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A 90 años de la Revolución Rusa

La guerra civil en el campo

La revolución en el campo seguía bastante fielmente el pulso que ésta tenía en Petrogrado y en las grandes ciudades, y así su evolución se distinguía en dos fases diferentes. Tras la insurrección de febrero las masas campesinas comenzaron adaptándose al nuevo régimen y le otorgaron un voto de confianza a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques.

Comisión del IPS

27 de septiembre 2007

La revolución en el campo seguía bastante fielmente el pulso que ésta tenía en Petrogrado y en las grandes ciudades, y así su evolución se distinguía en dos fases diferentes. Tras la insurrección de febrero las masas campesinas comenzaron adaptándose al nuevo régimen y le otorgaron un voto de confianza a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques. Fue la presión sobre el gobierno el medio utilizado para pelear por sus demandas de paz y tierra. Los primeros desórdenes tuvieron un tinte pacífico, al menos en sus formas. Las masas campesinas estaban dispuestas a esperar la Asamblea Constituyente (como planteaban los social-revolucionarios (SR) en el gobierno de coalición), siempre a condición de que también lo hicieran los terratenientes. Las confiscaciones y amenazas tenían ese objetivo. En los primeros meses los campesinos hacen sus primeras incursiones sobre el campo de sus enemigos terratenientes, cortan su leña, mandan sus vacas a los pastizales, segan el heno del patrón. “Primero espontáneas, estas acciones tomaban poco a poco un carácter más sistemático y se convertían en auténticas confiscaciones”1.

Durante abril y mayo todavía no estaba determinada la forma que iba a adquirir todo el proceso. Varias fuerzas sociales se agitaban al interior del movimiento campesino. Dos cuestiones centrales impulsaban las acciones de sus sectores más oprimidos. Por un lado, el problema del arrendamiento, por el otro, el trabajo asalariado. Las características del atraso en el suelo ruso, combinaban estos problemas con la lucha por eliminar todos los resabios feudales del campo. Luego de febrero el problema del arrendamiento fue vital, también tuvo peso -en segundo lugar- la situación de los obreros agrícolas cuestión que los enfrentaba no sólo a los nobles propietarios sino también a los campesinos ricos que utilizaban mano de obra para sus trabajos. Por eso en abril Lenin opinaba que era necesario organizar en forma independiente, a través de soviets especiales de obreros agrícolas y de los campesinos más pobres, de los sectores más oprimidos del campo. Lenin opinaba que si avanzaba la reforma agraria, luego de finalizada, ésta daría lugar a una lucha entre las distintas fracciones del agro, y que los obreros debían ganarse a sus aliados naturales entre las fracciones más oprimidas del campo.

Pero como explica Trotsky: “desde que se abrió la posibilidad de llevar las cosas hasta el fin, es decir, de apoderarse de las tierras e instalarse en ellas, el campesino pobre ya no se interesó en los arrendamientos y el sindicato comenzó a perder su fuerza de atracción sobre los obreros agrícolas. Fueron precisamente estos últimos y los campesinos pobres quienes, al unirse al movimiento general infundieron a la guerra campesina su carácter más resuelto e irreductible.” 2

Si durante los primeros meses de la revolución, los kulaks tomaban la dirección de las incursiones pacíficas y de las demandas al gobierno, a partir del verano ruso serán los sectores más rezagados los que imponen la impronta en este proceso.

La organización de los campesinos

A diferencia de lo que esperaban los bolcheviques, los soviets no se desarrollaron en el campo más que en los límites administrativos de las provincias y parcialmente en algunos distritos. En realidad, otras organizaciones fueron las que permitieron la cohesión de las masas campesinas. Surgen los comités agrarios, que habían sido concebidos como órganos de Estado, y que contradictoriamente se convierten en los órganos de la revolución campesina. Estos comités surgen de un decreto formulado por el kadete Shingariov (ministro de Agricultura en abril) para preparar la perspectiva de la Constituyente y aplacar el ánimo de las masas. Dentro de estos comités se desarrolla un fenómeno muy interesante, la diferenciación entre sus distintos niveles adquiere grandes proporciones. Así los comités provinciales compuestos por funcionarios, propietarios, profesores, políticos de los social-revolucionarios, pertenecientes a los sectores altos agrarios, seguían la línea del gobierno y se constituían como organismos para frenar la acción campesina. Los comités de distritos oscilaban entre el gobierno y las masas. Por último, los comités de Cantón representaban directamente a las masas, con delegados elegidos entre los campesinos y gran capacidad de aglutinar a todos los sectores agrarios de la zona. Además, los comités eran “dueños de la milicia del lugar, los comités locales establecían los precios de arrendamientos, regulaban los salarios, nombraban administradores de los dominios, se hacían cargo de la tierra, los prados, la leña, el material, confiscaban las armas de los propietarios, ordenaban pesquisas y arrestos.” 3

