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A 90 años de la Revolución Rusa

IRRUPCION DE MASAS Y REACCIÓN BURGUESA

Las jornadas de julio (1° entrega)

Una enorme tensión atravesaba el ambiente y a las clases sociales en Rusia hacia inicios de julio. A las masivas manifestaciones de junio, donde la revolución y la contrarrevolución habían cruzado las mismas aceras sólo con un día de diferencia, se sumaba el ambiente enrarecido por la suerte de miles de hombres en el frente que protagonizaban la ofensiva contra los ejércitos alemanes.

Comisión del IPS

28 de junio 2007

Una enorme tensión atravesaba el ambiente y a las clases sociales en Rusia hacia inicios de julio. A las masivas manifestaciones de junio, donde la revolución y la contrarrevolución habían cruzado las mismas aceras sólo con un día de diferencia, se sumaba el ambiente enrarecido por la suerte de miles de hombres en el frente que protagonizaban la ofensiva contra los ejércitos alemanes. Petrogrado y las trincheras donde morían los soldados a diario, serán los dos puntos, atados en sus extremos por un destino común pero momentáneamente desencontrados, que darían lugar a las tensiones emergentes, la insurrección de masas y la reacción burguesa.

Las masas de Petrogrado dormían intranquilas, sobre todo los soldados apostados en la guarnición. La prensa burguesa atacaba a diario a estos “cobardes” que se negaban a movilizarse hacia las trincheras. El mes anunciaba un momento cargado de profundas convulsiones. La propia derrota de la ofensiva militar, cuyo anuncio se postergaba, los miles de hombres que comenzaban a desertar y a negarse a avanzar sobre el enemigo, la desinformación deliberada por parte del gobierno cargaba el ambiente de rumores.
En estas condiciones se desencadenará la tercera crisis de la revolución rusa. Así denomina Lenin al proceso de sucesivas acciones de clase después de la revolución de febrero; las jornadas de abril; las del 10 y 18 de junio y por último, la que analizaremos en este artículo, la crisis que se abre los días 3 y 4 de julio. Todas ellas tienen un nexo histórico común caracterizado por el aumento del descontento de las masas, su indignación contra la burguesía y el gobierno, así como la decepción progresiva con las direcciones conciliadoras, los socialistas revolucionarios y mencheviques.

Aparecía según Lenin, “una forma de demostración nueva en la historia de nuestra revolución, una demostración de un tipo más complejo, en la cual el movimiento se desarrolla por oleadas que suben velozmente y descienden de modo súbito, la revolución y la contrarrevolución se exacerban, y los elementos moderados son eliminados por un período más o menos largo”1. En este momento, donde los “elementos moderados” son borrados momentáneamente de escena, se muestra su inconsistencia y para huir de ella o se apoyan en las masas o deben hacer pie en la reacción. Estos momentos de fuerza se caracterizan por la intervención autónoma de las masas en el acontecimiento revolucionario, así como también por el aprovechamiento de la reacción de su ingenuidad, de sus vacilaciones, de su derrota para dar un golpe certero a las masas. La “oleada revolucionaria” se eleva súbitamente para luego caer.

Crisis del gobierno de coalición: la renuncia de los ministros burgueses

La situación económica en Rusia empeoraba día a día, “La paciencia de la guarnición y de la población obrera se habían agotado. Las colas para comprar pan crecían interminablemente. El dinero, cuya circulación era diez veces mayor que la de preguerra, se había devaluado. La especulación era desenfrenada. Las masas veían que desde el comienzo de la revolución las condiciones de su vida diaria habían empeorado, y se sentían defraudadas”2. Los empresarios continuaban con su boicot a la economía con cierres de fábricas, llevando a la caída de la producción. En el frente la situación era aún peor, la puesta en marcha de la costosa ofensiva militar llegaba a su descalabro.

