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Instituto Karl Marx

La lucha por el tiempo libre de trabajo y el comunismo

17 de febrero 2004


En estas páginas, y como parte de nuestra campaña contra la nueva reforma laboral flexibilizadora y toda legislación antiobrera, junto a la lucha por el reparto de las horas de trabajo, presentamos nuevamente extractos del folleto elaborado por Jorge Sanmartino y Juan Redondo del Instituto Karl Marx, que explica, a la luz de los conceptos marxistas fundamentales de crítica a la economía política, cómo para los trabajadores la lucha por la reducción de la jornada laboral es una cuestión de primer orden y estratégica para el conjunto de la clase trabajadora, no solo para resolver el angustiante tema de la desocupación sino para sentar las bases –mediante la conquista del tiempo libre- de una nueva forma de organización social basada en la supresión de la explotación del hombre por el hombre.
La "dignidad del trabajo"
¿Es cierto que el "trabajo dignifica" como decía Perón y el peronismo? Desde la edad escolar se enseña que el trabajo es la base del progreso, que sólo trabajando se puede "llegar a algo en la vida". Y sólo el trabajo constante y permanente forja la rectitud moral del hombre. Esto es machacado y machacado por la ideología oficial y repetido por el sentido común hasta el infinito. "El hombre es pobre, pero honesto y trabajador". Incluso entre los críticos del capitalismo ha penetrado esta cultura del trabajo. ¿Llegamos al progreso mediante el trabajo?
Hasta ahora vimos que sucede lo contrario : cuanto más trabaja el obrero, cuanto más entrega de sí al capitalista para valorizar su capital, tanto más pobre se halla, e incluso, por producir en exceso, es arrojado al desempleo cuando sobrevienen las crisis económicas.
Al progreso, por el contrario, se puede llegar por otra vía, la del no-trabajo. La condición del enriquecimiento desaforado de un puñado de capitalistas está en su no-trabajo, es decir en la exigencia de que otros trabajen para ellos. Su condición de éxito en tanto capital reside en su ocio, su pereza, en el robo de trabajo ajeno. Si el capitalista trabajara todo el tiempo para otro jamás llegaría a ser un magnate millonario. Para ello debe disponer de tiempo libre de trabajo para él y sin embargo disponer de mucho trabajo para alimentar sus máquinas y valorizar su capital. Así puede participar de la alta sociedad y ser distinguido entre las personalidad bienhechoras de la comunidad (¿o acaso no da trabajo a tantos obreros que si no fuera por él se morirían de hambre e incluso realiza obras de caridad para los necesitados?).
Así la máxima que corresponde a la realidad podría estar invertida como sigue: "sólo el no-trabajo dignifica, sólo el robo de trabajo ajeno es la base del progreso" y permite "llegar a ser alguien en la vida", "sólo seccionando como vampiro el tiempo de trabajo que pertenece a otros...". Todas estas variantes literarias se ajustan más a la realidad, aunque no podrían actuar como argamasa ideológica del sentido común para reproducir mentalmente y justificar como algo "dado e inevitable" la existencia miserable de la sociedad asalariada.
Como decía Paul Lafargue "A medida que la máquina se perfecciona y quita el trabajo del hombre con una rapidez y una precisión constantemente crecientes, el obrero, en vez de prolongar su descanso en la misma proporción, redobla su actividad, como si quisiera rivalizar con la máquina (...) ¿ Y es precisamente cuando el hombre ha achicado su estómago y la máquina ha agrandedo su productividad, que los economistas nos predican (...) la religión de la abstinencia y el dogma del trabajo ?"1.
La obsesión por el ahorro de tiempo de trabajo, por la utilización hasta de la última gota de segundos y minutos, la obsesiva persecución del tiempo disponible, es una pulsión específicamente generalizada bajo las relaciones de producción capitalista. (...) A medida que el capitalismo va desarrollando las fuerzas productivas, que desarrolla de una manera cada vez más rica y fecunda las potencialidades de la ciencia y la tecnología, a medida que gracias a estas nuevas innovaciones el capital fijo se hace cada vez más amplio y complejo, el tiempo de trabajo humano inmediato que ese capital fijo pone en movimiento es cada vez menor. "En la medida en que la gran industria se desarrolla, la creación de la verdadera riqueza depende menos del tiempo de trabajo y de la cantidad de trabajo (humano) aplicado, que