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Revoluciones y procesos revolucionarios en los siglos XIX y XX

La revolucion en España

29 de octubre 2004

La Revolución Española tuvo fundamental trascendencia para la lucha política y social del movimiento obrero mundial. Decenas de miles de combatientes de más de 53 países2, a través de las Brigadas Internacionales, se hicieron presente y entregaron sus vidas junto a millones de obreros y campesinos españoles, enfrentando la reacción fascista. 

Los inicios

El proceso se inicia en 1930 con la caída de la dictadura de Primo de Rivera, que era ejercida bajo el amparo de la monarquía y la bendición de la iglesia. En el año ´31 se instala la república bajo mando burgués, y se produce la huida de Alfonso XIII. Bajo el gobierno republicano se dará un doble proceso de huelgas y luchas obreras y campesinas, por un lado, y de reorganización y represión de la derecha española, por el otro, que se conoce como el “bienio negro”, que cercenó las libertades democráticas y encerró a miles de luchadores. Este período reaccionario duró hasta finales del ’35, a partir del cual el movimiento obrero tomó la iniciativa y se levantó contra las dos alas burguesas: la oligarquía y los republicanos.

El Frente Popular

Ante el auge de este movimiento de masas, el régimen burgués convocó a elecciones. En febrero del ’36, el Frente Popular (FP), que dirigía la burguesía republicana de izquierda, y del que formaban parte el PCE3, PSOE4 y el POUM5 ganó las elecciones. Millones de obreros y campesinos hicieron suyo el triunfo. Las masas abrieron las cárceles y avanzaron a través de decenas de huelgas por la reincorporación inmediata de los presos y despedidos, por aumento de salario y mejora en las condiciones de trabajo, junto a luchas políticas y de solidaridad. La política del Frente Popular, que consistía en intentar encausar las demandas obrero-campesinas, corriendo el eje de la lucha social a un cambio de régimen político sin cuestionar las relaciones de propiedad, entró rápidamente en contradicción. Trotsky había expresado: “Cuanto más ‘concilien’ las contradicciones de clase los dirigentes del Frente Popular, éstas tendrán en el porvenir un carácter más explosivo y convulsivo (…) El Frente Popular creó las condiciones favorables para la victoria del fascismo, al adormecer a obreros y campesinos con ilusiones parlamentarias, paralizando su voluntad política. La política de alianzas con la burguesía va a costarle caro a la clase obrera (…)”6 En julio del ’36, desde Marruecos, la derecha española se reagrupó en torno a un ala del ejército bajo el mando de Franco, produciéndose alzamientos en varias regiones. La guerra civil se ponía en marcha.

Revolución, guerra civil y doble poder 

El ataque de Franco logró asentarse en Andalucía y el noroeste gallego y extremeño. La respuesta más contundente en su contra fue en Barcelona, donde las milicias obreras de hombres y mujeres bajo el mando de la FAI - CNT7 y, en menor medida, del POUM rechazaron el ataque y recuperaron la ciudad. El control obrero y las colectivizaciones de fábricas y campos se extendieron. Las organizaciones de doble poder se potenciaron. Los anarquistas tenían el poder en sus manos. El ala republicana de la burguesía catalana convocó a los dirigentes de la CNT y les entregó el poder. Los anarquistas no supieron que responder ni que hacer. La burguesía republicana si supo que hacer y lo hizo. Recuperó el poder y, a pesar de no tenerlo de hecho, comenzó a ejercerlo a través del Frente Popular. “Los enfáticos negadores del Estado -ya decía Trotsky en el ’31- se inclinan respetuosamente ante él en cuanto se mueve un poco”.8 La capitulación de los dirigentes anarquistas se había consumado. Sólo una pequeña fracción, los “Amigos de Durruti”9, cerca del final de la revolución, sacarían conclusiones del desastre y girarían enfrentando la política de la FAI-CNT.
En Madrid, la autoridad republicana sólo la podían ejercer gracias a la ayuda que le brindaba la UGT10, la organización sindical del PSOE, que controlaba toda la red de información y de comunicación de la ciudad. Los cordones madrileños estaban en manos del pueblo a través de decenas de comités de defensa, que meses más tarde llevaría adelante junto con las brigadas internacionales la conservación de la capital bajo la gloriosa consigna “No Pasarán”, asentado la primera derrota militar al fascismo, encarnado en los ejércitos de Mussollini, Hitler y Franco.
La respuesta obrera y popular, además de haber derrotado en las principales regiones el golpe militar, había hecho estallar por el aire el régimen republicano. Las organizaciones de doble poder de trabajadores y campesinos se multiplicaron, y los comités locales y regionales se transformaron en un gobierno paralelo de hecho.
El Comité de Milicias Obreras tomó la responsabilidad de defender al pueblo contra Franco. Las acciones revolucionarias elevaron la capacidad de lucha y la iniciativa obrera. La burocracia stalinista, que tomó el control del FP bajo el prestigio robado a la Revolución Rusa, oponía la miserable orientación: “primero la victoria militar, después las reformas sociales…”. León Trotsky, dando continuidad a las enseñanzas de Octubre, y una lección sobre guerra y revolución, respondía en aquellos días: “las reformas sociales avanzadas son las armas más poderosas de la guerra civil”; y para España, se trataba de llevar a cabo algo tan simple como profundo: “debemos decirles a los campesinos: la tierra es vuestra; y a los obreros, las fábricas son vuestras. Esta es la única posibilidad de asegurar la victoria”11. 