La impaciencia y desesperación de los soldados de la capital era aún más imponente. La flota del Báltico y los marinos de Kronstadt incitaban a lanzarse a las calles, mientras los bolcheviques enviaban agitadores para evitar acciones prematuras. Lenin exhortaba a “esperar hasta que los acontecimientos impulsen a las reservas pesadas a ponerse al lado de la capital”3 mostrando que aún persistía la discrepancia entre el estado de ánimo de Petrogrado y la situación de las provincias. Mientras en la capital los obreros y los soldados alzaban las consignas de la manifestación de junio: “Todo el poder a los soviets”, “Fuera los ministros burgueses”, “Abajo el gobierno de coalición”, en las provincias más atrasadas, el régimen de febrero no estaba desprestigiado por completo. Como decía Trotsky: “Petrogrado seguía siendo, como en la primera etapa de la revolución la vanguardia más avanzada. En las Jornadas de Julio, esta vanguardia tuvo el primer choque abierto con el gobierno de Kerenski. No era todavía el levantamiento que había de sobrevenir; era un simple combate de patrullas”4.

El 2 de julio presentan su renuncia al gobierno cuatro ministros liberales del partido cadete. El pretexto era su desacuerdo con las negociaciones con Ucrania, donde el gobierno había cedido el reconocimiento de su parlamento. Pero, simple excusa, los ministros liberales en realidad buscaban presionar a los socialistas gubernamentales para que actúen y enfrenten el impulso de las masas, a la vez que anticiparse saliendo del gobierno antes que las noticias de la derrota militar golpearan al gobierno. Los ministros capitalistas se habían marchado. ¿Significaba esto entonces la imposición de la consigna bolchevique de “Fuera los ministros capitalistas”? Nada más lejos de la realidad. Los bolcheviques ligaban está consigna a la de “todo el poder a los soviets”, los socialistas gubernamentales que controlaban el Comité Ejecutivo del Soviet consideraban que éste debía mantener su alianza con la burguesía, y que era esta alianza, con la burguesía, la única que podía apoyarlos para enfrentar la impaciencia de la vanguardia capitalina, como veremos en el desenlace de los acontecimientos de julio.

El 3 de julio, se inicia la manifestación

“Por todas partes, en todos los rincones –recuerda Sujanov-, en el Soviet, en el Palacio Marinski, en las casas particulares, en las plazas y en los bulevares, en los cuarteles y en las fábricas, se hablaba con insistencia de acciones que tendrían lugar de un momento a otro…Nadie sabía concretamente quién se echaría a la calle, ni cómo ni cuándo. Pero la ciudad tenía la sensación de hallarse en vísperas de una explosión”5

La noticia de que 500 dotaciones del regimiento de ametralladoras serían enviadas al frente sacudió al primer regimiento de ametralladoras. Estos realizaron un mitín y llamaron al levantamiento armado contra el gobierno de coalición. En estos momentos, frente a los bolcheviques, que eran contrarios a una acción desorganizada, intervenían algunos anarquistas, cuyo tono armonizaba con el sentimiento de acción “ejemplar” inmanente a los soldados. Los bolcheviques a través de la Organización Militar enviaban sus agitadores a aplacar los ánimos, los agitadores insistían en la necesidad de preparar una acción, una vez que se conociera la situación en el frente.

Pese a ello, la impaciencia de las masas de los soldados no podía contenerse. Delegados del regimiento de ametralladoras recorren fábricas y cuarteles en busca de apoyo. En esta incitación a la acción, los soldados no olvidaban que la manifestación debía ser armada, era necesario demostrar su fuerza. En las fábricas los delegados eran bien recibidos, inmediatamente se paralizaba la producción y se sumaban a las manifestaciones. Los obreros bolcheviques intentaban convencer de lo prematuro del movimiento, pero las masas ya no los escuchaban.
A las 7 de la tarde se interrumpe la producción industrial. Las fábricas sublevadas organizan sus escuadras y arman los destacamentos de la Guardia Roja. Una gran manifestación recorre las calles. Por el centro avanza el regimiento de ametralladoras, alrededor van las columnas de obreros, al frente camiones con ametralladoras y una pancarta donde se leía “todo el poder a los soviets”.

