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Crisis en la política de Kirchner

La “patria exportadora” hegemoniza el paro del campo

7 de diciembre 2006

El paro agropecuario iniciado el 3 de diciembre se extenderá por nueve días. Se unen en la medida desde los oligarcas de la Sociedad Rural Argentina (SRA), los medianos y grandes productores enrolados en Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), hasta los pequeños aglutinados en la Federación Agraria Argentina (FAA). Coninagro -que agrupa a las cooperativas (algunas muy grandes como Sancor)- no adhiere y dejó en libertad de acción a sus afiliados. La medida afecta al mercado de Liniers que no recibe ganado (el poco que ingresa es enviado por el ejército), produce una merma en el envío de granos a Rosario y se llevan adelante manifestaciones en el todo el país.
El reclamo unificado es la libre exportación de ganado y la baja en las retenciones a la exportación. Es un programa liberal. Aunque el motor son los pequeños y medianos productores perjudicados por la política oficial, muestran desinterés sobre los precios de la carne para el pueblo trabajador, con una lógica de “pequeño patrón”, y son utilizados por la gran burguesía del campo. Pero aún bajo este aspecto reaccionario, el paro del campo evidencia que la política del gobierno favorece a los grandes frigoríficos y cerealeras, perjudicando a los sectores más bajos. Muestra, además, los límites de la política de control de precios.

A confesión de partes...
La ministra de Economía Felisa Miceli afirmó: “se quejan del intervencionismo estatal, pero no dicen nada de los 13.000 millones de pesos anuales que el Gobierno destina a mantener el dólar alto y a subsidiar el gasoil”, “en el año pagan retenciones por $6.450 millones, lo que representa el 4,3% de los $150.000 millones de recaudación total”, como ejemplo de la mejora de la rentabilidad, y precisó que “el valor de la hectárea en la zona maicera pasó de 3.000 dólares en promedio en los ‘90 a 10.000 dólares este año”. Y a la hora de mostrar quiénes son los perdedores dijo que “el mayor aporte al país en cuanto a transferencias de ingresos lo hicieron los asalariados”. Como dicen los abogados: a confesión de partes relevo de pruebas.
A la hora de estas afirmaciones Miceli mete en la misma bolsa a los grandes exportadores con los sectores más pequeños. Como asegura la FAA en el caso de la soja “el 3% de los agricultores concentra el 70% de la producción”, mientras que en el otro extremo se encuentran pequeños chacareros, tamberos y criadores de ganado, entre otros, que son los que verdaderamente sufren la baja en los precios y se encuentran endeudados. Según esta organización hay 10.000 productores que le deben al Banco Nación. Es evidente que a los grandes exportadores, como los de la soja, les afectan muy poco las retenciones, lo que no impide que lleven adelante una permanente presión para eliminarlas.

“La patria exportadora”
Los sectores exportadores, los grandes productores, no sólo se benefician por la política del gobierno sino también por la suba de los precios internacionales. Según el Ministerio de Economía, en un año la soja aumentó cerca de un 27,55%, el maíz 98,31%, el trigo 29,61% y el girasol 35,55%, y con respecto al precio de la carne un informe de la revista Chacra afirma que subió un 36,8%. Como vemos, los exportadores obtienen una ganancia adicional sin realizar ningún esfuerzo. La presión que ejercen es para mantener esta rentabilidad vendiendo a precios internacionales en el mercado interno, y con total cinismo llegaron a afirmar que el problema... son los bajos salarios.
Aquí también se muestra para quién gobierna Kirchner. A los sectores agroexportadores les garantiza ganancias extraordinarias con los mecanismos mencionados y a los industriales y comerciantes con los bajos salarios. El supuesto afán en el control de los precios se debe a que quiere impedir que la lucha redistributiva salga del chaleco de fuerza que le pone la burocracia sindical. Mientras mantiene bajo control algunos precios de la economía, y la mayoría suben, impide que los salarios recuperen lo perdido desde la devaluación. Es necesario destacar que entre quienes menos ganan y trabajan en peores condiciones están los trabajadores rurales.

Monopolio del comercio exterior
La Federación Agraria plantea algunas demandas diferenciadas de la CRA y la SRA como “la creación de una nueva Junta Nacional de Granos -con las adaptaciones que imponga una realidad distinta de la que convivía con la anterior versión“, es decir cierta intervención estatal. Por su parte, los trabajadores de frigoríficos reclamaron, con un acampe en el Mercado de Liniers el 4/12, la creación de una Junta Nacional de Carne. Con estas medidas pretenden limitar las operaciones de los grandes exportadores del sector que acaparan toda la rentabilidad.
El primer problema, en el caso de la FAA es que, si bien se diferencian en el discurso, en los hechos se suma a los reclamos de los sectores más oligárquicos, como si fuera posible alguna salida para los sectores medios de la mano de los grandes explotadores. Al contrario de lo que plantea la FAA, la única solución que tienen los campesinos desposeídos y los pequeños chacareros arruinados es uniéndose a los trabajadores rurales y de los frigoríficos con demandas que contemplen a todos los sectores, en contra de los capitalistas. En lo que respecta a la Junta Nacional de Granos o de Carnes, cuando éstas existían –fueron eliminadas en los ’90-, tampoco daban solución a los pequeños productores sino a los negociados de los grandes productores, industriales y funcionarios de turno. Por este motivo, la solución es el monopolio del comercio exterior, que significa que el Estado compra toda la producción y determina cuánto exporta y cuánto destina al mercado interno en función de las necesidades de las mayorías populares, otorgando a los pequeños y medianos productores la condonación de sus deudas, créditos blandos para la compra de maquinaria o el “precio sostén” cuando sea necesario. Una medida que sólo podrán imponer los trabajadores y los pobres de la ciudad y el campo en el marco de transformar las relaciones de propiedad de la tierra, los grandes frigoríficos y cerealeras.
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¿A quién favorece el gobierno?
El precio de la carne llegó a caer hasta el 30% en el mercado interno, pero en las carnicerías bajó el 10%. Los frigoríficos y los grandes supermercados se quedaron con la diferencia; el pequeño productor fue el perjudicado.
A su vez, la veda exportadora benefició –paradójicamente- a los exportadores, ya que si bien vendieron menos compraron más barato y vendieron a precios internacionales obteniendo una rentabilidad aún mayor. Según Página 12 del 3/12 “este año, en valor las exportaciones de carne llegarán a los U$S 1400 millones, por arriba del año pasado, pese a que en volúmenes se exportará un 30 % menos”.
Por su parte, las cerealeras que dominan la venta de granos en todo el mundo (Cargill, Nidera, Dreyfus, entre otras), cuando se disparó el precio del trigo y el maíz, acordaron con el gobierno no pagar más de U$S120 a los productores, mientras lo venden al resto del mundo a U$S 170. Negocio redondo.


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