El viraje de julio y Kornilov

Si las primeras manifestaciones campesinas no fueron reprimidas directamente se debía a que la amplitud de su movimiento paralizaba las posibles respuestas en cada región y a que en sus formas y métodos no se habían enfrentado todavía directamente contra el gobierno de coalición. “Los telegramas del centro que exigían la adopción de medidas enérgicas se multiplicaban, pero los resultados seguían siendo casi nulos.”4. Pero a medida que las masas campesinas veían que sus pedidos no eran escuchados, y que se posponía diariamente la fecha de convocatoria a una Asamblea Constituyente, más se agitaba el movimiento general saliendo de sus cauces y avanzando hacia la guerra civil.
La derrota del proletariado en julio y la persecución a los bolcheviques, se combinó con una ofensiva del gobierno en el campo a través de una furibunda represión a todas las acciones campesinas.

Kornilov también tenía entre sus objetivos sofocar la “anarquía” en los campos. Apoyado por los grandes propietarios, adoptó disposiciones que prohibían toda ocupación de tierras en la retaguardia del frente, en las zonas sujetas a su jurisdicción. “Las represiones del verano consiguieron frenar sólo en una parte mínima al movimiento campesino. Comités agrarios completos, además de miembros aislados de ellos, fueron arrestados y llevados ante los viejos tribunales, que seguían siendo los mismos de tiempos del zar (...). En las once regiones en las que era más fuerte la inquietud (la zona central de las tierras negras y el curso medio del Volga), hubo en aquellas semanas veintidós expediciones militares con represiones armadas de los movimientos populares”5.

La consecuencia más importante de esta represión es que va a dejar marcada en la conciencia de los campesinos, que ya no había esperanzas para lograr la solución de sus demandas por medios pacíficos, que el gobierno y su partidos se dirigían al campesino sólo para mostrar su puño contra sus pedidos de tierra y libertad. De este modo, la represión intensificó el odio hacia los terratenientes, y aceleró la transformación general del movimiento por la demanda de tierra en una verdadera guerra civil en el campo.

En septiembre las incursiones campesinas adquieren su máxima violencia, la apropiación se hace directamente sobre los dominios de los nobles, se incendian las cosechas, incluso se da muerte a administradores y propietarios. El problema del arrendamiento queda en segundo lugar, dando paso a la ocupación directa de la tierra. La proximidad de un nuevo invierno da pie a la lucha por la leña y la madera, extendiéndose a todas las regiones y avanzando sobre los bosques de la nobleza. El hambre también golpea las casas del campesinado y estallan motines y saqueos de graneros por doquier.

La marea campesina ataca las propiedades de los nobles, un mar de fuego se extiende sobre sus dominios, se saquean sus mansiones, se destruye hasta los cimientos de sus casas. Las manifestaciones se extienden por toda Rusia, era la guerra campesina en toda su extensión y la destrucción de todas las propiedades hasta no dejar piedra sobre piedra. Estos métodos obedecían a la lógica misma de la guerra. Como explica Trotsky: “Tras estos actos de destrucción se escondía el cálculo multisecular, milenario, de toda guerra campesina: demoler hasta los cimientos las posiciones fortificadas del enemigo, no dejarle lugar donde apoyar la cabeza :´Los más razonables –escribe en sus memorias Tsygankov, campesino de la provincia de Kursk- aconsejaban: no es preciso destruir los edificios; tendremos necesidad de ellos… para escuelas y hospitales, pero la mayoría gritaba que había que destruirlo todo, para que, pasase lo que pasara, el enemigo, no tuviera donde esconderse’”6. La destrucción de las fortificaciones del enemigo correspondía a la prevención de los campesinos frente a futuras represalias.

El problema agrario y el fracaso de los social-revolucionarios

Si como decíamos antes, la lucha en el campo adquirió las características de lucha contra los resabios feudales y contra la propiedad terrateniente, esto significaba que el movimiento campesino en Rusia de 1917 fue un movimiento democrático que no se dirigió contra el capitalismo en el campo sino contra las sobrevivencias de la servidumbre. Aparentemente, esto debía darle una fuerza incontenible a la democracia oficial, pero terminó de poner en evidencia su completa incapacidad como partido independiente. A pesar de su utopismo, los puntos centrales del programa de los social-revolucionarios correspondían directamente a las demandas de los campesinos: recuperar las tierras de los nobles en base a una propiedad estatal y repartirla entre los campesinos.

Al enredarse en la coalición con la burguesía, la democracia se ató de pies y manos. Fuertes lazos unían a la burguesía rusa con la gran propiedad de la tierra, los bancos estaban demasiado interesados en impedir la confiscación de las tierras, ya que habían otorgado préstamos hipotecarios a los terratenientes por un valor de 4.000 millones de rublos.