Los bolcheviques y la acción de julio

A las 3 de la tarde los soldados se acercaron al local del partido bolchevique. La conferencia reunida allí decide lanzar un manifiesto para contener la acción, redactando un mensaje al Comité Ejecutivo de los Soviets exigiendo que tome el poder en sus manos. Los bolcheviques interpretan que no se podía hablar de una manifestación sin la perspectiva de una nueva revolución, y que la ofensiva en el frente estaba fracasando. Era necesario esperar el desprestigio completo de los socialistas gubernamentales. Como decía Lenin: “Si fuéramos capaces de tomar el poder ahora, es muy ingenuo que podríamos conservarlo. Incluso en los soviets de ambas capitales, por no hablar del resto, somos una minoría insignificante. Es un hecho básico que determina el comportamiento de nuestro partido. No se deberían adelantar los acontecimientos. El tiempo está de nuestra parte”6.

Pero la situación se agudiza. Los soldados se dirigen al comité de los bolcheviques, éstos vuelven a reunirse y comprenden que no pueden detener el movimiento. Entonces cambian su orientación: deciden encabezar la acción, aunque sean contrarios a ella, para intentar transformarla en una manifestación de fuerza y no en una insurrección: “incitar a los soldados y a los obreros a dirigirse pacíficamente al Palacio de Táurida, a elegir delegados y presentar sus demandas, por mediación de los mismos, al Comité Ejecutivo”7.
La manifestación se dirige hacia el palacio de Taurida para exigir al soviet la toma del poder. Mientras tanto, Chjeidse, menchevique integrante del soviet, mostrando la inconsistencia del régimen del “doble poder” ubicado entre las masas y la coalición con la burguesía, busca por todas partes a las fuerzas militares “leales” para enfrentar la amenazante acción de las masas. Los delegados del regimiento de ametralladoras se entrevistan con el Comité Ejecutivo sin conseguir respuestas concretas. En las calles se suceden escaramuzas contra varios cosacos y francotiradores. Finalmente a la noche las masas se retiran a sus barriadas, menos los obreros de Putilov que se mantienen en vigilia en las afueras del palacio del Taúrida.

Por otro lado, el bolchevique Raskolnikov desde Kronstadt informa la decisión de los marinos de dirigirse a la mañana siguiente hacia Petrogrado. Los bolcheviques comprenden que no pueden abandonar a las masas a su suerte, y redactan un manifiesto para el día siguiente llamando a continuar la manifestación. Se retira el manifiesto anterior que llamaba a deponer la acción, pero como ya no se puede reemplazar la impresión, el periódico de Pravda saldrá el 4 de julio con su página en blanco.

El 4 julio, la presión de las masas y el gobierno de coalición
Este día, la organización del movimiento pasa a manos del Comité del partido bolchevique de Petrogrado. La movilización de la guarnición es llevada adelante por la Organización Militar. Estos la organizan colocando “automóviles blindados en los puentes que unen a los suburbios con el centro y en los puntos estratégicos de las arterias principales, a fin de proteger a los manifestantes contra posibles ataques. Por la noche los soldados del regimiento de ametralladoras habían apostado ya centinelas propios en la Fortalezas de Pedro y Pablo”8. El primer plano en la manifestación la ocuparán los obreros, que paralizan las fábricas. Por otro lado, se eligen dirigentes para interceder frente al Comité Ejecutivo del Soviet. A todas vistas es un movimiento mejor organizado, la influencia del partido de los bolcheviques es claramente perceptible.

En las alturas del poder, el gobierno se encuentra impotente esperando tropas leales del frente. Mientras tanto los marinos de Kronstadt trazan un plan de movilización y le dan un efectivo impulso al movimiento. A media noche 10 mil marinos irrumpen en la ciudad, detrás de ellos y de los soldados van las columnas de obreros y la Guardia Roja, a los costados los automóviles blindados, por encima de ellos, banderas y cartelones. En el local de los bolcheviques la manifestación se detiene a escuchar el discurso de Lenin que intenta orientar a las masas, planteando que la consigna de “Todo el poder a los soviets” acabará por triunfar, llamando a la serenidad y a la firmeza.

