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A 90 años de la Revolución Rusa

EL SOVIET CONCILIADOR Y LAS MASAS

La reacción levanta la cabeza

Con la agonía de las movilizaciones de julio, llega la noticia de
que Lenin estaba en relaciones con el Estado Mayor alemán. La
maquinaria de la gran calumnia se ponía en movimiento.

Comisión del IPS

19 de julio 2007

Luego de que se apagaran los últimos destellos de las manifestaciones de julio contra los ministros capitalistas, y su exigencia al Comité Ejecutivo del Soviet -en manos de los mencheviques y socialrevolucionarios- que mantuvo su unidad y defensa del gobierno en relación a la continuidad de la guerra; sucede un hecho inesperado.

La fría noche del 4 de julio

Cerca de 200 miembros de los Comités Ejecutivos de los obreros y soldados y el de campesinos, se encontraban reunidos, ya en la agonía de la jornada del 4 de julio, cuando de repente llega la noticia al palacio de Táurida, de que Lenin estaba en relaciones con el Estado Mayor alemán.

Los conciliadores Cheidse y Tseretelli dan la orden a todos los periódicos de no publicar la noticia hasta estar plenamente seguros de su veracidad. Pero en la mañana siguiente, un periódico amarillo (el Novoye Vremia, rompiendo la orden emitida desde el soviet), publica “un documento que tenía todo el carácter de oficioso, en el cual se denunciaba que Lenin recibía dinero e instrucciones del gobierno alemán”1.

La maquinaria de la gran calumnia contra la revolución, y contra su factor más conciente y preparado, se ponía en movimiento. Pues, increíblemente el partido que durante décadas se preparó para el derrocamiento del capitalismo, se encontró de un momento a otro en el banquillo de los acusados.
La fuente de la “noticia” provenía de un tal Yermolenko, un mercenario2, dedicado al contraespionaje ruso antes de la iniciarse la guerra de 1914. Luego hecho prisionero “honorario”, prestó servicios al contraespionaje alemán, para regresar al frente a fines de abril de 1917 con el fin de volar puentes y alentar una salida imperialista sobre la paz. Este personaje se puso en contacto con el Estado Mayor ruso: “Era tan grande la demanda de calumnias contra los bolcheviques, que la oferta no podía dejar de aparecer”3.

Mientras la justicia llama a aportar datos a los gendarmes, políticos y personajes de toda índole, resalta la declaración de un supuesto comerciante llamado Burstein. Éste declaró acerca de la existencia de una organización de espionaje alemán con sede en Estocolmo y presidida por Parvus4. En verdad existían relaciones comerciales entre Estocolmo y Petrogrado, de hecho la guerra ofrecía grandes oportunidades de negocios, sobre todo a los capitalistas. Pero lo que más urgía era encontrar un político (o más bien un impostor) que se hiciera cargo de la acusación contra Lenin, y ese lugar va a ser ocupado por Alexinski5, dado que su especialidad era la de generar intrigas y señalar a todo el mundo como agente del Kaiser alemán. El momento parecía oportuno, la derrota de las movilizaciones de julio hacía aún más espectacular la mentira armada desde el gobierno provisional.

Los Bolcheviques ante la acusación

La “bondadosa” revolución de febrero –o la paradoja de ésta- puso a elementos casuales, arrastrados hasta la cima de los órganos dirigentes de los soviets por la primera oleada de la lucha de clases. Y estos sujetos ahora, apretados por abajo por las masas y presionados por arriba por la reacción estatal, mostrarían su cara más sombría. Mientras tanto, la burguesía pugnaba por romper la contradicción de febrero, de una manera poco original: “La historia de todas las revoluciones y guerras civiles atestigua invariablemente que la clase amenazada o depuesta se inclinaba a buscar la causa de sus desaventuras, no en ella misma, sino en los agentes y emisarios extranjeros”6.

El 5 de julio, los bolcheviques, a través de Zinóviev, exigen ante el Comité Ejecutivo del Soviet que se forme una comisión investigadora y se tomen medidas para enfrentar la campaña de acusación contra Lenin. La actitud pasiva que adoptaron los mencheviques y socialistas revolucionarios –igual que los Ministros burgueses- engendra un clima de gran sospecha contra todos los bolcheviques. En la misma jornada, Lenin pregunta a Trotsky: “¿No cree usted que nos fusilarán?”7, siguiendo la preocupante sintonía de los acontecimientos.

Al día siguiente llega Kerenski desde el frente, en momentos en que la ofensiva militar rusa era un fracaso, y ordena culpar a los bolcheviques del levantamiento armado de julio. Esta línea reaccionaria incluye la orden de registro domiciliario y detención de Lenin. Pero el dueño de casa no estaba, aunque no había salido de Petrogrado.

