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La izquierda y el motín policial

El motín policial tuvo distintas respuestas en la izquierda, desde aquellos que “alegremente” ven la crisis del régimen y las luchas que desató en sectores de trabajadores pero sin delimitarse claramente del chantaje policial; hasta aquellos que, como Vilma Ripoll (MST), directamente le dieron su apoyo y exigieron aumento salarial y sindicalización para las policías.

Fernando Rosso

12 de diciembre 2013

La izquierda y el motín policial

El motín policial tuvo distintas respuestas en la izquierda, desde aquellos que “alegremente” ven la crisis del régimen y las luchas que desató en sectores de trabajadores pero sin delimitarse claramente del chantaje policial; hasta aquellos que, como Vilma Ripoll (MST), directamente le dieron su apoyo y exigieron aumento salarial y sindicalización para las policías.

Nuestros compañeros del FIT se ubicaron, con matices, en la primera de las variantes. Izquierda Socialista (que históricamente impulsó la sindicalización de las policías), afirmó que “(…) los reclamos de los uniformados de menor rango han logrado arrancar aumentos importantes y otras reivindicaciones” (Ante la crisis social: ¡inmediato aumento de emergencia para todos! ¡Paro nacional de la CGT-CTA!, 10/12).

El PO caracterizó que los acuartelamientos “son una expresión aguda de la descomposición política, económica y social del régimen social y político vigente”. Para afirmar que “La crisis policial no solamente ha perforado los planes de ajuste que de nuevo intenta aplicar el gobierno, sino que ha expuesto una crisis política sin precedentes”. (“Ante la crisis política, inflacionaria y policial: Salario mínimo de $8.000 para todos los trabajadores; 82% móvil”, 11/12).

Tanto Izquierda Socialista como PO terminaron llamando de distintas maneras a la movilización y al apoyo de los trabajadores que salieron a luchar en el marco del motín con denuncias y exigencias a los sindicatos.

Creemos que en sus declaraciones se limitaron a tomar los aspectos “positivos” de la crisis y cayeron en una posición sindicalista. No denunciar, ni delimitarse claramente de los motines, llamando a la clase obrera a no apoyar el chantaje de los uniformados, es una peligrosa concesión política a la corporación policial.
La extensión nacional de esta protesta policial y sus métodos (impulsó al enfrentamiento de pobres contra pobres, organizó los primeros saqueos y zonas liberadas), evidenciaron la contradicción de aquellos que como el MST, desde la izquierda, llamaron a apoyar las huelgas y los reclamos policiales. Como denunciamos desde el PTS, con la capitulación de todos los gobiernos y partidos del régimen los uniformados pretenderán usar su fuerza para erigirse como un nuevo actor en la vida política nacional. Si, pese a que todo el régimen se arrodilló ante ellos, en varias provincias (como es evidente en Córdoba y Tucumán, donde se abrió un proceso de movilización popular), las policías no pueden re-prestigiarse fácilmente, es por el repudio de la población a la descomposición y al chantaje del que fueron rehenes.

Lucha de clases y lucha política

Efectivamente, el motín policial y las concesiones otorgadas por los gobiernos generaron que trabajadores estatales de varias provincias salgan a la lucha por sus reivindicaciones. Había que impulsarlas y desarrollarlas para que la clase obrera intervenga con una salida propia y por izquierda ante la crisis. Pero esto no justificaba evadir la clara denuncia política frente al motín, alertando sobre los objetivos y consecuencias del fortalecimiento material y político de un enemigo estratégico del movimiento obrero.

Ahora las policías están mejor pertrechadas, con más salarios para reprimir a la juventud y a los trabajadores, incluso en algunos casos arrancaron impunidad para sus miembros. Y tuvieron un triunfo frente al régimen político, aunque plagado de contradicciones, porque no pueden superar el cuestionamiento moral de gran parte de la sociedad ante instituciones que se vienen descomponiendo desde hace décadas.

Ante la crisis, la posición elemental era la de ningún apoyo a los motines policiales y la denuncia a todos los gobiernos patronales (oficialistas y opositores) que se entregaron ante el chantaje. La negra trayectoria de las policías en la historia nacional, que tiene “hitos” como el Navarrazo en Córdoba hasta su función esencial en la organización de la Triple A, debería ser muestra suficiente para que algunos autodenominados “marxistas”, revieran su apoyo a estos motines. Pero también alerta sobre la necesidad de dejar clara la posición de la izquierda, sin ambigüedades.

Desde esta perspectiva estaba planteado llamar a la intervención de la clase obrera, partiendo de las luchas en curso pero también para batallar, en primer lugar en la vanguardia clasista, por un programa de alianza obrera y popular. Demostrar la necesidad urgente de recuperar los sindicatos, para que la clase obrera intervenga con su programa y sus métodos. Planteando claramente que la salida no es la reforma o sindicalización de una institución irreformable, sino su disolución y reemplazo por instituciones de los propios trabajadores (milicias obreras) que surgirán como una necesidad, íntimamente ligadas al desarrollo de la movilización contra los capitalistas y su estado.

Frente a hechos como el motín es muy importante sacar las lecciones, más aún cuando la izquierda se ha convertido en un actor político nacional.

Prensa

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