La debilidad del gobierno hacía que no pudiera reprimir las movilizaciones, sin embargo algunos grupos diseminados logran a través de escaramuzas y emboscadas infligir daños, aquí y allá, muertes de manifestantes y sobre todo, caos y confusión.
Los manifestantes llegan al palacio de Táurida, exigen una respuesta y reclaman la presencia de Chernov9, que con un discurso desabrido no logra calmar los ánimos. Cuenta Miliukov10 que “un obrero de elevada estatura, acercando el puño al rostro del ministro, le gritó furioso: “Toma el poder, hijo de perra, puesto que te lo dan”11. Mostraba así la actitud de exasperación y frustración de las masas con respecto a los líderes del soviet. En ese momento, se produce un suceso clave, un grupo de marinos intentar apresar al ministro Chernov. Los representantes gubernamentales del soviet avisan a Trotsky. Raskolnikov relata este episodio: “De un salto se puso en la delantera del automóvil y haciendo con el brazo ese gesto enérgico y rotundo del que se ha cansado ya de esperar, pidió silencio. En un instante se hizo silencio absoluto; no se oía una mosca. León Davidovich (Trotsky), con su voz alta, clara, metálica, pronunció un pequeño discurso, que terminó con esta frase: “Todo aquel que desee que se cometa algún acto de violencia contra Chernov, que levante la mano…Nadie despegó los labios-prosigue Raskolnikov-, nadie replicó una palabra. ¡Ciudadano Chernov, está usted libre!”12.

A simple vista parecía que con el impulso de la manifestación el triunfo estaba asegurado. Pero el problema era más profundo y se encontraba dentro del soviet. Los conciliadores estaban completamente atados a la burguesía y bajo ningún punto de vista tomarían el poder, aunque los representantes de las fábricas ingresasen al palacio a peticionar por esta perspectiva y las masas presionaran enérgicamente por ello. Con el correr de las horas y la confusión, el cansancio se hizo sentir, las masas exigen la salida de Tseretelli, ministro menchevique y representante del Comité Ejecutivo del Soviet. Se presenta en cambio, el bolchevique Zinoviev que con su oratoria calma los ánimos, mostrando la actitud auto-controlada de los bolcheviques ante el movimiento.

Durante la noche se suceden enfrentamientos entre los manifestantes y sectores patriotas, hubo provocaciones y en la desorganización se cometieron robos y desmanes. Los bolcheviques deciden terminar con el movimiento, invitando a los obreros y soldados a poner fin a la acción: “Los obreros y soldados tuvieron la sensación de que la toma del poder por los soviets era un problema mucho más complejo de lo que se imaginaran”13.
A las 4 de la madrugada del 5 de julio arriban a la capital algunas tropas leales al gobierno de coalición, traídas de sectores apartados del frente. Cuando las masas se retiran y llegan las tropas “leales”, los ministros socialistas se sienten, ahora sí, a salvo. Su seguridad no proviene de la acción de masas sino de las proclamas de orden de la burguesía y el nacionalismo militar. Ahora, seguros y protegidos, el gobierno de coalición con el regreso de Kerenski desde el frente, se lanzan a la persecución de los obreros, a la confiscación de las armas, y a la calumnia contra los sectores revolucionarios. Particularmente se ensañan con Lenin y el partido bolchevique.

La noticia de que la ofensiva militar es un fracaso y que las tropas se retiran en desbandada llega a la ciudad después del momento de acción de fuerzas de la vanguardia, los destiempos juegan a favor de la burguesía. Ésta, ahora, teje la calumnia más ficcional, la derrota del frente ruso en manos del enemigo alemán coincide con el intento de insurrección de los bolcheviques contra el gobierno de coalición. Estos son acusados de complot y complicidad con el Estado alemán. La antigua proclama de Tseretelli de “desarmar a los bolcheviques” toma realidad. La derrota de las manifestaciones de julio abre el momento de la reacción dentro de la revolución. Qué fue la manifestación de julio y qué momento abre en el proceso de la revolución, lo veremos en nuestra próxima entrega.

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