La actitud de Lenin evidencia el instinto de clase que perseguían los calumniadores. Por eso la mejor opción, era ocultarse en el domicilio particular de un obrero, dado que no tenían ninguna garantía democrática de poder contestar públicamente; no ante los tribunales burgueses, sino ante el pueblo trabajador.

Siguiendo la mecánica de este episodio en la revolución rusa, podemos afirmar que era de esperarse que esto sucediera. Recordemos que en las “jornadas de julio” muchos obreros gritaban “Muera Kerenski” dado que la ofensiva en el frente “hizo matar a 40.000 hombres”8 por un lado y que los bolcheviques tenían planteado la lucha por conquistar la mayoría en los soviets y ganar, de esta forma, el apoyo de las masas.

Un bloque contra las masas

Mientras la prensa burguesa y amarilla decía que Lenin había llegado a Rusia en un vagón de tren “precintado” a través de Alemania y hasta se llegó a decir que lo había hecho en un torpedero o en un submarino, Lenin y Zinoviev se defienden desde el periódico bolchevique de la sección de Kronstadt, el único que las autoridades no se animaron a clausurar.

Se había formado de hecho un bloque reaccionario de los acusadores que iba desde los mencheviques y socialistas revolucionarios, hasta los Cadetes con gran protagonismo, los periódicos monárquicos y de las centurias negras. Es decir, lo más rancio que la revolución de febrero no había podido aún, para usar la expresión de Lenin, barrer.

Los unía objetivamente (y eso demuestra la uniformidad de acusaciones) el terror frente a las tendencias de las masas a irrumpir violentamente en el gobierno de sus propios destinos. Acusaban a los bolcheviques de recibir dinero alemán. Paradoja de la historia, ¿verdad? Cuando en realidad de lo que más necesitaba el partido de Lenin, era de recursos para financiar la agitación política y la propaganda dirigida a los obreros y soldados. Dice Trotsky al respecto: “En abril, la conferencia local del partido hizo un llamamiento a los obreros de Petrogrado para que recogieran en tres días los 75.000 rublos que faltaban para la adquisición de una imprenta. Esta suma fue cubierta con creces, y el partido adquirió al fin una imprenta propia, la misma que destruyeron en julio los ´junkers´”9.

En relación a las supuestas conjeturas comerciales entre Estocolmo y Petrogrado dejemos hablar al principal acusado; “El fiscal explota el hecho de que Parvus está relacionado con Hanecki ¡y Hanecki con Lenin! Pero es un método manifiestamente fraudulento (…) El fiscal explota el hecho de que la correspondencia pudo encubrir relaciones de espionaje. ¡Sería interesante saber a cuántos Cadetes, socialistas-revolucionarios y mencheviques habría que condenar por su correspondencia comercial, de acuerdo a esta magnífica receta!”10. Luego de esta aclaración, Lenin y Trotsky plantean que Parvus combinaba los buenos negocios con la mala política y llaman a todos los revolucionarios a romper definitivamente relaciones con él.

El régimen del “doble poder” en crisis

Claramente se había producido un cambio en la situación política después de las jornadas de julio. Decía Lenin: “Actualmente, el poder militar y, por consiguiente, también el estatal, se halla, de hecho, en manos de la contrarrevolución, representada por los Cadetes y apoyada por los socialistas-revolucionarios y los mencheviques. Ahora, el desarrollo de la revolución en Rusia ya no es posible, y la historia plantea el problema así: o la completa victoria de la contrarrevolución, o una nueva revolución.”11 El régimen del doble poder nacido en febrero se encontraba en “un periodo de crisis gubernamental prolongada”12. El mes de la gran calumnia, hacía que la temperatura del clima político fuese lo bastante helado y hostil, como para calar hondo en los sectores obreros, y aún más profundamente en los soldados de la guarnición.
Los cosacos son recibidos como héroes, de pie y con aplausos en los teatros y restaurantes del Petrogrado burgués. Mientras, en las barriadas, se entierra en secreto (como en 1905 luego del Domingo Sangriento) a los soldados y obreros muertos por los cosacos en julio. En el frente se volvía a implantar la pena de muerte y los castigos -en nombre del Soviet-, lo cual hacía aumentar la confusión. Se desarma a los obreros y se prohíben las manifestaciones callejeras. ¿Es que el Soviet permitía que se implantase la represión estatal a la vanguardia de los trabajadores, los soldados y a los bolcheviques?

