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Revoluciones y procesos revolucionarios en los siglos XIX y XX

La revolución China de 1949

12 de noviembre 2004

Como vimos en nuestra anterior entrega sobre la Revolución China de 1925-1927, la Oposición de Izquierda (rusa e internacional) extrajo profundas lecciones de esa derrota. La principal lección que sacó Trotsky es que China había demostrado que las tareas democráticas de la emancipación nacional de la opresión imperialista y la resolución del problema agrario (particularmente agudo en China que tenía decenas de millones de campesinos pobres y sin tierra) sólo se podían resolver por medio de la revolución socialista bajo la conducción del proletariado, acaudillando a los campesinos. Esas tareas no podían ser resueltas por la débil y reaccionaria burguesía china ligada en el campo a las viejas clases terratenientes, y en la ciudad a las altas finanzas, y por medio de éstas al imperialismo. Por el contrario el proletariado, aunque reducido en número, había sentado una enorme tradición - sin la cual no se puede entender el triunfo de la revolución de 1949. La industria que agrupaba a 2 millones de obreros había visto nacer organizaciones sindicales combativas, luego los obreros habían puesto en pie soviets y se había lanzado a la insurrección armada.
Los acontecimientos posteriores y la propia revolución de 1949 se van desarrollar como una ruptura con este legado. En 1949 ya no sería el proletariado organizado en consejos e influenciado por un partido obrero revolucionario el que llevaría adelante la revolución, sino una revuelta generalizada de campesinos pobres o directamente sin tierra, bajo la dirección de un partido comunista organizado como ejército guerrillero. Así China del ’49 parece contradecir la teoría de la revolución permanente: para Mao la revolución planteada no conducirá a la dictadura del proletariado como había ocurrido en Rusia, sino que será una revolución antifeudal y antiimperialista, conducida por un “bloque de las cuatro clases”: proletariado, campesinos, pequeñoburguesía urbana y burguesía nacional. Sin embargo, un cúmulo de condiciones excepcionales puede explicar la anomalía de la revolución china, como veremos a continuación. 

Clase contra clase

Luego de la derrota de las insurrecciones del ‘27 la dirección stalinista, para ocultar el fracaso de su política tanto en la URSS como internacionalmente, y poder avanzar en la lucha interna contra la oposición a la burocratización en aquel país, realiza un giro político ultraizquierdista que en China hará más difícil la recuperación de la clase trabajadora y del partido luego de la represión nacionalista. El dirigente Li Li San, un agente stalinista servil, llevará adelante la línea del Tercer Período consistente en proclamar y preparar la toma inmediata del poder; en momentos en que los trabajadores seguían sufriendo las consecuencias de la derrota. Los comunistas, que seguían manteniendo un apoyo considerable entre el proletariado, preparan en los años ‘29 y ‘30 una serie de levantamientos fracasados que los llevan a un mayor aislamiento y a una creciente persecución por parte del régimen. La línea aventurera de las Tercera Internacional dirigida por Stalin se apoyaba ideológica y políticamente en una lenta y prolongada rebelión campesina, que a destiempo de la ciudad, se desarrollaba en las zonas más pobres de China.

Los soviets campesinos de Hunan y Kiangsi

La organización campesina en las zonas del interior tomo la forma de soviet, agrupando a los pequeños campesinos y los pobres. Basado en estas organizaciones, el PC dirigió aproximadamente 200 subprovincias: pequeñas aldeas del suroeste de china donde los comunistas habían expropiado a los grandes terrateniente y en algunos casos a los burgueses. Esta profunda rebelión campesina no podía triunfar si no era acompañada y dirigida desde las ciudades por el movimiento obrero, pero este había sido abandonado por los comunistas luego de los levantamientos fracasados del 29-30. Basado en el ascenso tardío en el campo, a principios de los ’30 Stalin puede mantener la ficción de una “República Roja” basándose en los territorios dominados por Mao; sin embargo los soviets campesinos por su condición de clase y su limitación geográfica-política (estando aislados de las ciudades) no podían llevar adelante ninguna medida “socialista”, ni triunfar nacionalmente, como quedará expresado por la necesaria retirada comunista.
La aplicación y agitación del programa agrario por parte del PC ganó el apoyo de las masas pobres del campo y le permitió sobrevivir por un tiempo a la reacción nacionalista. Sin embargo la ficción de un gobierno soviético basado exclusivamente en el campo tuvo que ser abandonada ante las constantes “campañas de guerra” de los ejércitos del Kuomintang (partido nacionalista burgués). En 1934 se inicia la epopeya militar de “La larga marcha”, forma que adopto la retirada del PC de las bases Rojas de Hunan y Kiangsi. Un año después, en octubre de 1935, pueden romper el cerco nacionalista y sobrevivir con 30.000 hombres (se calcula que partieron 90 mil de los valles rojos) en las altas montañas del norte de China.
Mientras esto ocurría, en las ciudades una nueva ola de agitación se producía contra la ocupación japonesa, iniciada en 1931 con la ocupación de Manchuria. “Los obreros de Shangai y otras ciudades costeras habían lanzado un nuevo desafío y llevado a cabo huelgas y manifestaciones turbulentas. Pero debido a su carencia de una dirección competente, fueron derrotados, una y otra vez”1. Los comunistas habían abandonado al proletariado en las ciudades y con ellas la posibilidad de un nuevo triunfo revolucionario. Lo hicieron a favor de una estrategia populista de apoyarse en el campesinado. En 1937, Japón extiende la invasión a las ciudades costeras, que son devastadas y la industria destruida. A partir de allí se crea el mito maoísta de que toda revolución “tendrá que ser llevada desde el campo a la ciudad”. 

