pablo Anino

19 de mayo 2011

El gobierno de Dilma Rousseff estableció restricciones para el ingreso de automóviles al Brasil. Unos 3.000 autos de General Motors, Toyota y Mercedes-Benz se encontraban parados en la frontera con el país vecino.
Las trabas para el ingreso no son específicas para nuestro país, sino para todos los exportadores de vehículos al Brasil, que tiene un fuerte déficit con el resto del mundo en esa rama. Pero esa no es la situación en relación a nuestro país donde obtiene superávit.

Argentina, por el insuficiente desarrollo de proveedores, precisa de la importación de componentes del país vecino. Por eso el crecimiento de la industria automotriz se efectúa a condición de generar déficit comercial. Las multinacionales automotrices vienen teniendo ganancias extraordinarias y son el gran motor de la industria local: crecieron un 381% entre 2002 y 2010. Todo gracias a una mayor explotación obrera: en 2007 las automotrices superaban los índices de producción de una década atrás, pero lo hacían con menos trabajadores.

Guillermo Moreno limitó las importaciones afectando, entre otros, a Brasil para cuidar los dólares porque uno de los pilares del “modelo”, esto es la balanza comercial con el mundo, aunque es positiva se está achicando. Hay también un plan para aumentar el porcentaje de componentes locales de automóviles. Por eso en un contexto de apreciación cambiaria del Real y pérdida de competitividad del país vecino, un gesto mínimo que tiene que dar el gobierno de Brasil para defender su comercio y a sus industriales, es negociar más duro con Argentina.

La política del gobierno argentino de limitar importaciones y la respuesta de Brasil muestran que el esquema Mercosur presenta rasgos disfuncionales para los países, pero es un espacio para los negocios de las multinacionales. El presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores, Aníbal Borderes, declaró que “las inversiones […] regularmente se deciden en las casas matrices […] en esa ecuación pierde la Argentina, porque Brasil tiene un mercado interno mucho mayor. Acá las inversiones se radican para poder exportar a Brasil” (La Nación, 17/05/2011). Por las dudas, las automotrices que operan en Argentina ya están amenazando con suspensiones de trabajadores y con frenar la producción.

Los adeptos del gobierno de Cristina Fernández interpretan que la movida de Brasil es una respuesta a la política de impulsar la producción local de automóviles para equilibrar el comercio bilateral. La oposición política y mediática se queja que las restricciones brasileñas son en respuesta a los desarreglos que hace Moreno. Pero eso no es todo.

Aunque la puja está concentrada en el comercio bilateral y Brasil reclama que se levanten las trabas que se le aplicaron a sus ventas de neumáticos y otras manufacturas para dejar entrar los automóviles, el problema es mas profundo. La crisis mundial no es ajena a América del Sur. El ingreso de capitales a los países “emergentes” para hacer ganancias especulativas significa para Brasil que se aprecia el Real, que al valer más hace más caras las mercancías brasileñas en el mundo. Ya antes de la asunción de Rousseff los industriales de San Pablo reclamaban una devaluación. La posibilidad de una devaluación brasileña beneficiosa para los industriales es una amenaza para los capitales que ingresan al vecino país porque implicaría que sus reales se devaluarían y equivaldrían a menos dólares.

Existe una articulación entre los desequilibrios generados por las medidas tomadas para responder a la crisis mundial (inyección de dólares que van a los “emergentes”), las tensiones de la economía argentina por el superávit comercial en caída, y la necesidad de Brasil de dar respuesta a la suba de costos sin afectar el ingreso de capitales, lo cual lleva a mas dureza en la negociación.

Aunque no es la perspectiva inmediata, no hay que olvidar que la devaluación brasileña de 1999 fue un factor muy importante en el fin de la convertibilidad. Brasil es hoy el principal socio de Argentina en el comercio exterior: su principal comprador y el segundo destino de sus ventas. Aunque es estos días ambos gobiernos están intentando bajarle el tono a la disputa la crisis comercial se desenvuelve con la crisis mundial de fondo.

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