La actitud de los conciliadores ponía al descubierto su punto débil. Peligraba su existencia política, estaban amenazados con ser barridos por la revolución o por la contrarrevolución, que tanto alentaba la burguesía liberal. Transitoriamente para enfrentar a la primera se estaban apoyando en la segunda y de hecho estaban permitiendo una transferencia de poder desde el Soviet a los órganos del Estado burgués, sus fuerzas represivas y su poder ejecutivo en manos de Kerenski. Por ello Trotsky indica: “Existía el poder dual, pero no ya el poder dual legalizado, de contacto o coalición, de los meses anteriores, sino el poder dual de dos camarillas: la militar burguesa y la conciliadora, las cuales se temían mutuamente, bien que al mismo tiempo se necesitasen”13. Durante todo el mes los bolcheviques se preguntarían si el “régimen del doble poder” instaurado en febrero no había sido liquidado por la reacción de julio, apoyada y convalidada silenciosamente por la misma cúpula del Soviet.

Trotsky: defendiendo a la revolución

Los bolcheviques permanecen ligados a las bases obreras en las fábricas, barriadas y sindicatos. Lenin seguía oculto en casa de un obrero14. La situación era más difícil en el frente, y la guerra seguía provocando el nerviosismo en las masas, la calumnia no podía sostenerse por mucho tiempo.

Trotsky, que aún no era miembro pleno del partido bolchevique15, defiende a éstos por entender que es una cuestión de principios revolucionarios y arenga en un discurso pronunciado del 17 de julio: “Se crea una atmósfera insoportable, en la cual os asfixiáis lo mismo que nosotros. Se lanzan sucias acusaciones contra Lenin y Zinoviev. [...] Por lo visto en la sala hay gente que ve con agrado esas acusaciones. Aquí hay gente que se ha acercado a la revolución por ser el sol que más calienta. [...] Lenin ha luchado por la revolución durante treinta años. Yo lucho desde hace veinte contra la opresión de las masas populares, y no podemos dejar de sentir odio al militarismo alemán... Sólo puede abrigar sospechas contra nosotros a ese respecto quien no sepa lo qué es un revolucionario. He sido condenado por un tribunal alemán a ocho meses de cárcel, por mi lucha contra el militarismo germánico... y esto lo sabe todo el mundo. No permitáis que nadie de los que están en esta sala diga que somos agentes a sueldo de Alemania, porque esa no es la voz de unos revolucionarios convencidos, sino la voz de la vileza. (Aplausos)”.16 Seis días más tarde de esta proclama, Trotsky (acompañado de Lunacharski) vuelve a los fríos muros de la cárcel, esta vez no por orden del Zar, sino por aquella de la “democracia revolucionaria” Rusa.

Era comprensible para el partido y sus jefes las falsas acusaciones: “Una calumnia que no va contra Lenin, sino contra un pueblo y contra su revolución.”

Conclusión

La tradición bolchevique, en torno a la financiación de la política, se encontraba estrechamente ligada a su trabajo de construcción del partido de la clase obrera, independiente de la burguesía y los estados capitalistas.

Durante décadas, combinó el trabajo legal con el reservado por la dura dictadura zarista. En los años del auge revolucionario (gran oleada de huelgas políticas en 1912-1914 y 1917), realizaban colectas en puerta de fábrica para sostener la publicación del periódico, mediante el cual orientaban al movimiento. Así militaban en todas las cuestiones claves que permitían educar a una generación de obreros revolucionarios y a su juventud. Ya en el desarrollo de la revolución de 1917, partían de esta experiencia y pese a los esfuerzos, recibían quejas permanentes por la escasez de periódicos que se enviaban al frente y que rápidamente se agotaban en los centros obreros.

Marx plantea, refiriéndose a la revolución de 1848 en Francia el duro camino que debe seguir un partido revolucionario en el proceso de la revolución social: “El progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino, por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario”17. Un partido como el bolchevique, bien templado en los años de guerra, que supo arraigarse en lo más profundo de las masas laboriosas, le tocaba ahora enfrentar el ataque abierto de la reacción. Desciende, retrocede, templa sus fuerzas y convicciones, educa a la vanguardia, para tomar luego una fuerza mayor y meses más tarde plantearse la posibilidad real de que los trabajadores tomen el poder en sus manos. Es desde esta perspectiva que Lenin enfrenta a sus detractores y señala las lecciones de la nueva situación: “Las infames calumnias contra los adversarios políticos ayudarán al proletariado a comprender rápidamente dónde está la contrarrevolución y a barrerla en nombre de la libertad, la paz, el pan para los hambrientos y la tierra para los campesinos ”18.


Declaración del Soviet de Obreros, Soldados y Campesinos al pueblo ruso

Izvestia N° 109, 18 de julio de1917

Sobre aquellos que se atrevieron a provocar una insurrección armada recae la responsabilidad por la sangre que fue derramada en las calles de Petrogrado. Se trata de una traición contra nuestro ejército revolucionario que está defendiendo la revolución en el frente. El que provoca disturbios en la retaguardia contra los órganos de la democracia y ocasiona la guerra civil en sus filas, clava un puñal en la espalda del ejército revolucionario que combate a los soldados de Guillermo.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

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Marcela Soler115470-9292

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