del poderío de los agentes que son puestos en movimiento en el transcurso del tiempo de trabajo cuya eficacia creciente no guarda relación con el tiempo de trabajo inmediato que ha costado su producción, sino que depende más bien del nivel general de la ciencia y de los progresos de la tecnología o de la aplicación de esta ciencia a la producción. La verdadera riqueza se manifiesta más bien (y esto es lo que revela la gran industria) como una desproporción enorme entre el tiempo de trabajo aplicado y su producto (...) El trabajo ya no aparece incluido en el proceso de la producción, sino que el hombre se porta sobre todo como vigilante y regulador del proceso de producción"2.
Marx tiene aquí intuiciones sorprendentes cuando analiza el desarrollo de la gran industria que se hacen más actuales cuando vemos el desarrollo que han tenido las nuevas tecnologías en nuestros días y en la potencialidad de que disponen para emancipar a toda la sociedad de la esclavitud del tiempo de trabajo. La humanidad podría emanciparse progresivamente de la necesidad de trabajar, pero bajo el régimen de la propiedad privada, ese potencial emancipatorio es puesto en acto sólo como medio de valorización, es decir de extracción de tiempo de trabajo ajeno, por lo tanto puesta en movimiento sólo como medio para reforzar la explotación del tiempo de trabajo, para asegurar una jornada laboral lo más extensa posible, para garantizar la mayor subordinación de la fuerza de trabajo a las fuerzas despóticas del capital. Las fuerza productivas en potencia pueden ser liberadoras, en acto son y refuerzan la explotación. (...) puestas en juego son demasiado grandes en relación al tiempo de trabajo excedente que lo valoriza, y sin embargo sólo mediante ese tiempo pueden transformarse en valores acrecentados.
Esta contradicción es la que exige liberar a las capacidades creadas por toda la sociedad del chaleco de fuerzas de la propiedad privada capitalista. La "misión civilizadora" del capitalismo que Marx había explicitado en el Manifiesto Comunista (sin por ello embellecer u ocultar las monstruosas consecuencias de la imposición del modo de producción capitalista) llega a su conclusión en la necesidad histórica de la superación del modo de producción capitalista.
Las condiciones materiales de la emancipación del trabajo
Ahora que podemos entender mejor la sed de tiempo de trabajo robado por parte del capitalista, una sed cada vez mayor cuanto más "miserable" es en relación a la producción de riquezas, y cuán necesaria es la lucha de la clase trabajadora por impedir la extensión de la jornada laboral e incluso la lucha por su disminución.
La reducción de la jornada laboral, y nos referimos aquí a la jornada colectiva de todos los trabajadores, lo que lleva implícito como prerrequisito el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, significa la extensión del tiempo libre para el disfrute, para la expansión de las capacidades creativas y el desarrollo de la personalidad humana. (...) La condición para liberar al hombre del tiempo de trabajo y expandir el tiempo libre, recuperarlo para el desarrollo pleno de su personalidad, sólo puede encontrarse en la superación de las formas mercantiles y explotadoras que se encuentran en la base del régimen capitalista. En esas premisas materiales se funda el planteo de la expropiación de los expropiadores y el proyecto revolucionario que exige el derrocamiento del poder político de la clase dominante como precondición para el transito hacia una nueva sociedad comunista. (...) El desarrollo de las fuerzas productivas, de las potencias de la ciencia y la tecnología aplicadas a la producción contienen un potencial liberador indiscutible, en la medida que podrían asegurar, y multiplicarían esa capacidad bajo una economía socialmente planificada, la liberación del tiempo de trabajo por primera vez en la historia. Pero esas premisas materiales no son más que eso, condiciones de posibilidad y nunca relaciones de causalidad. No es sino con la intervención conciente y organizada de la clase trabajadora en el terreno de la acción política, de la lucha consciente por revolución socialista, como podrá la masa de los explotados ir construyendo su propio destino y transformar las condiciones de posibilidad en realización efectiva.
1 El derecho a la Pereza, Paul Lafargue.
2 Introducción General a la crítica de la economía política, 1857-1858, Grundrisse, K. Marx.

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