La guerra contra Japón y el Frente unido antiimperialista

La agitación antiimperialistas contra el ocupante japonés se sucede en las ciudades y abre la posibilidad misma de que el ejército rojo chino pueda huir del cerco nacionalista. El gobierno del Kuomintang entra en un profundo desprestigio por su política contemporizadora con la ocupación japonesa. Sin embargo, un nuevo giro guiará al PC para abrazar una orientación de unidad política con la burguesía nacionalista al proponerle la conformación de un Frente Único Antijaponés, abandonando la agitación por la reforma agraria ya que esta atacaba las bases del poder de los generales del Kuomintang entre los que se encontraban grandes terratenientes chinos. La “contradicción principal”, decía Mao era el imperialismo japonés, la “contradicción” con la burguesía nacional e incluso con las antiguas clases feudales, pasaban a un plano secundario.
El maoísmo propone una teoría etapista en la cual la tarea correcta de enfrentar al imperialismo extranjero se acompaña de la política de colaboración de clases de no luchar por la reforma agraria u otras tareas que cuestiones a los “aliados” de la burguesía nacional.

El Ejército Rojo entra a Pekín

A pesar del intento de subordinar la “contradicción secundaria”, la guerra civil entre el campesinado y la burguesía vuelve a estallar en el transcurso de la guerra antijaponesa con los levantamientos espontáneos de los campesinos en las zonas liberadas que van desde 1942 a 1949.
A la salida de la Segunda Guerra Mundial (1945), tras la derrota de Japón, Mao Tse Tung dominaba grandes zonas del norte de China que agrupaban alrededor de 100 millones de personas, a pesar de la traición del stalinismo que entregó las armas que les sacó a los japoneses, al Kuomintang y no a los ejércitos campesinos.
El Kuomintang, envalentonado por la política que venía teniendo Mao de no plantear la reforma agraria en las zonas dominadas por el ejército de Chiang y, más aún, de reconocer al gobierno de Chiang como legítimo gobierno de China bajo los auspicios del general norteamericano Marshall, comete un enorme error de cálculo estratégico: se dispone a atacar a Mao en su propio territorio. Esto obliga a Mao a cambiar su política y promover la reforma agraria en todo el territorio chino. Esto desata un torrente de energía revolucionaria de decenas de millones de campesinos que, aún antes que llegaran los ejércitos de Mao a cada zona, repartían la tierra y quemaban en las aldeas los libros de contabilidad de los usureros (chupasangre capitalistas aliados a los terratenientes). Desde el verano del ’46 al 1° de octubre del ’49, cuando el Ejército Rojo entra a Pekín, la guerra civil se transformó en un “paseo” donde el campesinado pobre y sin tierra se insurreccionaba no sólo contra los terratenientes y usureros sino incluso contra los campesinos ricos, y tornaba inevitable el avance hacia las ciudades el ejército de Mao.
El nuevo gobierno de la República Popular China legaliza la reforma agraria que de hecho habían realizado los campesinos pobres. Sin embargo, por varios años se niega a terminar de expropiar a la burguesía nacional, que como vimos era considerada miembro del “bloque de las cuatro clases”.
Será como consecuencia de la nueva guerra de Corea lanzada por Estados Unidos (’50-’53) en la cual China interviene con un millón de combatientes para asegurar su autodefensa, que empujará a la dirección maoísta a expropiar finalmente lo que quedaba de la burguesía nacional china, que se había pasado abiertamente al campo del imperialismo y la contrarrevolución. Finalmente, las tareas de la revolución democrática se concretan con la revolución socialista, como señala un aspecto de la teoría de la revolución permanente, aunque en estas condiciones excepcionales de guerra, distribución del poder mundial y ascenso generalizado de las masas populares, no haya sido dirigida por el proletariado y su partido revolucionario. Pero es este otro aspecto el que a su vez bloquea la dinámica permanente de la revolución, ya que serán estas características las que le imponen al estado obrero chino su carácter deformado, un régimen donde la democracia soviética esta ausente desde un inicio.
A diferencia de la revolución rusa, donde es a partir del retroceso y aislamiento desde mediados de los ‘20 que el PC stalinizado liquida la democracia soviética e instaura una dictadura bonapartista, llevando a la degeneración de la revolución rusa; en la revolución china el maoísmo asume mucho tiempo antes de su triunfo este papel burocrático. Aunque las masas campesina pobres y semiproletarias hicieron una grandiosa revolución que dio un gran impulso a revolución anticolonial y a las luchas antiimperialistas en todo el mundo, la ausencia del proletariado como clase dirigente, con un partido revolucionario a su frente, impidió que la revolución china fundara una nueva internacional revolucionaria (como lo hizo la revolución rusa del ’17) y dejara lecciones estratégicas invaluables como las contenidas en los cuatro primeros Congresos de la Tercera Internacional de Lenin y Trotsky.

1 Isaac Deutcher, El Maoísmo y la revolución cultural china, Ed. Era, México, 1975.

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