Si en el Congreso de los soviets de mayo la mayoría aplastante de los votos iban a caer en manos de los SR, en julio cuando el gobierno desató la represión contra la aldea, los campesinos buscan defenderse con la protección de los SR de “abajo” contra los mismos SR de “arriba”. Este era un “partido universal, que en su base se rebelaba, mientras que desde arriba reprimía”7. Esta experiencia va a quebrar la confianza de las masas campesinas por completo en el gobierno y en la fracción de los SR que participaba en él.

Así agitaba Lenin en base a esa experiencia: “El partido de los social-revolucionarios os ha traicionado, compañeros campesinos. Ha traicionado a las chozas para ponerse de parte de los palacios: si no de los palacios del monarca, sí de aquellos palacios en donde los cadetes, los más feroces enemigos de la revolución y, sobre todo, de la revolución campesina, forman un mismo gobierno con los Chernov, los Peshejónov y los Avksétiev.”8

Su incongruencia llevó a dividir al partido entre los sectores ligados a las masas y su dirección aliada a la burguesía. Sus elementos de izquierda se agrupan en forma desordenada bajo la presión del levantamiento campesino. Siguen el paso de los bolcheviques pero también rivalizan en influencia con ellos. Es así que la insurrección de octubre va a encontrar a los campesinos girando su apoyo hacia el proletariado bajo “las banderas remendadas de los social-revolucionarios de izquierda: este partido efímero llega a ser una forma refleja e inestable del bolcheviquismo rural, un momento transitorio entre la guerra campesina y la insurrección proletaria”9.
Mientras el gobierno reprimía sobre el agro, los obreros a través de organizaciones especiales enviadas al campo y los soldados, intentaban soldar fuertes lazos con los campesinos. Los soldados que fueron llevados para reprimir, la mayoría de las veces se pasaban del lado de los campesinos. Pero sobre todo fueron los soldados del frente y los desertores que volvían a sus provincias los que organizaron e impulsaron la guerra civil. Fue así también que trajeron las consignas y las discusiones del frente impulsadas por los bolcheviques para ganar a las masas en la perspectiva de la revolución de octubre.

La influencia de los bolcheviques

La lógica de la revolución mostraba que sólo la toma del poder por el proletariado podía barrer con todos los resabios feudales que permanecían en el campo. Los bolcheviques eran la encarnación de ese programa, Lenin mostraba a los campesinos que sólo la clase obrera y su partido, contrapuesta a los intereses de la burguesía y rechazando todo compromiso con su gobierno, podía hacer realidad el reparto de la tierra para los campesinos.

En abril Lenin adoptaba como programa la reforma agraria, y al mismo tiempo impulsaba la socialización de la tierra, con granjas colectivas para los sectores más desdichados del campo, como forma de ganar a estos sectores para la revolución proletaria, e impedir que la burguesía a través de los campesinos ricos encolumne el agro tras de sí. Pero con el avance de la guerra civil, donde el movimiento campesino avanza sin divisiones internas y donde los sectores más oprimidos se imponen arrastrando a los kulaks en sus objetivos y métodos, Lenin levanta el programa del reparto de la tierra, y declara que en realidad “el autoengaño de los eseristas o el engaño del campesinado a través de ellos consistía en la teoría de que este programa podía llevarse adelante sin derrocar el régimen capitalista”10.

Fue así que adopta como programa para ganar el apoyo de los campesinos, el “decreto modelo”, publicado en agosto y que reunía 242 demandas sometidas por los delegados al primer Congreso de campesinos. Sus propuestas eran la expropiación de las fincas de terratenientes, la entrega de la propiedad territorial al pueblo, la prohibición de la mano de obra asalariada, la de comprar y vender tierra y la distribución de la tierra en base a la igualdad.
En realidad, el problema del agro se estaba expresando en forma amenazante en su relación con la ciudad, los bolcheviques entonces explicaban que sólo la toma del poder por los soviets, poniendo fin a la guerra, repartiendo la tierra, con el control obrero de la industria, podría organizar la economía y regular la relación entre los precios industriales y agrícolas, y de este modo abastecer a la aldea de maquinaria para su desarrollo y crecimiento.
La influencia de los bolcheviques fue avanzando sobre los movimientos campesinos, a pesar de la debilidad de su organización, con su programa hacia el campo adquieren una enorme fuerza política entre las masas. Sus consignas se diseminaban con toda las fuerzas, “Así como las ráfagas difunden las semillas, los torbellinos de la revolución diseminaron las ideas de Lenin”11.

Finalmente, que el campo ardiera ya en la guerra civil en un país donde las tres cuartas partes de su territorio eran agrarias, después de seis meses de gobierno republicano con la participación de un partido esencialmente campesino como los SR, que se hubiera llegado a ese grado de insurrección en el campo, era el síntoma más claro para Lenin de que la crisis de la revolución de febrero iba a gestar una nueva revolución. La relación de fuerzas se volvía a favor del proletariado, “En estas circunstancias de guerra campesina dirigida por los obreros, era imposible que las tropas aceptasen marchar contra las ciudades”12. Y por esto, había llegado el momento para que el partido afile sus armas y se aliste para el asalto final.

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