La dirección revolucionaria, la estrategia soviética y el POUM

Trotsky, desde el inicio, se puso a disposición de la revolución española, orientando y discutiendo mediante cartas, folletos y artículos, dando una lucha enérgica por la construcción de un partido que se elevara como dirección revolucionaria de las masas obreras y campesinas insurrectas y derrotara al stalinismo y a la falange franquista. Sus esperanzas, mediante un esfuerzo intelectual enorme (y no menos paciencia), estaban dirigidas a lograr que la ICE12, que dirigía Andrés Nin girara a izquierda y rompiera con su centrismo. Todas las secciones de la IV Internacional (que venían de dar durísimas batallas contra la burocracia del Kremlin y el Frente Popular francés) se esforzaron por hacer llegar a España los ejes maestros de la Revolución Permanente para derrotar a la “revolución por etapas” de Stalin y su política de conciliación de clases. Desgraciada y fatalmente, Nin giró a derecha. La ICE rompió con la Oposición de Izquierda y se fusionó con el BOC, creando el POUM. Sus premisas fueron nacionales, y su práctica no se correspondía con sus palabras “revolucionarias”. En lugar de luchar para que un frente único de tendencias obreras se desarrollase en el sentido de juntas o comités revolucionarios (que por demás se extendían), Andrés Nin llegó a afirmar que en la revolución española la UGT y la CNT, como organizaciones de masas, reemplazaban a los soviets, subestimando que estaban dirigidas por reformistas-stalinistas y anarquistas que a su vez sostenían al gobierno del Frente Popular, destruyendo toda posibilidad de desarrollo de una “estrategia soviética” en las masas.
El POUM popularizó la idea de que la alternativa no era “la república o el fascismo” sino “fascismo o socialismo”, pero la transformó en una visión fatalista, según la cual el contenido “objetivo” del proceso revolucionario triunfaría finalmente al margen de las relaciones de fuerzas concretas y de su propia intervención como partido, alejándose de toda la línea política expresada y practicada por Lenin sobre el valor de la “subjetividad” y el rol del partido revolucionario. A pesar del heroísmo de sus militantes, desde Andrés Nin (que pagó con su vida las vacilaciones, y fue torturado y asesinado por Stalin, manteniéndose íntegro como revolucionario), hasta el último miliciano poumista, el POUM osciló entre posiciones reformistas y revolucionarias, capitulando en los aspectos fundamentales al stalinismo y al Frente Popular. “La dirección del POUM marchaba en realidad a remolque de la CNT, aunque encubriendo su política con una fraseología distinta.”13
En España se jugaba la posibilidad de hacer girar la dinámica de retrocesos que se habían producido en Europa y pasar a la ofensiva en la revolución internacional. La derrota consolidó al stalinismo como un aparato contrarrevolucionario y fue la señal que movilizó los tanques nazis que invadieron Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial imperialista, que produjo una masacre humana y estableció un nuevo orden capitalista.

1 “La tragedia de España”, 30 de enero de 1939, León Trotsky.
2 Según Víctor Alba, periodista y militante del POUM, la suma de brigadistas internacionales alcanzó los 45.000 combatientes. “La revolución y la guerra de España”. P. Broué y E. Temime.
3 Partido Comunista Español, respondía a la III Internacional y a la dirección de la burocracia stalinista.
4 Partido Socialista Obrero Español, era dirigido por Prieto y Largo Caballero, y respondía a los designios de la II Internacional.
5 Partido Obrero de Unificación Marxista, formado por la fusión entre el BOC, Bloque Obrero y Campesino, (Catalano- Balear) y la ICE (ver más abajo).
6 “El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la IV Internacional”, 23 de julio de 1936.
7 La FAI (Federación Anarquista Ibérica), era el brazo político del anarcosindicalismo y dirección de hecho de los anarquistas españoles; y la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores), que se extendía por toda España, pero concentraba su mayor peso en Cataluña y era dirigida por los anarquistas.
8 “De la historia de la revolución rusa”, 10 de julio de 1939.
9 Esta organización, se formó hacia mayo del ’37 tras la muerte en el frente (en circunstancias aún confusas) de Durruti, militante de la CNT y ala izquierda del anarquismo. Los “Amigos de Durruti” fueron echados de la CNT y confluyeron junto a Moulin (asesinado por el stalinismo), del POUM, acercándose cuando la contrarrevolución estaba en marcha a las posiciones de Trotsky.
10 UGT, Unión General de Trabajadores, central sindical bajo la dirección del PSOE.
11 “Declaraciones ante la comisión de investigación sobre los procesos de Moscú”, 14 de abril de 1937.
12 ICE, Izquierda Comunista de España, sección de la Oposición de Izquierda hasta febrero del ’36.
13 “Clase, partido, dirección” León Trotsky, agosto 1940.

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