El diario Página/12 está muy preocupado por lo que ha denominado la “catástrofe electoral de la izquierda”.

Contrastando con el casi nulo espacio que nos dedicó durante la campaña misma (con la relativa excepción de Vilma Ripoll); ahora, en medio de los festejos por el triunfo de su jefa, han hecho una amplia cobertura de nuestros resultados electorales. Desde editoriales del domingo como la de Horacio Verbitsky (4/11), o con notas armadas en base a entrevistas telefónicas con los candidatos de las distintas fuerzas (5/11), y hasta ocupando el chiste de tapa (6/11), el ultraoficialista Página/12 lanzó, con tanto recurso, una idea bastante simplona. Sobre la base de lo que indican como “un retroceso electoral” o “la peor elección de la última década”, resaltan “la excepción” de la buena elección de Claudio Lozano y Pino Solanas, para concluir que, por lo tanto, el principal problema de la izquierda está en su “dogmatismo sectario”.

Es preciso señalar, en primer lugar, que el 7% que obtuvo Lozano para diputado en la Capital está por debajo de la elección de Zamora años atrás (espacio que Proyecto Sur buscó ocupar); y que el 1,6 % de Solanas a nivel nacional no es más que lo que Izquierda Unida llegó a obtener en el pasado. Consecuentemente con esto, fueron los continuadores de Izquierda Unida, el MST de Vilma Ripoll, los que verdaderamente sufrieron un verdadero “retroceso”; pero justamente es el MST quien, a gusto de Página/12, se presentó como una “nueva izquierda no dogmática”.

O un gran partido de la clase trabajadora, o una “nueva” centroizquierda

Lo que busca Página/12 es promocionar una izquierda del régimen, que se ubique en el espacio de la centroizquierda que Carrió ya no quiere ni puede representar sobre los sectores medios. El MST tiene una notable coincidencia con esta campaña de la “izquierda kirchnerista”, y se lamenta del frustrado intento de frente con Solanas.

Un sector importante de los votantes de Lozano-Solanas proviene de trabajadores enrolados en la CTA, por el peso que tuvo el pronunciamiento de Víctor De Gennaro, dirigentes de ATE como Pablo Micheli y otros en el respaldo a sus candidaturas. La orientación de este sector de la dirigencia de la CTA (en oposición al sector K) tiene el norte de lo que, hace años, vienen denominando como “un movimiento político y social” sin delimitación de clase alguna. Este proyecto ha llevado, por ejemplo, a que los dirigentes de la CTA de Neuquén pongan en práctica en la provincia la formación del UNE. Como mostramos en nota de esta sección, el UNE no solo se nutre de empresarios de la zona sino que terminó siendo, con la cobertura de un frente anti-MPN, el principal aportante de votos para el intendente proveniente del partido radical, impulsado por el kirchnerismo, que triunfó en la ciudad capital.

Según el mismo Horacio Verbitsky: “Los 130 mil sufragios de Lozano convierten a su emprendimiento en la sexta potencia electoral de la Ciudad desde la que irradia sobre formaciones afines, tanto las nombradas como el sector mayoritario del ARI, que no digiere el desembarco de las señoras bacanas y los caballeros de doble apellido”.

Más que la “unidad de la izquierda con la centroizquierda” que ahora pregona el MST, en una nueva vuelta de tuerca a la derecha en su política; lo que parece la tendencia mas probable es la reconformación de una centroizquierda entre Solanas-Lozano con los disidentes del ARI, como los diputados Macaluse en Capital o Raimundi en provincia de Buenos Aires. ¿Entrará el MST?
Por nuestra parte, la elección de la izquierda clasista se nutrió, en gran medida, de los nuevos luchadores de la clase trabajadora que, aún siendo minoritarios numéricamente, son parte del nuevo fenómeno del llamado “sindicalismo de base” que vienen protagonizando las más importantes luchas y está llamado a jugar un rol importante en oposición al Pacto Social. De allí que los mayores esfuerzos del PTS en el Frente de Izquierda que encabezamos haya sido (distinto del MST que centró su campaña en la Capital y en el electorado de centroizquierda) una campaña dirigida a las grandes concentraciones obreras del Gran Buenos Aires y las principales ciudades del país, para sembrar la idea de un partido independiente de la clase trabajadora.